¿Otros 61 años de espera? La Virgen de las Nieves se despide tras una peregrinación histórica

Santa Cruz de La Palma —

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La tarde del viernes 7 de noviembre quedará grabada en la memoria colectiva de la isla. Miles de personas se congregaron para despedir a la Virgen de las Nieves tras su peregrinación por toda la isla, un acontecimiento que no se vivía desde hace 61 años. Y la pregunta flota en el ambiente como el incienso de la procesión: ¿de verdad tenemos que esperar otras seis décadas para volver a vivirlo?

La Patrona recorrió, arropada por un mar de fieles emocionados, los lugares más emblemáticos de la ciudad: la Plaza de España, la Calle Real y la Plaza de la Alameda. El fervor popular fue tal que uno casi podía imaginar a nuestros futuros abuelos contándoles a sus nietos dentro de décadas: “Yo estuve allí en 2025”, como quien guarda un tesoro en la memoria.

El broche final tuvo lugar en la Plaza de la Alameda, junto al Barco de la Virgen, con el Castillo de la Virgen vigilando, donde una construcción especialmente diseñada para la Bajada 2025 dejó a todos boquiabiertos: un altar presidido por una cruz que, gracias a la tecnología del siglo XXI, se transformó durante la noche en un espectáculo audiovisual. Una especie de “autómatas 3.0”, si se quiere, que hubiera hecho sonreír con orgullo a los artesanos del siglo XIX que crearon aquellos primeros ingenios mecánicos.

La proyección sobre el altar fue, sin duda, un guiño perfecto entre tradición y modernidad. Como si la fe dijera: “Mira, puedo hablar todos los idiomas, incluido el de los píxeles”.

Pero más allá de la tecnología, lo que realmente brilló fue el cariño de la gente. Las miradas emocionadas, los aplausos, las lágrimas contenidas... Todo ello plantea una cuestión de sentido común: si 61 años de ausencia han generado tanta nostalgia y tanta alegría por el reencuentro, ¿no sería más sensato acortar los plazos?

Quizá cada diez años. O en los años terminados en 3, por aquello de mantener una cierta tradición numérica. O simplemente cuando el corazón de la isla lo pida. Porque, seamos sinceros, 61 años es mucho tiempo. Es toda una vida. Es ver nacer, crecer y envejecer a generaciones enteras sin que vuelvan a presenciar este momento.

El éxito rotundo de esta peregrinación debería servir de termómetro: la devoción está viva, la emoción es genuina y el pueblo pide más. La Virgen de las Nieves ha demostrado que, cuando baja a visitar a los suyos, la acogida es apoteósica.

Así que la pregunta queda en el aire, flotando sobre la Plaza de la Alameda como esa cruz iluminada: ¿nos vemos en 2085 o nos animamos a acortar la espera? Después de lo vivido este viernes, la respuesta parece obvia. La Patrona merece visitas más frecuentes. Y nosotros, también.