Ya con su casa de la calle Goya vendida, Soria se encontraba sin vivienda, lo que resolvió con una llamada al empresario Javier Esquivel, uno de los más poderosos e influyentes operadores portuarios, que por aquel entonces, año 2004, negociaba con Luis Soria, hermano del actual ministro y a la sazón consejero de Industria del Gobierno de Canarias, su participación en el reparto de potencia eólica mediante el muy privilegiado plan de otorgarle una concesión en el dique del muelle de Arinaga. El negocio de Esquivel iba a ser redondo: un suelo público en una zona de vientos privilegiada sin presentarse al concurso de asignación de potencia. Pero hacía falta que el Cabildo, que presidía Soria, ordenara a su empresa Megaturbinas de Arinaga que desistiera del mismo propósito, de su único propósito social: instalar dos megaturbinas en el Puerto de Arinaga, como su propio nombre mercantil indicaba. El Cabildo concedió esos deseos y José Manuel Soria pasó a habitar de manera gratuita por un periodo de entre diecinueve y veinticuatro meses un chalet de lujo, propiedad de una empresa de Esquivel, en el vecino municipio de Santa Brígida. El precio que Esquivel había cobrado a su anterior inquilino por la misma propiedad era de 1.600 euros al mes, lo que significa que Soria pudo ahorrarse, solo por este concepto, alrededor de 38.000 euros. Así vamos amasando patrimonio, así.