¿Jerónimo McCain?

Ojalá que Obama arregle todos los problemas del mundo y Juan Fernando los de Canarias, pero en momentos como éste uno prefiere ir a dar consuelo a los perdedores si saben asumir su derrota con dignidad y “fair play” ?la victoria tiene muchos padres pero el fracaso carece de progenitor conocido. Por eso me ha admirado la reacción del conservador McCain. No aceptó nunca insultar a Obama ?tal y como le reclamaban sus más exaltados seguidores? y aceptó su derrota con honor y grandeza: “Me comprometo a hacer todo lo que esté en mi mano para ayudar a Obama a liderarnos a través de los muchos desafíos a los que nos enfrentamos” o “la derrota es mía, no vuestra”, dirigiéndose a sus militantes. Todo esto confirma que el Imperio está ahí por algo, que la democracia la inventaron los anglosajones y que el respeto mutuo entre mayorías y minorías es lo que dignifica el sistema. ¿Será esa la actitud de Jerónimo Saavedra, escudado en su silencio?. Aún recuerdo aquí cuando Mariano Rajoy insinuó por TV tras el atentado del 11-M que las elecciones podrían no celebrarse y como se empeña en despeñarse una y otra vez porque él no tiene culpa alguna en sus reiterados desastres. O como ahora son los comunistas de IU los que han puesto en duda el censo para votar al sustituto de Llamazares. Obama ha proclamado que su deseo es unir fuerzas más que separar ideologías, y pretende sumar en su proyecto a “negros, blancos, jóvenes, viejos, ricos, pobres”, sin ocultar que considera obsceno el derroche especulativo y multimillonario de Wall Street ?cuya resaca debemos pagar ahora entre todos? en un país que será muy rico pero es más insolidario que España: 50 millones de personas carecen de asistencia sanitaria pública, y por eso nació el movimiento “Salud Para Todos” (Health Care for All) que ha apoyado a Obama. Aquí López Aguilar amplía su Ejecutiva e integra a todas las “familias” abrazando la misma idea. Pero hoy los heridos de guerra son Jerónimo y McCain, que además merecen un respeto añadido por su edad y su hoja de servicios. No reconocerlo ensombrecería unas victorias que parecen confirmar un cambio de ciclo que comenzó en 2004 y que, como los anteriores, podría durar una década.

Federico Utrera