TORRES DE ALTA DESPROTECCIÓN

Hubo una época en la que no sólo se valoraba la utilidad de los objetos sino también su estética. Luego vinieron los tiempos utilitaristas y cada cosa únicamente servía para su función y se prescindía de cualquier detalle que se considerara superfluo. En la primera fue cuando en Santa Cruz y La Laguna se construyeron unas llamativas torres en cuyo diseño se contó con algunos de los mejores arquitectos de aquellos años. En total existen tres en la capital y dos en Aguere, a las que habría que sumar luego otros edificios dedicados también a garantizar el servicio eléctrico. En estos momentos algunos de estos elementos siguen prestando su función pero lo que no está tan claro que se garanticen sus valores patrimoniales. Estas estaciones transformadoras se construyeron a principios del siglo XX. En el Plan General de Ordenación (PGO) de Santa Cruz se apuesta por su conservación, pero algunos estudiosos como el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, Alberto Darias Príncipe, va más allá y lleva años pidiendo su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) para que no quede ninguna duda de sobre valor y las futuras generaciones puedan contemplarlas tal y como fueron concebidas por sus autores.

Para Darias lo que ocurre con estas piezas es tan sólo otro ejemplo más de la progresiva desaparición del rico patrimonio de la arquitectura industrial con el que contaba la ciudad y que se ha ido degradando de forma constante. Así han sido eliminadas piezas tan valiosas como fábricas de tabaco o los almacenes Duque, entre otros varios. Igual camino podrían tomar estos curiosos elementos conocidos como estaciones transformadoras que están situadas en una esquina del parque García Sanabria, en la calle 25 de Julio y en la de Horacio Nelson. Además, hay otras dos que no tiene forma de torre que se ubican en la Cruz del Señor y en Ofra. De hecho, la más importante es la situada en el primero de estos enclaves a pesar de que en este caso no existe ni siquiera ninguna referencia en el PGO.

Se trata de una obra racionalista que iba a ser incorporada a una casa que nunca se llegó a construir. Es obra del arquitecto José Blasco que data de la década de los años 40 del pasado siglo. Blasco es autor también la cercana casa Mascareño ejemplo citado en la bibliografía internacional como pieza clave de la arquitectura racionalista. El resto de estructuras son obra de Antonio Pintor, otro renombrado arquitecto, quien diseñó también el Teatro Leal, y en algunos casos cuentan con diversos añadidos como tejados o demás que no son originales. En estos casos su construcción se sitúa en la década de los años 20 que fue cuando la luz eléctrica comenzó a instalarse en Santa Cruz. En La Laguna también existen dos ricos ejemplos de este tipo de estructuras cuya función era reducir la tensión con la que circulaba la electricidad. En Santa Cruz dos de ellas todavía siguen prestando esta función.

En el caso de la situada en la calle Horacio Nelson se trata de una edificación simétrica compuesta de dos elementos y rodeada de puntos de luz hechos con hierro fundido. Servía para suministrar electricidad al barrio de Salamanca y todavía es utilizada por la compañía Unelco-Endesa como queda bien claro por los carteles que hay pegados en su exterior. En la actualidad se ha convertido en una auténtica escultura urbana al igual que las otras dos. Sin embargo, dispone de varios añadidos que no corresponden a la época original. La de Horacio Nelson se eleva sobre una base prismática que servía como almacén e instalación de maquinaria y de unas grandes molduras surge luego una torre de cuatro lados. Más o menos lo mismo puede servir para referirse a la situada en la calle 25 de Julio, que además aparece también rodeada de un jardín perimetral. Es un almacén y su torreón es de carácter ecléctico. La del García Sanabria es la que se encuentra más abandonada, llena de pintadas y al estar rodeada de grandes árboles pasa casi desapercibida. En el barrio de Salud-Ofra y más concretamente en la avenida Ángel Romero se puede encontrar una estación transformadora que servía además como edificio de viviendas. La tipología es racionalista y los estudiosos creen que la solución adoptada finalmente, “está muy bien pensada, ya que se resuelve el doble uso de la edificación reconciliando así dos funciones que parecían imposibles. Hoy aparece tapado por un muro de aspecto calificado de ”deplorable“, a pese a lo cual es un ejemplo de ”equilibrio entre funcionalidad y seguridad“. Pintor realizó el trabajo por la amistad que le unía con el presidente de la compañía eléctrica.

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