Parece que la lógica de las cosas y el sentido común han entrado en el litigio que mantienen el Ayuntamiento de Telde, a través de su participada Aguas de Telde, con el escultor Sergio Gil. Ya saben que éste está cabreado por el trato recibido por una escultura suya que le encargaron en el anterior mandato municipal y que, tras el advenimiento del nuevo régimen monárquico a Telde, fue a parar, destrozada, a un solar. A finales de la semana pasada ya se sentaron el escultor con el gerente y el abogado de Aguas de Telde, Antonio Díaz y Mateo Batista, respectivamente. La reunión se produjo por indicación del alcalde, Paco Valido, lo que hacemos constar porque es bueno reflejar el histórico momento en que un cargo público recula y reconsidera sus posiciones. Todavía no hay acuerdo, que sepamos, pero ya hay un intento, que es algo.