Soria cada vez está más cerca de conocer el asunto casinos en toda su extensión, pero por boca de persona ajena. No es que él vaya a aprender nada nuevo, pero no es lo mismo saberlo que oírselo a un propio. Ya les dijimos el otro día que no va a haber casino porque el tiempo devora hasta a sus hijos, como ya dejara claro Goya. El secretario general de la Asociación Española de Casinos, Heliodoro Giner, tiene cogida la matrícula al hombre que odia el juego, pero juega a los odios y a los quereres. Este viernes le dio un buen repaso y mención especial merece el capítulo destinado a desmantelar las florales comparaciones que hizo el mandatario grancanario hace escasas fechas. Recuerden que para Soria lo mismo da una carnicería, una farmacia o un casino. A gusto se quedó tras hacer ver que lo suyo es sólo un ataque de liberalismo coherente con su modo de entender la vida. A Giner no se le escapó que mientras Soria hacía esas comparaciones, olvidaba que para la apertura de casinos, a diferencia del resto de sectores, sí existen decretos planificadores, por cierto aprobados con el voto favorable del partido de su ultraliberal excelencia. Cuando no tiene nada que decirse, pasan estas cosas.