Es filosofía aceptada y compartida dentro del PP y de los movimientos liberales del mundo mundial que donde esté lo privado, que se quite lo público. Así que es comprensible que si un negocio lo puede hacer un compañero de pupitre o un casero, lo mejor es dejar el camino expedito. Así las cosas, ¿a qué primar los proyectos con suelo público? O a mayor abundamiento, si lo que se pretendía era dar cancha a los ayuntamientos, ¿por qué dejó Luis Soria morir la empresa mixta Vientos del Atlántico, en la que participaban consistorios, ITC y Unelco? La motivación principal de esa empresa no era otra que permitir que los ayuntamientos rebajaran su factura eléctrica mediante los beneficios de la energía eólica. Como Megaturbinas de Arinaga, que iba a ser la gran panacea para la Sociedad de Promoción Económica de Gran Canaria, y ahí la tienen, haciendo encajes de bolillos.