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Pesca y caza por Juan Cruz

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Parece ser que Soria se olvidó en sede judicial de decir todo lo que sabía, o porque no quiso o porque no le preguntaron. Incluso omitió decir en sede tan solemne que votó a favor de aquella concesión cuando el trámite llegó al Parlamento regional, y no sólo le acribillaron luego a preguntas, sino que además publicaron el vídeo en el que se ve levantado emitiendo su sufragio e investido de su obligación de diputado.

Pesca y luego caza. El periodista contra el que más ha cargado resulta que es periodista, pero que sólo ejerce, ahora, de crítico de música; es Guillermo García-Alcalde, asturiano, consejero delegado de los periódicos de Prensa Ibérica, cadena a la que pertenece La Provincia, que es donde más abundante información se ha publicado sobre la comparecencia judicial del antiguo presidente del Cabildo y hoy vicepresidente del Ejecutivo canario.

Soria dice que el mencionado ejecutivo de la prensa ha puesto a sus huestes a husmear, y a organizar una cacería en su contra por un asunto de concesiones televisivas digitales terrestres. “Me dijo un día”, dijo Soria, “que se quería cargar el Gobierno”. García-Alcalde dijo que no era el caso, que él nunca había dicho eso. Lo cierto es que Soria ha reinventado, para las relaciones entre la prensa y el poder, el método Ollendorf: que no me gusta lo que dicen, manzanas traigo. Utilizando ese habilísimo método de responder a las informaciones de prensa sobre lo que ha dicho o no ha dicho, omite un dato más del drama: que la acusación sobre el citado viaje, que es la madre del salmón, vino de otro medio, Canariasahora, y debió de ser tan seria la cosa que el juzgado quiso pedirle cuentas. Y lo que luego ha publicado el diario a cuyo consejero delegado el vicepresidente canario acusa de cazador es más o menos lo que dicen que dijo en el juzgado el popular político popular.

Los políticos suelen apelar a la presunción de inocencia cuando les rozan las balas de la prensa, o de la justicia, pero cuando se les tuerce el gesto ven en los periodistas a personajes deshonestos y venales que usan su poder para disparar perdigonadas. En medio de esa humasera (como se dice en Canarias) creen que romper el espejo es suficiente para que deje de existir su retrato.

*Publicado el domingo en la edición nacional de El País.

Juan Cruz*

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