La sangre y el olor a pólvora inundan Gaza
Mohamed al-Ashi estaba en estado de shock mientras policías y familiares transportaban el sábado entre gritos de “Alá es grande” el cuerpo de su hermano Faris, una de las casi trescientas víctimas mortales del masivo bombardeo israelí en Gaza.
“Pido a Alá paciencia y fortaleza. Que Alá bendiga el espíritu del mejor hombre de la familia”, decía Mohamed con tristeza y llanto contenido poco después de que Faris sucumbiera este domingo a sus heridas en el abarrotado Hospital Shifa de la capital de la franja.
De 33 años, Faris trabajaba en la división de explosivos del movimiento islamista Hamás. Su caso y el de Mohamed refleja el drama que se vive desde hace más de veinticuatro horas en Gaza, donde las fuerzas aéreas israelíes continuaron bombardeando por segundo día consecutivo y el recuento de víctimas ascendía a 282 muertos y 900 heridos.
“Todos los hospitales de la franja de Gaza están en estado de emergencia recibiendo cuerpos de gente afectada por los misiles. Los hospitales carecen de asistencia y equipamiento necesario”, explica el jefe del servicio médico de emergencias en Gaza, Moawiya Hasanein, quien precisó que 120 heridos permanecen estado crítico.
Las calles de la franja presentaban este domingo un aspecto desolador, casi vacías de coches y viandantes; tiendas, escuelas y universidades están cerradas desde el inicio de los ataques contra comisarias, lanzaderas de cohetes, mezquitas, organizaciones caritativas y un canal de televisión del movimiento islamista.
El Gobierno de Hamás ha declarado tres días de luto por la mayor matanza israelí de palestinos desde la Guerra de los Seis Días de 1967, que ha dejado un rastro de muerte y destrucción.
“La sangre y el olor a pólvora están por todas partes en Gaza”, señala Mohamed Abu Hmeid, un policía de 36 años que se encarga de dirigir el tráfico cerca del hospital Shifa -donde algunos pacientes son atendidos en los pasillos por falta de camillas- y consolar a los familiares de las numerosas víctimas.
Hassan Abu Tuha, un residente en la franja, tampoco “había visto nada parecido” en sus veintidós años de vida.
“Las palabras masacre u holocausto se quedan cortas para describir la situación”, dice mientras observa el ir y venir de las ambulancias hacia el hospital Shifa.
“Mientras te hablo tengo miedo a que un misil caiga aquí o cerca de mi casa o mate a alguno de mis seres queridos. Anoche no pude dormir porque los ataques no pararon. ¡Ojala Alá nos regale una jornada sangrienta contra los judíos y sus colaboracionistas árabes!”, clama Abu Tuha.
Abu Hmeid subraya lo “difícil” de “perder amigos y colegas con los que has vivido diferentes situaciones, desde combatir a Israel hasta trabajar a las órdenes del Gobierno legítimo de Hamás” el Ejecutivo islamista de facto en Gaza desde junio de 2007.
Abu Hmedi acusa a Israel, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y algunos países árabes de organizar una “conspiración” contra el “liderazgo islamista y el Gobierno democrático electo de Palestina”, salido de la victoria de Hamás en las urnas en enero de 2006.
Salem Abu Akar, profesor universitario de Gaza, subraya que “de un punto de vista militar, Hamás perdió la batalla desde el primer ataque” porque “la mayoría de muertos son policías”.
“Sin embargo, pública y políticamente, creo que ha ganado. Y ha ganado también apoyo político entre los palestinos y el mundo árabe”, matiza.
Para Abu Akar, Israel tiene mucho que perder con la operación, pues la continúe o no, acabará por acordar una nueva tregua con Hamás, incapaz de detener por medios militares el lanzamiento de cohetes contra su territorio.
Los islamistas, dice, aprovecharán para reforzar su arsenal, y vuelta a empezar.