Para poder ejecutar el puerto de Granadilla, un capricho hecho a la medida de los grandes constructores tinerfeños, hubo que llevarse por delante muchas cosas. La más grave en apariencia es el campo de sebadales de Cymodocea nodosa, una especie que contribuye de manera muy destacada a los ecosistemas marinos canarios. Fue descatalogada para poder ejecutar esa faraónica obra de la que solo se han beneficiado hasta ahora las empresas constructoras y los importantes políticos y hombres de negocio (no necesariamente por ese orden) que poseían suelo industrial o susceptible de pasar a serlo, en la zona en cuestión. Pero siendo grave el pelotazo empresarial y urbanístico y siendo aún más grave el atentado ecológico, lo que quedó herida una vez más en el caso de Granadilla ha sido la credibilidad de las instituciones canarias, empezando por su Gobierno y siguiendo por todas las demás que se sumaron entusiásticamente a esta operación tan hedionda. Y el Parlamento, incapaz de tramitar una iniciativa legislativa que impidiera el atropello. Y los partidos políticos, todos los llamados más representativos, que ?unos con más empuje que otros- han permitido el pelotazo de Granadilla. Por eso resulta absolutamente indignante ver a esos partidos, instituciones, protomártires de Tenerife defender ahora al puerto de Santa Cruz.