Lo que la vamos a contar le ocurrió este último mes a un asiduo lector de este periódico, empresario por más señas, abonado de Telefónica de toda la vida, y además con unas facturaciones de echarse a temblar. Pues bien, en un recibo de la compañía aparecían correctamente todos sus datos fiscales, la dirección de su industria y la ciudad, Las Palmas. Pero, a continuación, para que el cartero no tuviera dudas, se añadía “Santa Cruz de Tenerife”. O sea, que Las Palmas es ciudad de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. No nos imaginamos al mismo escribidor o escribidora de facturas poniendo, por ejemplo, Barcelona-Madrid; o Cáceres-Badajoz, o La Coruña, provincia de Vigo. Y mucho menos si se tiene en cuenta que la facturita en cuestión era por incluir el nombre de la industria en las guías de Telefónica, que cada día informan más y mejor, como se podrán imaginar. Lo que estaba impecable en la factura de nuestro comunicante era el importe, ahí sí que no fallan los tíos.