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''El diablo se viste de Prada y la diablesa de Paule Ka''

“El diablo se viste de Prada y la diablesa de Paule Ka”. Esta frase, que circula en el Partido Socialista (PS) francés, es reveladora de ciertos sentimientos que genera su flamante candidata al Elíseo, Segolene Royal, quien ha encajado otras peores.

Desde su supuesta falta de consistencia y de experiencia hasta su mal carácter pasando por las incompatibilidades que puede conllevar el ser madre de cuatro hijos, las “frases asesinas” contra Royal han venido de todos los frentes, incluido el suyo propio.

De todas, las que parece que más mella le hacen son las de tinte machista, tal vez por el recuerdo de un padre militar y tradicional, hostil a que hiciese estudios universitarios y para quien el futuro de sus hijas pasaba por casarse y cuidar de su hogar.

De esa experiencia dolorosa -llevó a su padre a los tribunales y ganó por no sufragarle los estudios- y posiblemente humillante, Royal, de 53 años, sacó un carácter de hierro, un espíritu feminista y la habilidad de luchar en solitario contra los obstáculos, pero sobre todo una fuerte aversión a todo lo que huela a machismo.

Precisamente, las acusaciones de machismo dominaron la recta final de la campaña a las elecciones internas socialistas de este jueves, que finalmente la han consagrado como la “elegida” para batallar por el Elíseo, por obra y gracia de los militantes socialistas.

El lunes pasado, en su mitin de París, Royal lanzó un llamamiento a las mujeres para que le dieran su apoyo y enarboló el supuesto machismo de sus rivales: Dominique Strauss-Khan y Laurent Fabius.

Royal, que tiene la habilidad de que se la encuentra donde no se la espera, decidió ajustar ese día las cuentas en público, y de nada sirvió después que los aludidos negaran la mayor.

A Fabius le atribuyó haber dicho de ella cuando se presentó como candidata: “Pero, ¿quién va a cuidar de los niños?”, fruto de su unión -sin matrimonio de por medio- con el líder del PS, Francois Hollande, a quien conoció en la prestigiosa Escuela Nacional de la Administración (ENA).

En la boca de Strauss-Kahn puso: “Haría mejor en quedarse en casa en vez de leer sus fichas de cocina”, en alusión a una de las frases “gafes” con las que Royal se ha descolgado durante la campaña.

Detrás de esos comentarios hay “un poco de machismo”, según Royal, quien, no sin ironía, les contestó que sabrá adaptarse al escenario que se abre ante ella sin perder su “virilidad”.

Otros ataques, no menos demoledores, han ido contra su supuesta falta de consistencia y, en ese sentido, una de las municiones más pesadas salieron de los labios del ex primer ministro socialista Lionel Jospin, candidato malogrado de su partido en las pasadas elecciones presidenciales de 2002.

“Las tuberías no dan el contenido”

“Las tuberías no dan el contenido”, sentenció Jospin en una intervención en la pasada universidad de verano del PS, en la que arremetió contra su método de “democracia participativa”.

“La técnica no reemplaza a la política. Hay que tener ideas, convicciones, exponer los retos, decir cuáles serán nuestras decisiones y cuáles nuestros actos para que los ciudadanos puedan juzgar plenamente en el momento de las elecciones”, añadió Jospin, a quien le habría gustado quitarse en 2007 la espina de 2002.

Y, al hilo de su criticada falta de contenido, otro de sus puntos débiles, según sus adversarios, es su inexperiencia y desconocimiento de los grandes retos y crisis del mundo, algo imperdonable para postular a la jefatura del Estado francés.

Ella misma ha aportado los ingredientes para que cuaje esa salsa, en sus poco afortunadas declaraciones sobre la crisis nuclear iraní o la eventual adhesión de Turquía a la Unión Europea (UE).

Su admiración por el primer ministro británico Tony Blair, su defensa del encuadramiento militar de los jóvenes delincuentes, su propuesta de “jurados populares” para evaluar a los políticos o sus ataques a las sacrosantas 35 horas de trabajo semanales también le valieron fuertes criticas, pero ésas propias del debate político.

Lo que sí se consideró como un “golpe bajo” fue la difusión en internet de un vídeo en el que Royal atacaba a los profesores que completan sus ingresos dando clases en empresas privadas.

Gran consumidora de sondeos y de estudios estadísticos, lo que le permite estar en sintonía con la opinión pública y abordar los temas que preocupan a la ciudadanía, Royal ha tenido la habilidad de forjarse una carrera de treinta años en el PS y transmitir al mismo tiempo la impresión de ser una bocanada de aire fresco.

Atractiva y elegante con su casi habitual chaqueta fetiche blanca, la elección de Royal como candidata socialista anuncia, para sus defensores, una nueva etapa de “grandes cambios” en Francia.

Ella ha prometido dos cosas: Ser ella misma y no decepcionar.

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