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Las partes del todo

José Miguel Galarza

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¿Qué necesita un futbolista para hacer bien su tarea? Dividamos la lista entre lo que debe poner de su parte y lo que deben poner a su disposición. En lo primero: aptitud, motivación, talento, condición física, destrezas técnicas, habilidades sociales para el trabajo en equipo, un cierto interés por la competición y los rivales, predisposición para el aprendizaje y aquello que no sé si se sigue llamando entrenamiento invisible (alimentación cuidada, descanso regular, evitar actividades de riesgo y los tres noes: fumar, beber alcohol y trasnochar).

Entre lo segundo: un conjunto de jugadores adaptado a los objetivos de la temporada, cobrar adecuada y puntualmente, disponer de preparadores y medios de entrenamiento capaces y suficientes, viajes que permitan el descanso previo al partido. Y, en el caso de la competición de élite, un apoyo ambiental que eleve la autoestima.

Cumplido más o menos todo lo anterior, añadamos lo que pone el rival —y lo que da o quita un arbitraje—, los frutos del azar de los postes, los resbalones y las caídas —si es que existe el azar porque, como recordó Lasso, todo lo que pasa conviene—mézclese, cocínese y repártase en 42 partes proporcionales a las jornadas en las que se divide la Liga de Segunda División. Mediado cada mes de junio conoceremos para qué da el guiso.

A 21 de diciembre, andamos empeñado en que la Liga del Tenerife se decida por lo que hacen o dejan de hacer el presidente y los altos empleados del club, por lo que harían los que quieren ocupar su sitio y por lo que dicen o callan los periodistas, esa especie que acrecienta su descrédito y el riesgo de desaparecer en tanto se esfuerza en dedicar más tiempo a opinar, gratis et amore Dei, por supuesto, que a describir o explicar sin condimentos personalísimos.

Es todo ello cosa muy propia cuando queremos señalar antes al dedo que a la luna porque el fútbol — o el deporte que uno conoció por dentro a una escala de menor dimensión, pero igualmente comparable—, arranca de una suma de compromisos individuales, de todos los relacionados en un acta, que adquiere su mayor valor cuando la carencia de lo que al deportista le deben facilitar se suple con lo que el deportista debe poner de su parte. Es esto último lo que uno empieza a echar de menos en este Tenerife, imprescindible aún más si solo queremos reducir el problema a Concepción o Clavijo, Serrano o Moreno y, ahora, Garai o Baraja.

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