El Tenerife se quedó los puntos ante el colista y el Heliodoro el mal sabor de una tarde de fútbol espeso, nunca cómodo ante un Arenteiro que le dio el balón y medio campo para atascarle el ataque, que hace al líder más líder pese a la indolencia con la que acometió una cita que afrontó —un punto de relajación en la acometida—sabiéndose seguro de que ganaría por decantación.
Pero ganó el Tenerife, al cabo, por el único remate letal que encontró, más un premio a la progresión de Fabricio —ese jugador que crece semana a semana como si no hubiera un mañana que le perdone la inexperiencia— que a los méritos del grupo, a ratos destensado para ganar duelos y balones divididos, cuando no incapaz de entender que solo jugando al espacio podía dañar a un colista inocente, pero al menos rival digno.
Que lo de Fabricio luciera en la resolución de un córner no parece casual. Rentabilizó el balón parado con un remate inteligente, un cabezazo preciso al único hueco libre en la puerta del Arenteiro resuelto con los pies el suelo. Otro gesto del jugador dotado recursos, camino de meterse en el bolsillo a esta parroquia que casi se emociona lo mismo marque Fabricio o entre Maikel Mesa a por sus minutos en los epílogos.
La visita del último de la tabla tenía la trampa ya habitual de este curso. Un enemigo blando tras dos goleadas autoritarias y un partido obligado a monopolizar la posesión frente a dos líneas muy juntitas —Brais incrustado como tercer central cuando el Arenteiro defendía— y los exteriores obsesionados para tapar los desdobles de David o las penetraciones de Alassan.
Con los visitantes recluidos en treinta metros y la pelota de lado a lado, el Tenerife arrancó como si no supiera lo previsible, concedió en dos minutos un tiro limpio en una caída al área de Cuéllar —el único entre los palos de Dani en todo el encuentro— y se entregó a un ejercicio desesperante entre la descoordinación en los movimientos y la imprecisión en las entregas que no le cundió salvo cuando se aparecieron en el área para culminar Nacho Gil y Gallego, antes de que Fabricio por fin acertara.
Entre tanto, Alassan y César perdieron media hora para ponerse de acuerdo en que uno arrastrara y el otro jugara vertical para ser profundo. Y cuando Fabricio le daba salida al equipo en las vueltas que permitió el Arenteiro cuando se desplegó lejos de su área, el Tenerife o se partía en dos y no hallaba una descarga o se enredaba tratando de filtrar un balón interior entre un mar de contrarios.
De la espesura terminó de rescatarlo, otra vez, el gol originado por Nacho Gil desde el córner en el encuentro de Tribuna y Herradura. Por una vez esta tarde, después de sendos por la esquina contraria que si muy largos o muy cortos, la puso mansa al palo corto, allá peinó Enric Gallego —vital luego para cortar una contra del Arenteiro con David superado— y acabó por resolver la estrategia Fabricio y su definición, un gol para listos de ideas rápidas.
La vuelta de la pausa ni el gol desataron al Tenerife, definitivamente opuesto al que avasalló a Celta Fortuna y Arenas. De más a menos en el segundo acto, fue perdiendo el medio juego en lo que el Arenteiro metía refresco en todas las líneas e intuía la incapacidad del rival para dominar el partido, acentuada cuando Baldé relevó a De Miguel para enredarse entre sus habituales conducciones hacia la nada y los tiros a la grada. Cuando hizo propósito de enmienda, ya le había cogido la matrícula. Y cuando le tocó tapar una subida de Alpha, lo defendió a diez metros y con la vista. En otra situación, la cosa habría acabado en tragedia.
Cervera le dio otra media horita a Maikel Mesa, hoy, intrascendente, en la línea del común y un fisco al final para que Juanjo y Ulloa relevaran a los medios y Noel López se arrumbara a una esquina sin tiempo para que le luciera un regate. Entre lo que se asemejó a esas tareas atendidas de aquella manera —con el Arenteiro fiado a que de un servicio colgado al área le amaneciera el empate—, el Tenerife le hizo un destrozo al partido del que solo escapó la voluntad de Nacho Gil por romper el tedio.
Tapando, robando, con el balón al pie o en carrera jugando desplegado, es, de largo, el jugador diferencial de los blanquiazules. Llega con una velocidad más que el resto al último sexto y deja la duda de qué Tenerife veremos el día que una sanción o una lesión le saquen del once. Entre tanto, con 31 puntos en el saco, el colchón con el segundo ya es de siete puntos. Se verá.
(1) CD Tenerife: Dani; César, Landázuri, León, David; Alassan (Maikel Mesa, min. 71), Aitor Sanz (Juanjo, min. 86), Fabricio (Ulloa, min. 86), Nacho Gil (Noel López, min. 86); De Miguel (Baldé, min. 63) y Enric Gallego.
(0) CD Arenteiro: Alvin; Jordan (Alpha, min. 69), Lohr, Eliseo, Diego Moreno; Cuéllar (Martín Ochoa, min. 69), Brais (Dani González, min. 64, Álvaro Bastida (Guerrero, min. 88), Safrai (Pablo Moyá, min. 64); William y Mingo.
Gol: 1-0, min. 42: Fabricio.
Árbitro: Juan Manuel Gordillo Escamilla (comité valenciano). Amonestó a León (min. 30), Baldé (min. 78), Aitor Sanz (min. 84), Nacho Gil (min. 85) y Ulloa (min. 90+7); y a los visitantes Brais Val (min. 14), Jordan (min. 27) y Mingo (min. 90+1.
Incidencias: Partido de la décimo cuarta jornada del Grupo I de la Primera Federación 25-26. Estadio Heliodoro Rodríguez López, ante 10.826 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del padre del jardinero del estadio, Yoyi Gutiérrez, y del obispo emérito de la diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez.