CC: 20 años superviviendo a sí misma

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Aunque Coalición Canaria (CC) se formó en 1993 para presentar una moción de censura al presidente Jerónimo Saavedra y, desde la Presidencia del Ejecutivo regional, poder manejar con mayores posibilidades los resortes de poder de cara a las Elecciones Generales de apenas unos meses después, lo cierto es que los nacionalistas están en el Ejecutivo regional desde 1987.

Es decir, los representantes del llamado nuevo nacionalismo canario, en sus diferentes 'experimentos' políticos, no se han apeado del Gobierno regional en 26 años.

El 86,7% del tiempo de las Islas como comunidad autónoma ha estado ocupado por los nacionalistas en el Ejecutivo regional, así que la práctica totalidad de la historia reciente del Archipiélago no puede entenderse sin este proyecto político, en permanente tensión interna y que no acaba de cuajar como partido político.

CC, desde sus inicios, ha tenido que enfrentarse a dos laberintos internos: el primero derivado de las tensiones provocadas por las tesis insularistas y regionalistas y, el segundo, ocasionado por sus diferentes corrientes ideológicas, que van del centro-derecha hasta la izquierda.

Como coalición electoral, primero, de Gobierno, después, y como partido político, por último, CC se ha enfrentado al hecho de que tienen un mayor peso electoral y político sus organizaciones de ámbito insular, lo que ha impregnado a su organigrama interno de un predominio de la isla sobre la región y, por tanto, ha dotado de un nacionalismo teñido de insularismo a su discurso político.

El Congreso de la rebelión

Un discurso que cambió, impulsado por Paulino Rivero y el actual secretario general y portavoz parlamentario, José Miguel Barragán, en el V Congreso celebrado en junio de 2012. Un cónclave que evidenció la rebelión de la 'vieja guardia' hacia el nuevo esquema y cuyas heridas aún están abiertas.

Las tensiones, incluso la que existe actualmente en torno a si Rivero debe optar a ser por tercera vez candidato a la Presidencia del Gobierno en 2015, está motivada por el enfrentamiento entre quienes desean un robustecimiento de la dirección regional y un discurso más regionalista-nacionalista y quienes, como es el caso de Manuel Hermoso, Ricardo Melchior, o Antonio Castro (tres de los históricos líderes del proyecto político) son partidarios de mantener los delicados equilibrios insulares en su organización y en su discurso.

Los representantes del llamado nuevo nacionalismo canario, en sus diferentes 'experimentos' políticos, no se han apeado del Gobierno regional en 26 de los 30 años de la autonomía.

Así quedó de manifiesto tras la votación por el cambio de modelo orgánico que se registró en el V Congreso de CC: el 56,26% apoyó a la nueva dirección y las papeletas negativas llegaron al 41,18%.

“Hay gente que tiene el temor de que tengamos la tentación de deslizarnos hacia las formas de los partidos estatalistas, pero no va ser así, las Islas son importantes. Se pueden conjugar perfectamente las Islas y el Archipiélago”, dijo Barragán al término del cónclave que evidenció el enésimo cisma interno en CC.

Sin embargo, estas palabras son similares a las que, en diferentes ocasiones, han pronunciado distintos dirigentes nacionalistas para justificar los “dolores de crecimiento” de CC, como definía el expresidente del Parlamento y exsenador Victoriano Ríos a las cuitas internas del proyecto político.

La FRAIC: los orígenes

CC nació en marzo de 1993 como una coalición electoral de partidos canarios de ámbito no estatal presentes en el Parlamento durante la III Legislatura que se unieron para presentar una moción de censura contra Saavedra, al que sustituiría Hermoso, que fue hasta ese momento su vicepresidente y líder de las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC).

Además de las AIC, en ese conglomerado político se encontraba el Centro Canario Independiente (CCI), partido integrado por el antiguo Grupo Parlamentario de Centro Democrático y Social (CDS) en la Cámara autonómica (que posteriormente pasaría a denominarse Centro Canario Nacionalista (CCN), Iniciativa Canaria (Ican) y los partidos insularistas de Fuerteventura Asamblea Majorera (AM) y de El Hierro (Agrupación Herreña Independiente (AHI).

Pero si esa sopa de siglas no es suficiente para discernir la complejidad intrínseca de CC, la situación se torna más agobiante si se aplica el microscopio para diseccionar la composición de cada una de esas formaciones.

Las AIC son, prácticamente, el germen y la fuerza predominante en CC desde hace 20 años. Pero, a su vez, esa opción política se dividía en siete organizaciones insularistas que unieron sus esfuerzos para convertirse en la segunda fuerza parlamentaria en 1987.

En su origen, que se remonta a 1984, se denominó Fraic (Federación Regional de Agrupaciones Independientes de Canarias) y fue la unión de la Agrupación Gomera Independiente (AGI), Agrupación Herreña Independiente (AHI), Agrupación Insular de Lanzarote (AIL), Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI), Agrupación Palmera Independiente (API) e Independientes de Fuerteventura (IF).

Surgió con un marcado tono cabildista, pues consideraban que los órganos de gobierno y administración insulares eran los auténticos protagonistas de la autonomía canaria recién nacida.

En 1986, para concurrir a las Elecciones Generales, se rebautizaron como AIC, consiguiendo superar a la entonces Alianza Popular (AP) en número de votos en la provincia de Santa Cruz de Tenerife y convirtiéndose en el principal adversario político del Partido Socialista Canario-PSOE.

El V Congreso celebrado en junio de 2012 evidenció la rebelión de la 'vieja guardia' hacia un nuevo esquema más regionalista y las heridas aún están abiertas un año después.

Las AIC lograron obtener un diputado nacional por la provincia occidental y el tercer senador por Tenerife, con lo que ATI y API, sobre todo, demostraron al resto de la federación quienes eran las que mandaban en el seno de la misma.

Una demostración que sirvió para que, un año después, y meses antes de los comicios autonómicos de 1987, AGI y AHI se escindieran.

No importó esa primera fisura, las AIC (ATI, ese “partido de alcaldes” al que con desprecio se referían los socialistas, y API, fundamentalmente) consiguieron ser la segunda fuerza política más votada del Archipiélago y formaron parte del Gobierno de centro-derecha que rigió en Canarias entre 1987 y 1991, jugando un papel imprescindible en la investidura de los dos presidentes que tuvo el Ejecutivo en esa turbulenta II Legislatura: Fernando Fernández y Lorenzo Olarte.

Los nacionalistas consiguieron las consejerías de Economía y Hacienda (José Miguel González), Obras Públicas (Ildefonso Chacón), Educación (Enrique Fernández Caldas) y Agricultura (Antonio Castro) y no se han apeado desde entonces del Ejecutivo regional, hace ya la friolera de 26 años.

La sopa de siglas de la izquierda

Pero si las AIC (ATI y API) conformaban el centro-derecha de ese proyecto político que se creó en 1993, faltaba unir a la izquierda no estatalista si se pretendía incluir en el invento un granero de votos que permitiera no solamente conseguir el poder regional sino poder ser decisivos en la política estatal.

Y ahí estaba Iniciativa Canaria (Ican), que se había formado con el objetivo de afrontar las elecciones autonómicas y locales de 1991 uniendo a Asamblea Canaria Nacionalista (ACN), Asamblea Majorera (AM), Izquierda Canaria Unida (ICU), Unión de Nacionalistas de Izquierda (UNI) y Roque Aguayro, una candidatura independiente que gobernaba en el municipio grancanario de Agüimes desde 1979.

Ican, cuyos más destacados dirigentes habían intentado en 1987, cuando AIC irrumpió en el Parlamento, llevar a cabo una manifestación en su contra bajo el lema 'El día 7, a las 7, en las 7 islas' para mostrar su rechazo al insularismo. Seis años bastaron para hacerles cambiar de opinión.

Como sucedió a nivel nacional con Izquierda Unida (IU) con respecto al referéndum de la OTAN, los pasos previos a la creación de Ican se dieron en la Alternativa Pro Referéndum, formada por Coordinadora Pro Referéndum, promovida por ICU, y la Mesa Nacionalista, auspiciada por ACN y UNI, para solicitar un Referéndum sobre la integración de Canarias en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE).

En 1991, por tanto, ACN e ICU consiguieron formalizar una coalición estable de los partidos no estatalistas a la izquierda del PSC-PSOE y que provenían de la diáspora política que supuso la disgregación de la Unión del Pueblo Canario (UPC). Presentó candidaturas en todas las islas, haciéndolo en Fuerteventura a través de AM y por separado en los municipios grancanarios de San Bartolomé y Santa Lucía de Tirajana y Telde.

El apoyo a la creación de CC se saldó con el abandono de Ican, liderada por José Carlos Mauricio después de haber llevado a cabo un 'desbroce' orgánico, de la mayor parte de los militantes de UNI y de una parte significativa de ICU, que se presentaron en las siguientes elecciones con las siglas nacionales de Izquierda Unida Canaria (IUC).

AM completa la parte izquierdista del puzzle inicial de CC. Surgió antes que la Comunidad Autónoma, en 1977, con ocasión de la celebración de las elecciones al Senado, consiguiendo el acta a la Cámara Alta por Fuerteventura.

En 1979 presentó candidaturas en todos los municipios majoreros, excepto en el de Antigua, y al Cabildo, logrando su presidencia.

En sus inicios se definía como un movimiento ciudadano asambleario de carácter progresista formado por “gentes de izquierda, cristianos de base e independientes”, que trataban de presentar una opción alternativa a UCD.

Al igual que AHI en El Hierro, utilizó un mensaje en el que se recalcaba la discriminación que creaba la doble insularidad de las islas periféricas, por lo que reclamaba una distribución más equilibrada de los recursos entre las capitalinas y éstas. La consulta autonómica y local de 1983 afianzó su crecimiento e implantación insular.

Este crecimiento provocó un primer enfrentamiento entre los llamados sectores oficial y crítico, que volvió a resurgir en 1987, y que se saldó, después de la celebración de su IV Congreso, con la expulsión los críticos que se agruparon en un nuevo partido, Alternativa por Fuerteventura (AF), cuyos militantes acabaron afiliándose al PSC.

Las primeras escisiones

Pese a sus reiterados esfuerzos, CC no ha logrado unificarse en un solo partido. Las escisiones internas en su seno provienen incluso de antes de su constitución, que incluso provocó rupturas durante el proceso de creación y que se han mantenido a lo largo de las últimas dos décadas.

El Partido de Independientes de Lanzarote (PIL), proveniente de la AIL (fundador de la Fraic) y que lideraba el problemático Dimas Martín, abandonó las AIC y CC en 1994 por entender su máximo dirigente que no estaba siendo apoyado por la cúpula del proyecto nacionalista en sus cuitas con la Justicia. Unos asuntos que, años más tarde, hicieron que cumpliera condena en el penal de Tahiche.

IF rompió con las AIC y CC un año después que el PIL, con anterioridad a la celebración de las elecciones autonómicas y locales de 1995, antes de que acabara el mandato de Hermoso como el primer presidente del Gobierno que, a causa de la censura a Saavedra, había tenido CC.

Entre las causas de esta ruptura estaban las difíciles relaciones con AM y con el propio Hermoso, lo que llevó a IF a unirse al PIL, la renacida Agrupación Insular de Gran Canaria (Aigranc) y el Partido de Gran Canaria (PGC) para concurrir en los comicios autonómicos de 1995 como la Plataforma Canaria Nacionalista (PCN).

IF obtuvo, mediante la presentación de una moción de censura que fue apoyada por el PP y el PSOE, la presidencia del Cabildo de Fuerteventura en 1995. En 1997, la dirección regional del PP, a cuyo frente estaba José Miguel Bravo de Laguna, consiguió que estos acuerdos se rompieran, lo que permitió a CC recuperar la presidencia.

Fruto de esa maniobra, más la reforma electoral incluida en el Estatuto de Autonomía de 1996 con unos topes insulares que hacían casi imposible que un partido insular no adscrito a CC pudiera obtener representación parlamentaria, en 1999 IF decidió unirse al Partido Nacionalista Canario (PNC), AGI y el PIL en la Federación Nacionalista Canaria (FNC).

Gane quien gane...

Estas primeras crisis dejaron a CC sin la mayoría absoluta en el Parlamento de Canarias, aunque PSC-PSOE y PP fueron incapaces de ponerse de acuerdo para derrocar a los nacionalistas del Gobierno autonómico debido a que sus cúpulas nacionalistas se niegan a que exista en las Islas un pacto entre ambos partidos, que siempre se disputan La Moncloa a cara de perro.

Y más que la fortaleza de CC, que ya se ha visto a lo largo de dos décadas que no es tanta, ese es el secreto de que los nacionalistas no se hayan apeado de la Presidencia del Ejecutivo regional desde 1993.

Hermoso, Román Rodríguez, Adán Martín y Rivero se han sentado en el sillón presidencial no tanto por la fortaleza que les otorgan las urnas (de hecho, han ido perdiendo paulatinamente apoyos en las distintas elecciones regionales) sino por su condición de bisagra en la gobernabilidad de las Islas: gane quien gane, siempre gobierna CC.

Las escisiones no se acabaron en los primeros años de consolidación del proyecto. De hecho, tanto el CCN como AHI entran y salen cuando quieren de la cobertura de CC y se presentan con sus propias siglas en varios municipios o islas, según les convenga.

Pero, sin duda, la que más debilitó a CC, sobre todo en Gran Canaria (isla en la que no tienen fuerte presencia electoral desde entonces) fue la ruptura que fundamentó la creación de Nueva Canarias (NC), un partido que se sostiene sobre la figura de Román Rodríguez, que fue el segundo presidente del Ejecutivo regional que 'colocó' CC en Canarias.

La soterrada pugna para la nominación del candidato a la Presidencia que vive Rivero actualmente en sus propias carnes es la misma que se produjo en 1999 y en 2003. En la primera, se puso de manifiesto el escaso poder del CCN dentro de CC y su entonces carismático líder, Olarte, no pudo ver cumplido su sueño de volver al sillón presidencial que abandonó en 1991.

A Olarte no le hizo gracia comprobar su poco peso político en todas las Islas, y en especial en Gran Canaria, y como 'venganza' para conseguir que el presidente fuese de la 'Isla Redonda' propuso a un desconocido Román Rodríguez. De esta forma, conseguía la victoria moral de que hubiera alternancia y que el sustituto de Hermoso no fuese de nuevo un tinerfeño.

El insularismo, y sobre todo el ejercido por las dos islas capitalinas, seguía pesando en la toma de decisiones estratégicas y orgánicas de CC, pero la jugada de Olarte consiguió que Ican ganara poder en el seno del proyecto político, por lo que el equilibrio pasó entonces por el tandem AIC-Ican.

La ruptura de NC

Rodríguez, en 1999, era entonces un líder poco relevante de Ican que había formado parte de UNI, y el candidato a la Vicepresidencia fue Adán Martín (ATI-AIC), que en principio iba a ser el verdadero 'hombre fuerte' del Ejecutivo al asumir la Consejería de Economía y Hacienda.

A cambio, Mauricio encabezaría las listas al Congreso por CC en los comicios de 2000 y se convertiría en la 'voz canaria' en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo.

Pronto se comprobó que Rodríguez no iba a desempeñar el papel de comparsa ni de ser un presidente títere manejado por los hilos de Martín y de las AIC.

Las pugnas y desavenencias privadas entre ambos se hicieron públicas durante toda la legislatura, sobre todo durante la tramitación de la Ley de Moratoria, y esa debilidad (unida a las crisis con sus socios del PP en el Ejecutivo) hicieron que Rodríguez tuviera que someterse a una moción de censura por parte del PSC que lideraba Juan Carlos Alemán.

Aunque ganó la censura y culminó su Presidencia, Rodríguez no ganó la batalla de repetir candidatura, sobre todo porque el líder de Ican era Mauricio, que ya había pactado con las AIC que en 2003 el candidato fuese Martín. A Rodríguez se le ofreció el caramelo envenenado de ser vicepresidente del que había sido su vicepresidente.

Pero tampoco pudo ser. Las tensiones insularistas en el seno de CC seguían siendo más fuertes que la concepción regionalista (o nacional) de Canarias.

ATI impuso la alternancia y apoyada por las organizaciones insulares de CC de las restantes islas (Ican, AM, API, AGI y CCN en La Gomera, sobre todo) propuso como 'número dos' a María del Mar Julios, una diputada vinculada a Mauricio, que se convirtió en hombre fuerte de CC en Gran Canaria y consejero de Economía y Hacienda del Gobierno regional.

Pronto se comprobó que Rodríguez no iba a desempeñar el papel de comparsa ni de ser un presidente títere manejado por los hilos de Martín y de las AIC.

A todas estas, Rodríguez obtuvo el premio de consolación de ser en 2004 'cabeza de lista' por Las Palmas al Congreso, haciendo tándem con Rivero, que empezaba a convertirse en el hombre fuerte de CC en la provincia occidental, con la promesa de que en 2007 la 'alternancia' le haría de nuevo ser candidato a la Presidencia.

Pero llegó 2007, y el candidato fue Rivero, portavoz de CC en el Congreso durante la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero y que había alcanzado relevancia nacional al presidir la Comisión de Investigación sobre el atentado de Atocha del 11-M. Nuevamente Mauricio había maniobrado para que ATI consiguiera lo que quería: que no hubiera alternancia y que Martín no repitiera candidatura.

Esta solución se saldó con la salida de la mayoría de la militancia de CC en Gran Canaria, que formaría una nueva fuerza política nacionalista y progresista: NC, liderada por Rodríguez y con el peso electoral que le otorgaba ACN.

La fractura pasa factura

NC se decantaba por un apoyo al PSOE en Madrid y a un pacto de Gobierno con el PSC en las Islas (como decía el argumentario de la propia CC: pactar con quien gobierna en Madrid), pero las AIC no estaban por la labor de dejar la Presidencia del Ejecutivo, y menos aún en manos de Juan Fernando López Aguilar, que había conseguido la proeza de obtener 26 diputados y convertir a los socialistas en la primera fuerza política de las Islas.

NC no consiguió representación, por culpa del sistema electoral, en el Parlamento regional en 2007, pero sí logró debilitar a la organización política que llevaba liderando el Archipiélago desde 1993.

La fractura de la importante base electoral grancanaria significó para CC la pérdida de su posición como partido más votado en Canarias en las elecciones autonómicas y una importante disminución en el número de sus diputados.

La soterrada pugna para la nominación del candidato a la Presidencia que vive Paulino Rivero actualmente es la misma que se produjo en 1999 y en 2003.

Socialistas y conservadores sobrepasaron a los nacionalistas en Gran Canaria, que solamente obtuvieron un diputado (María del Mar Julios).

Sólo sus buenos resultados en la provincia de Santa Cruz de Tenerife y en Fuerteventura hicieron que CC no fuera la tercera fuerza política en el Parlamento regional.

Una debilidad que aumentó con la pérdida del diputado de la circunscripción de Las Palmas en los comicios generales de 2008, lo que reducía el grupo de CC en el Congreso a sólo dos representantes (ATI y API).

Lejos quedaban los cuatro diputados nacionales y cinco senadores conseguidos en 1993, un éxito que se tradujo en la consecución de grupo parlamentario en ambas Cámaras legislativas nacionales y la posibilidad de ser decisivos en los últimos gobiernos minoritarios de Felipe González o el primero de José María Aznar.

El equilibrio interno entre Gran Canaria y Tenerife y entre ambas provincias en el seno de CC se había roto en 2007. La provincia de Santa Cruz de Tenerife mandaba y podía imponer que de nuevo Rivero fuese candidato en 2011. Como así fue.

CC gobierna desde hace 20 años, cierto, pero ha fracasado por su empeño en mantener la Presidencia del Ejecutivo en consolidarse como un partido que supere el estrecho ámbito de una coalición de formaciones insulares y convertirse en una gran organización nacionalista regional.

El V Congreso de 2012 fue un paso hacia ello, pero las tensiones insularistas (combinadas por las ambiciones de poder personal en uno y otro bando) pueden volver a llevar al fracaso al proyecto.

El peso insular-electoral

La organización regional sigue descansando ahora como hace 20 años sobre equilibrios basados en el peso de cada partido en el conjunto regional en base a su peso electoral y político insular. Esta aparente regionalización esconde, por tanto, que el verdadero poder de CC sigue siendo el de cada una de las formaciones que dominan una organización insular.

Rivero desbancó en 2007 a Martín como candidato tinerfeño gracias, precisamente, a su control sobre la organización insular, y a Rodríguez porque ACN apenas si tenía presencia en el organigrama de CC.

Y es que el mal que aqueja al partido que lleva gobernando dos tercios de la historia de la autonomía le aquejan los mismos males que a la propia Comunidad Autónoma: pese a su nacionalismo superador del pleito, no ha podido acabar con el peso de lo insular en su organización interna, sobre todo, en las elecciones autonómicas y locales o al Senado, debido a que la circunscripción es insular.

Los problemas derivados de la difícil articulación entre isla y región en la historia del Archipiélago son los mismos que afectan a CC.

Si se superan las dificultades en la concepción de la autonomía como una sola y no la suma de siete, es posible que CC haga lo propio consigo misma.

O, quizás, hasta que CC no lo haga, no se podrá conseguir que Canarias sea 'una sobre el mismo mar'.

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