No vive sus momentos de mayor esplendor el PP canario, metido como saben en un sinvivir después de que algún alma malvada le echara una especie de conjuro. Pierden alcaldías, pierden presencia en el Gobierno, se rompen municipio a municipio, las encuestas les agobian y por si fuera poco, hasta el líder natural demuestra que es de carne y hueso a la hora de darse talegazos y romperse unos dedos. Puede haber sido eso o la confluencia de otros duendes lo que hizo que el viernes pasado quedara un poco desangelada la cena de navidad del PP grancanario. Celebrada en los salones anexos al auditorio Alfredo Kraus, tan sólo contó con la presencia de unos 300 militantes, pero con un amplio ramillete de ausencias. No estaba Soria, que se encontraba en cruzada constitucional, pero tampoco estaba Larry, de vacaciones en Roma. Ni siquiera se acercó por allí el matrimonio Calcines a comentar la caída del Dedo de Dios, ni Juanjo Cardona, el del golf; ni el alcalde de Mogán, ni Luis Soria, ni Pedro Luis Cobiella. Cierto es que algunas ausencias fueron más sentidas que otras, para qué les vamos a engañar.