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Los 7 pecados capitales del Emprendedor

Rayko Lorenzo

Ya lo decía hace unas cuantas décadas Ralph Waldo Emerson: “Lo que llamamos en otro pecado, consideramos en nosotros como experiencia”. El siguiente artículo trata exactamente de eso, de relacionar los que para mí son los pecados capitales del Emprendedor, de cara a que ustedes, como buenos lectores, no tropiecen en las mismas piedras. Siendo sincero, tropezarán, pero espero y deseo que menos. 

El Emprendedor suele pecar por naturaleza, pero en la mayoría de los casos, sin querer. 

¿Cuándo peca el Emprendedor? Sobre todo en sus inicios, cuanto está arrancando con su proyecto empresarial, incluso antes de subir la persiana. Le suele pasar por no escuchar bien al mercado, por querer correr más de la cuenta, por relajación al pensar que ya está todo perfecto… Como ven, son razones básicas pero de mucho peso a la hora de evitar cometer errores que acaben con nuestra aventura emprendedora. 

Envidia 

Nunca he entendido bien a las personas que sufren esta lacra. Y menos a las que dicen eso de “envidia sana”. ¿Sana? Eso es como si alegáramos “heroína sana”. Algo malo no puede ser sano, y menos para la salud emprendedora. En todo caso, esa “envidia sana”, siguiendo la traducción literal, yo la llamaría “admiración”, que es más positiva. El emprendedor no puede dejarse llevar por los éxitos de la competencia, envidiando a la misma por lo que ha logrado. Debería ser exactamente al contrario. Debería sentir admiración y, después de estudiar esos éxitos, intentar mejorarlos utilizando la innovación. Además, la envidia puede hacer que estén más pendientes de su competencia que de su propia empresa. 

Pereza 

Esta sí la entiendo y ahora que no nos lee nadie, alguna vez la he “padecido”… Suele llegar con los primeros resultados positivos de la empresa. Es como si llegáramos a la cima de una montaña y pensáramos que está todo conseguido. No se despisten, todo lo que sube… baja. Mueren más alpinistas descendiendo la montaña que intentando alcanzar su cota más alta. No es bueno acomodarse. Si logran alcanzar los objetivos que tenían marcados, después de disfrutar (brevemente) de los mismos, vayan a por otros más ambiciosos. Como dije hace algún tiempo en una entrevista a Televisión Española: “Esperar solo lo recomiendo, con orden, en los andenes” .

Gula 

¿No han escuchado esa frase de “murió de éxito”? Seguro que sí. La gula le llega al Emprendedor en diferentes épocas de su trayectoria. Para intentar evitarla, hay que tener claro que el Emprendedor tiene que aprender a decir NO. En muchas ocasiones quiere abarcar todo, coger varios proyectos porque supondrán más ingresos, estar en todos sitios (como Dios) para no perderse nada… Créanme, “teta y sopa no caben en la boca”. Prioricen la calidad antes que la cantidad, pero no solo en la tapa que pidan en el bar de turno… también a la hora de la organización diaria. Hay proyectos que alguna vez no podrán abarcar, por conocimientos, por tiempo, por recursos… aprendan a decir NO. 

Ira 

Conozco, desgraciadamente, a muchos emprendedores con este mal. Viven cabizbajos,  arrastrando las “zapas” por su negocio, cabreados con el mundo… Con sed de venganza frente a otras empresas o emprendedores, frente a clientes que al final se fueron a comprar a la “capi” en vez de al comercio del barrio… El gran problema que tiene la ira, es que se transmite al cliente, es de mal gusto. Si tienen un mal día, no lo puede sufrir el cliente, es el que tiene menos culpa y el que, seguramente, acabará con este mal endémico aunque sea por un momento. Un consumidor es una bendición, un cliente una divinidad, no pueden estar cabreados con ustedes mismos porque los clientes, y de manera totalmente lógica, creerán que lo están pero con ellos. 

Avaricia 

Rompe el saco. Es prima hermana de la gula, pero con una diferencia muy clara. A la gula no le importa compartir, sin embargo la avaricia sufre del síndrome “Gollum”… “Es mío, mi tesoro”. La emprendeduría, al igual que le sucede al marketing, no tiene ascensor, sí escaleras. La avaricia es aquello que les hace tener muchos éxitos, por el simple placer de tenerlos, no se comparte, no se disfrutan en compañía. El Emprendedor debe practicar la empatía para lograr cosas interesantes, teniendo a la avaricia en su mochila, este reto será prácticamente imposible. 

Soberbia 

Vamos llegando al final. Pobre del Emprendedor que mire a otro por encima del hombro, tendrá menos vida que una piruleta en la puerta de un “cole”. Los éxitos no pueden nublar la vista de quien emprende, y menos la seguridad que tengan en sí mismos. Una cosa es creer en sus posibilidades, tener esa confianza tan necesaria para no venirse abajo ante las situaciones adversas, que las habrá. Pero otra bien distinta es creerse superior, imaginarse mejor que alguien; y es que esto último es una falacia en sí misma, siempre habrá alguien mejor que nosotros, en un momento concreto, en una situación determinada… 

Lujuria 

Aunque podríamos hablar del poder de esta palabra en un ámbito sexual, sería más correcto utilizar entonces la lascivia. Fuera de este contexto, la lujuria se refiere a un deseo apasionado de lograr algo. Visto de una manera leve, no está mal tener pasión por las cosas, ni tampoco deseos por las mismas, el problema viene cuando esos “deseos apasionados” no nos dejan ver más lejos. Es como cuando se dice que las ramas no nos dejan ver el bosque. La lujuria controlada no es ni mala, pero ahí está el problema… es uno de los pecados más difíciles de controlar para el Emprendedor. Deberá discernir bien entre lo urgente y lo importante, entre lo productivo y lo necesario. 

Bueno, les dejo por este mes que debo ir a confesar mis pecados…

 

Un saludo. 

Rayko Lorenzo.

www.raykolorenzo.com 

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