El despiporre de la operación Góndola fue colosal precisamente porque en las conversaciones intervenidas por la Policía se detectaba que los investigados ya conocían detalles de la investigación. Y hasta se atrevieron a poner en marcha pesquisas por su cuenta, como indagar en el IBI municipal si la comisaria que dirigía Góndola tenía o no tenía un apartamento en Mogán. Pero el remate del descaro con el que actuó la camarilla policial del PP se produjo el 23 de enero de 2007, cuando la Policía detuvo al alcalde de Mogán y entró en su despacho, con orden judicial, para registrarlo. Como se podrán imaginar, no encontraron nada de nada, salvo un anómimo insultantemente colocado en el centro de la impoluta mesa de Paquirrín, un anónimo fechado en agosto de 2006 en el que se relataba a la primera autoridad municipal qué aspectos de su actividad pública se estaban investigando y en el que se resaltaba que todo respondía a una operación de desgaste del Partido Popular. El autor del anónimo conocía con mucho detalle los nombres de otros investigados y algunos aspectos de la investigación muy concretos, lo que automáticamente llevó a la Policía a sospechar de dos de los suyos, precisamente de la camarilla policial del PP.