Del binomio sol y playa-ladrillo al monocultivo turístico

Playa de Maspalomas, Gran Canaria.

Román Delgado

El análisis macroeconómico actual refleja con claridad que Canarias, tras al menos cinco años consecutivos de honda recesión (de 2009 a 2013), ya ha dejado atrás la crisis. Esto en lo formal, que es justo lo que se puede sostener según los últimos registros oficiales publicados sobre el comportamiento del producto interior bruto (PIB) de esta comunidad autónoma y las restantes de España, más las ciudades de Ceuta y Melilla.

La crisis pasó, bien, pero esto solo es así si el análisis se realiza atendiendo al comportamiento de los grandes números de la economía regional, sin echar un buen vistazo al paro y sin andar por otros recovecos. Al cierre del ejercicio de 2014, atendiendo a los datos servidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) dentro de su Contabilidad Regional de España (2010-2014), trabajo difundido el miércoles 23 de diciembre pasado, Canarias experimentó un crecimiento en su PIB del 1,7%, 0,3 puntos por encima del promedio nacional (1,4%), y con una velocidad de salida de la recesión que coloca a las Islas en el pelotón de cabeza autonómico (en la cuarta posición), junto a las regiones que mejor lo han hecho: La Rioja, Comunidad Valenciana y Murcia, con el 2%, el 1,9% y el 1,8%, respectivamente.

Hasta aquí, todo perfecto, pero, como se sabe, esta crisis ha sido mucha crisis y, por ello, ha dejado potentes huellas en el modelo económico del Archipiélago. De entrada, se puede afirmar que lo ha transformado de un sistema económico general en el que la riqueza principal era generada por el binomio turismo-construcción (el esquema hasta 2008) a otro modelo hoy poco parecido porque ha ido desapareciendo ese dueto y ya solo queda el turismo a sus anchas, o mejor, el sector servicios, por plantearlo en un sentido más amplio, el que también incluye, por ejemplo, el comercio.

La crisis, y así se puede sintetizar sin riesgo a la equivocación, ha conseguido que Canarias pase de la dependencia extrema, antes de 2009, del binomio turismo-construcción a la dependencia extremísima del monocultivo turístico a partir de ese año (de menos a más), un ejercicio que funcionó como verdadero punto de inflexión en el modelo económico. Lo demás que ocurre en el ámbito económico isleño resulta poco relevante, en especial por su escasa influencia en el todo. Así que de diversificación económica, expresión muy manida entre los políticos locales, nada de nada, sino que..., a peor la mejoría, y esto solo dicho por si lo que se deseaba conseguir con ansia era estar menos atado a las decisiones externas.

¿Qué ha pasado en el último quinquenio, en 2010-2014, en Canarias? Pues muy claro: por un lado, el efecto descomunal del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, igual que en el resto de España, lo que ha generado que el globo del ladrillo poco a poco haya ido perdiendo aire en las Islas hasta quedarse en menos de la mitad de lo que representaba en 2008, y por otro, el triunfo esencial y salvador del turismo, que prácticamente en todos los años de esta prolongada crisis ha ido dando una sorpresa positiva tras otra, a lo que sin duda han contribuido varios factores externos: los problemas políticos y bélicos en destinos competidores de la cuenca mediterránea, los precios más bajos del petróleo y la fortaleza de la libra frente al euro, solo por citar los más relevantes.

En el periodo 2010-2014, siempre según se recoge en las últimas estadísticas de la Contabilidad Regional (serie 2000-2014) de España publicadas por el INE, el PIB a precios de mercado y en variación de volumen de la Comunidad Autónoma de Canarias ha ido cambiando de la siguiente manera desde 2010 (base 100) hasta 2014: 2011, con el 99% de la riqueza del año anterior; 2012, con el 97,1; 2013, con el 96,3, y 2014, con el 97,9 (2,1 puntos menos que el dato de 2008, antes de la crisis, según la base 100 fijada en 2010). El año pasado, el PIB absoluto del Archipiélago alcanzó la cifra de 40.753,3 millones de euros, por los 41.248,7 del ejercicio de 2010 y los 42.582,3 de 2008.

En ese recorrido de cinco años, solo hay dos ramas de actividad o sectores productivos, atendiendo a cómo los diferencia el INE, que crecen de forma progresiva del año 2010 al ejercicio pasado. Son los servicios, gracias sobre todo al empuje del turismo y del comercio (el año pasado ya había superado en 9,1 puntos la generación de riqueza obtenida en 2010, la base 100), y las actividades inmobiliarias, con el 110,7, aunque en este caso con débil influencia en la economía regional.

El primero de esos bloques acaparaba el 29% del PIB regional en 2008, mientras que ahora ese umbral, el vinculado al potencial turístico, se halla más elevado, con el 32% (12.919 millones de euros a precios corrientes), lo que justifica que se afirme que la crisis ha hecho más dependiente a las Islas de la llegada de visitantes, principalmente de los extranjeros.

En el otro extremo se hallan los sectores más castigados por la recesión, entre ellos la ya citada construcción, que merece un análisis aparte, y las actividades agropesqueras e industriales. La construcción no ha dejado de perder peso en la economía regional desde 2008 en adelante, hasta llegar a representar en 2014 solo el 67,2% de lo que tuvo en 2010 (base 100). Algo parecido, pues no ha sido un descenso tan acusado, es lo detectado para los sectores primario y secundario, con el 82,5% en 2014 para el primero de éstos, respecto a la base 100 de 2010, y con el 76,3% para el segundo, también siguiendo el mismo modelo de comparación.

El leñazo del ladrillo en las Islas

Lo ocurrido en Canarias con el desbocado sector de la construcción no es un tropiezo ni cosa que se le parezca; es peor, mucho peor, y como mínimo se debe hablar de un leñazo en toda regla. En el año 2008, cuando todos los agentes económicos locales se las prometían muy felices, la construcción aportó 3.842,4 millones de euros a la economía regional, una cifra que el año pasado, en 2014, solo seis ejercicios después, se ha quedado en un dato ridículo de 1.735 millones (menos de la mitad). La caída al infierno del que fuera uno de los motores de la economía canaria ha sido continua desde aquel año hasta hoy, y parece que aún no cesa.

En el periodo de análisis 2008-2014, el empleo total que se ha destruido en ese sector es brutal, pues en 2008 la construcción aportaba rentas del trabajo a 102.000 canarios, mientras que en 2014 ya solo benefició a 36.800, lo que supuso la pérdida de 65.200 empleos en seis años, que se dice pronto pero implica dejarse por el camino el 80% de los trabajos existentes antes de la crisis en tal rama de actividades.

Pero eso no es lo único malo que ha pasado. Hay más: al ser la construcción una actividad intensiva en mano de obra y antes muy relevante en las Islas, aquellos 65.200 empleos destruidos representan el 50% de los ocupados que se ha dejado por el camino la economía canaria, lo que, dicho de otra manera, es la mitad de los desempleados que estaban a la espera de empleo por esa hecatombe al cierre de 2014.

En Canarias, el empleo total que existía en 2008, antes de la crisis, era de 873.100 personas, por las 744.200 de 2014, con 128.900 menos. De esta cantidad, 65.200 hay que apuntárselos a la construcción. Este dato explica por sí solo que hoy tanto se hable de la difícil colocación de parte de la bolsa de desempleo que generó el estallido de la burbuja inmobiliaria o de la construcción en Canarias. También está en el origen de que se diga que en las Islas hay parados, sobre todo provenientes de la construcción, con más de 50 años, sin formación y con poca capacidad para reciclarse, que nunca más volverán a trabajar. Triste, claro que sí, pero es la misma realidad.

PIB y rentas per cápita regionales

La Contabilidad Regional de España (2010-2014), publicada por el INE el miércoles 23 de diciembre pasado, también aporta datos por comunidades autónomas sobre el PIB nominal per cápita en 2014. Atendiendo a estas variables oficiales, se aprecia que la Comunidad de Madrid registró el valor más alto, con 30.755 euros por habitante, seguida del País Vasco (29.277 euros) y de la Comunidad Foral de Navarra (27.709 euros).

Canarias logró el quinto puesto por la cola, con 19.238 euros por habitante. Por detrás de las Islas se situaron las comunidades autónomas de Murcia (18.325), Castilla-La Mancha (17.636), Andalucía (16.577) y Extremadura (15.457). La media nacional estuvo en 22.412 euros, y la de la UE, en 27.400. Siete regiones superaron el registro medio nacional, y tres de ellas, el de la UE (Madrid, País Vasco y Navarra). El dato del Archipiélago solo representa el 86% del promedio nacional y el 70% del comunitario, muy lejos de las rentas más elevadas. También en términos relativos, el PIB per cápita de la Comunidad de Madrid fue el 37,2% superior a la media nacional en 2014, y el del País Vasco y la Comunidad Foral de Navarra, el 30,6% y el 23,6% superiores.

Recursos líquidos de los hogares

La misma fuente estadística ofrece, en este caso para el año 2013, la renta disponible bruta de los hogares (ya pagados los impuestos directos y la Seguridad Social, entre otros gastos), con el País Vasco como la comunidad autónoma que tuvo un valor más alto, de 18.626 euros (el 32,5% superior a la media de España). A esta región le siguieron la Comunidad de Madrid (17.548 euros per cápita) y la Comunidad Foral de Navarra (17.354). Los registros más bajos correspondieron a Extremadura (con 10.717 euros por habitante), la ciudad autónoma de Melilla (10.802) y Andalucía (11.075).

La renta disponible bruta por habitante español en 2013 fue de 14.059 euros. Ocho de los territorios regionales superaron dicha media nacional, pero Canarias no estuvo, una vez más, en el pelotón de cabeza, pues solo llegó al 85,3% del promedio español (con 11.922 euros por habitante).

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