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Cristóbal D. Peñate

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Podemos ha subido de manera espectacular en apenas un par de años de vida no solo porque sus dirigentes hayan salidos por televisión o sean telegénicos. Podemos ha subido como la espuma aupado por sus enemigos, principalmente por la derecha pero también por la izquierda light y auto complaciente.

Desde que nació esta formación no ha habido un día en el que sus contrincantes políticos no la hayan puesto a parir, en algunas ocasiones con razón pero en la mayoría de ellas sin ningún sentido. Cuanto más atacaban al partido de Pablo Iglesias más subía en las encuestas. De hecho, el partido que hace seis meses quedó en tercer lugar, tras los dos pesos pesados de siempre, está siendo en esta campaña electoral el blanco de todas las críticas del resto, incluido Ciudadanos, el otro emergente, por lo que sus adversarios le están dando un excesivo protagonismo que ellos solos no habrían conseguido. Pablo Iglesias se los agradece profundamente.

En su primera comparecencia electoral Podemos sacó cinco eurodiputados cuando la mayoría de los sondeos le daban como mucho uno. Tras las siguientes municipales gobierna ayuntamientos tan importantes como Madrid, Barcelona, Zaragoza, La Coruña, Santiago o Cádiz. En Gran Canaria, sin ir más lejos, cogobierna instituciones importantes como el Cabildo o el Ayuntamiento capitalino. A pesar de todos los agoreros, en el primer año de mandato no ha ocurrido nada grave ni se ha hundido la tierra.

En las elecciones generales de final del año pasado volvió a demostrar que es una fuerza en alza que cada día cuenta con más respaldo de la población. Todas las encuestas le dan ahora el segundo puesto, a muy pocos puntos del PP. En solo dos años se ha convertido en la auténtica alternativa de gobierno, pasando por la izquierda a los socialistas.

Ni el PP ni el PSOE, y mucho menos Ciudadanos, han sabido contrarrestar la fuerza emergente e imparable de Podemos. Ahora, en coalición con IU, Unidos Podemos parece más fuerte que nunca. Le afearon que protestara en la calle y fuera antisistema. Ahora que se ha presentado como partido a unas elecciones del sistema, le nombran Venezuela y Grecia. Da igual.

La estrategia de la descalificación y del insulto hacia sus dirigentes no han dado resultado. Cada vez que los critican suben un punto más en los sondeos demoscópicos. Es de ingenuos pensar que se trata de un partido de perroflautas cuando en él hay militares, jueces, fiscales, funcionarios, abogados, arquitectos, ingenieros, médicos o periodistas. Es imposible que en España haya seis millones de perroflautas, aunque si sus adversarios lo piensan, pero para ellos. Es un partido que se ha consolidado por méritos propios pero también por deméritos ajenos. Populares, socialistas y ciudadanos no saben cómo Podemos agradece su colaboración.

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