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1948. “Castigue severamente” del “uso polvos” de talco en Carnaval

María Victoria Hernández

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Los documentos que se custodian en los archivos hablan solos. Informan del pasado y llegan a descubrir y confirmar hechos y sucesos no tan lejanos en el tiempo. Lo cierto es que la autodefensa de la memoria los ha desdibujado de nuestras mentes. Nos parece aconsejable, especialmente para que las nuevas generaciones diferencien la dictadura y la democracia, el recordar algunos de ellos y especialmente en estas fechas de Carnaval.

En 1948 el delegado del Gobierno en La Palma remitía un telegrama al alcalde de Los Llanos de Aridane, y supongo que en igual sentido al resto de las alcaldías de La Palma, dando instrucciones concretas de la prohibición tajante de los festejos y manifestaciones del Carnaval. El telegrama mencionado, con fecha 26 de enero de 1948, se custodia en el Archivo Municipal aridanense. El texto del telegrama, adaptado para una mejor comprensión de lectura, aunque ilustra este trabajo, es el siguiente:

“Suprimidas por urgente disposición fiestas de carnaval y siendo responsables esa Alcaldía mantenimiento orden público (…) Término de ese municipio deberá impedir en lo posible expansiones populares días ocho, nueve y diez próximo febrero uso polvos, caretas, disfraces, serpentinas, confetis etc. Prohibiendo venta y adquisición dichos objetos (…) Castigue severamente infracciones esta orden”.

Las “infracciones” de esta orden del delegado del Gobierno que a su vez recibía instrucciones del Gobernador Civil y este último, del Gobierno Central, recaía ejecutarlas a los políticos locales determinando responsabilidad directa a “esa Alcaldía mantenimiento orden público”. Los objetos y manifestaciones carnavaleras ancestrales perseguidas fueron el uso de “polvos, caretas, disfraces, serpentinas, confetis etc.”. También el comercio y sus familias se vio afectado prohibiendo la “venta y adquisición dichos objetos” y concluye con una inamisibles, al menos desde mi punto de vista: “Castigue severamente infracciones esta orden”, muy propia de esos años.

Esto no viene a decir que los palmeros aún con la prohibición de 1937 seguían “corriendo los carnavales”, que esa era la expresión coloquial de esos años, tal y como lo venían haciendo desde tiempo inmemorial. Tanto fue así que en la posguerra los Carnavales en La Palma sortearon las estrictas prohibiciones del régimen franquista y si esto no hubiera sido así, concretamente, el arrojar polvos de talco o harinas, que hoy identifica a los carnavales palmeros, se hubiera perdido para siempre.

En La Palma, de igual manera que en las otras islas, las clases sociales menos pudientes usaban harinas y polvos de talco para arrojárselas en carnaval. Ese era su único disfraz. La primera referencia conocida y certera data de 1867 cuando el periódico grancanario El Ómnibus, de 30 de marzo, recoge en una detallada crónica del carnaval de Santa Cruz de La Palma que la “bárbara” costumbre de arrojarse cubos de aguas había desaparecido y que “Todos los juegos se reducen a tirar a las ventanas huevos llenos de harina o polvos de olor (especie de bombardeo); entrar en las casas a empolvar y bailar”. Nos parece un tono de cierta tolerancia el arrojarse harinas y polvos de talco.

Los excesos transgresores tradicionales, con raíces medievales, del Carnaval fueron durante siglos reprimidos y perseguidos por las autoridades civiles que respondían a la presión ejercida por parte de la iglesia católica.

En la guerra civil, el 3 de febrero de 1937, por una orden del Gobierno General franquista, se suprime las fiestas de carnaval: “En atención a las circunstancias excepcionales que aconsejan un retraimiento en la exteriorización de las alegrías internas, que se compaginan mal con la vida de sacrificios que debemos llevar, atentos solamente a que nada falte a nuestros hermanos que velando por el honor y la salvación de España luchan en el frente con tanto heroísmo como abnegación y entusiasmo, este Gobierno General, ha resuelto suspender en absoluto las fiestas de Carnaval”. Lo que en una lectura rápida parece ser una disposición transitoria, hasta que durara la guerra civil, se convirtió en permanente hasta 1961 que se autoriza oficialmente el carnaval en la provincia de Santa Cruz de Tenerife bajo el eufemismo de Fiestas de Invierno y en 1977 (dos años después de la muerte del general Franco), recuperan la denominación ancestral de Carnaval.

Hoy en cualquier lugar de la isla canaria de La Palma, sin quien nadie disponga lo contrario o los prohíba como en la dictadura, surgen espontáneas parrandas de hombres y mujeres que lucen sobre si las ancestrales harinas o polvos de talco mientras disfrutan del Carnaval.

María Victoria Hernández

Cronista Oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002) y miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009)

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