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“Hay que enhebrar muchas veces la aguja para bordar un pañito”: Teodora Martín Díaz, Mujer Destacada del Municipio de Santa Cruz de La Palma 2024

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Teodora Martín Díaz (Villa de Mazo, 4 de enero de 1940), más conocida como Tani, nació en el barrio de Tirimaga, perteneciente al municipio de Mazo. Desde temprana edad comenzó a dar sus primeras puntadas gracias a su madre, que fue su mentora. En su adolescencia fue perfeccionando sus habilidades y aprendiendo nuevas técnicas. Fue guiada por doña Hilda, bordadora y vecina del barrio, que ya contaba con años de experiencia.

Tani Martín trabajó en el campo para colaborar con la economía familiar, ya que no cobraba por sus trabajos de bordado, que tenía como un pasatiempo, no como un oficio remunerado. Con el paso del tiempo dejó de bordar: la crianza de los hijos y sus obligaciones agrícolas no le dejaban tiempo para continuar con su pasión. De manera que se apartó durante años hasta que pudo volver a retomarla.

Teodora Martín Díaz se ha especializado en el bordado, aunque también ha trabajado la técnica del crochet y, recientemente, se ha examinado de macramé. Asiste también a ferias y a reuniones de artesanas, donde, gracias a los años de experiencia, todas comparten destrezas, opiniones y, sobre todo, aprenden las unas de las otras. 

La presente entrevista fue realizada en las dependencias de la Concejalía de Bienestar Social e Igualdad de Oportunidades del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, el pasado lunes, día 11 de marzo de 2024. La transcripción de la grabación ha sido realizada por la arqueóloga Daniela Espinosa Hernández, adscrita a la Concejalía de Patrimonio Cultural.

Leticia Martín Ramos. Hoy es 11 de marzo y empezamos la entrevista de doña Teodora Martín. Tani la llaman a usted. Me gustaría que empezara hablando un poco de sus inicios en el mundo de la artesanía. ¿Fue por herencia familiar?

Teodora Martín Díaz. Por mi madre.

LMR.  ¿Su madre bordaba?

TMD. Muy bien.

LMR. ¿Y es usted sola o tiene más hermanos?

TMD. No, tenía varios hermanos, pero ya quedo solo yo.

LMR. ¿Bordaban todas junto a su madre?

TMD. Algunas sí, otras no.

LMR. Pero usted sí. 

TMD. Sí, desde pequeña, con diez u once años ya empecé a bordar servilletas. Para empezar a bordar la presilla, que era más fácil porque era un trozo recto y tres ondas en la esquina de la servilleta.

LMR. Entonces, ¿con esa edad, ya más o menos, venía viendo a su madre y usted empezó con ella? ¿Y usted iba al colegio? ¿Compaginaba el borde con otras actividades? 

TMD. No, entonces en el colegio no, pero sí había niñas que sabían bordar también como yo. Fui a la escuela de doña Amparo Ríos.

LMR. ¿Aquí en Santa Cruz de La Palma?

TMD. No, no, en Tirimaga.

LMR. Porque usted nació en Mazo.

TMD. Sí.

LMR. Iba a la escuela y luego bordaba en su casa por las tardes.

TMD. Sí, sí. Y ya cuando fui mayor, de quince o dieciséis años, venía a bordar con una señora que bordaba muy bien en el barrio: se llamaba doña Hilda. Ahí es donde yo comencé a bordar el punto perdido y a combinar los colores, porque eso es muy importante.

LMR. Empezó entonces a perfeccionarse. ¿Y aquí ya hacía trabajos? ¿Ya cobraba por lo que hacía?

TMD. No, ¡qué va! Bueno, las servilletas sí, sí me pagaban, pero lo demás…

LMR. Entonces, a los quince o dieciséis, usted se perfeccionó y empezó a formarse un poquito más. 

TMD. Sí, y para bordar el dote, que antes se bordaba mucho el dote.

LMR. ¿Cuándo se convirtió en un oficio para usted? ¿Trabajó de otra cosa?

TMD. En el campo.

LMR. ¿Y compaginaba el trabajo en el campo con el borde? 

TMD. Sí, sentarme a bordar era como descansar, porque me gustaba. Era un hobby para mí. 

LMR. En ese tiempo el trabajo en el campo constituía su sustento económico, pero ¿el borde comenzó también a serlo? 

TMD. Sí, ya cuando fui mayor empecé a bordar. Antes se usaban mucho las blusas bordadas con hilo de seda.

LMR. ¿Lo hacía por encargo?

TMD. Había gente que repartía para mandar a Venezuela y venderlas allí.

LMR. Usted empezó con el bordado, después también con encajes.

TMD. Sí, sí, ya después, más tarde, con encajes y ahora me examiné de macramé.

LMR. ¿Y aprobó?

TMD. Bueno, el carnet no me lo han dado todavía, pero sí, Goyo (de la Consejería de Artesanía del Cabildo Insular de La Palma) me dijo que sí.

LMR. O sea, que todavía le quedan a usted cositas que aprender.

TMD. Ya no es tan fácil.

LMR. Pero examinarse con esta trayectoria, con la edad que usted tiene, eso es una aspiración, una motivación. No todos lo hacen, no todo el mundo se anima. Entonces, usted empezó a bordar su dote, se casó...

TMD. Y estuve muchos años sin bordar. Con los niños pequeños no podía.

LMR. ¿Tuvo usted hijos?

TMD. Tenía, tenía tres, pero uno murió.

LMR. Después retomó el borde cuando ellos ya estaban un poco criaditos.

TMD. Sí, yo bordaba muchos juegos de cama para una señora que vivía en el barrio, en Tirimaga, que se dedicaba al borde.

LMR. ¿Cuándo se vino usted para Santa Cruz de La Palma?

TMD. No estoy muy segura, pero hay veintipico de años. No sé el año exacto.

LMR. ¿Usted trabajó de otra cosa cuando se casó?

TMD. No, no, más bien en el campo.

LMR. ¿Su especialidad, ahora mismo, sigue siendo el borde?

TMD. Sí, sí, pero esto se va a acabar porque a la juventud no le gusta. Para el borde hay que tener mucha paciencia y, si queda mal, desbaratar y volver a hacer. Y no lo valoran porque el borde hay que entenderlo también, para saber combinar los colores y hay que enhebrar muchas veces la aguja para bordar un pañito.

LMR. ¿Cómo ve usted el futuro de la artesanía en la isla?

TMD. Fatal. Para vivir de eso no da.

LMR. Está el Taller Insular de Artesanía en Mazo. ¿Para aprender hay algo más? ¿Qué les diría a las nuevas generaciones que puedan tener interés? 

TMD. No, qué va, qué va. Los materiales también han subido, los hilos, las telas…

LMR. ¿No se corresponde la inversión que ustedes tienen que hacer de material con el precio de las piezas que crean?

TMD. ¡Qué va! Tú le pides a una persona por un pañito y dice: «¡Qué va, eso es muy caro!». Pero no saben el tiempo que hay que dedicar a eso. Pero no se compara con la pintura, porque la pintura la lavas tú y ya, pero el borde lo lavas y si lo sabes preparar planchándolo bien, queda más como en la hora, duro. Y las telas de hilo son muy buenas.

LMR. ¿Es fácil conseguirlas? 

TMD. No creas, ya no son como las de antes.

LMR. ¿Usted trabajó para alguna empresa? Lo pregunto por lo que me comentaba de estas señoras que bordaban para exportar. 

TMD. No, no, yo no trabajé en ninguna empresa.

LMR. ¿Ni trabajó con otras personas? ¿Siempre usted sola? 

TMD. No.

LMR. ¿Qué oportunidades le ha dado la artesanía (como la participación en ferias en la isla)?

TMD. A mí me gusta ir mucho porque veo gente conocida, hago amistades y siempre me ha gustado ir.

LMR. ¿Ha salido fuera de la isla? 

TMD. No, aquí en la isla nada más, porque yo, para salir fuera, tendría que ir con una persona de confianza, con algún familiar, y yo no comprometo a nadie.

LMR. Pero, por ahora, ¿va a seguir participando en las que se hacen por aquí? 

TMD. Sí, eso me da vida.

LMR. ¿Si alguien quiere comprarle o encargarle algo es a través de las ferias o con contacto directo con usted? 

TMD. Sí, en contacto directo conmigo.

LMR. ¿Y qué siente usted al bordar? Me comentaba que cuando usted era pequeña, era el descanso del trabajo en el campo. ¿Lo sigue siendo? 

TMD. Sí, sí, aunque ya no tanto. Ya me canso cuando estoy un par de horas sentada. Pero antes, mientras más tiempo estaba, más me gustaba.

LMR. ¿Pero ahora sigue concentrándose, sigue dedicando ese tiempo a eso exactamente o la vida diaria le va distrayendo?

TMD. No, hago las cosas de la casa y, después, aprovecho el tiempo que me queda. Incluso voy a un curso con unas amigas: para una hablar y distraerse, porque en la casa sola todo el día…

LMR. ¿Va a cursos de borde o hace alguna otra actividad? 

TMD. No, una reunión de bordadoras que vamos.

LMR. O sea, que sigue manteniendo un grupito, sigue aprendiendo. 

TMD. Todos los días aprende uno una cosa nueva. Hay detalles que ayudan a hacerlo mejor.

LMR. ¿Aprenden unas de otras? 

TMD. Claro, claro, a combinar los colores, que es importante.

LMR. ¿Y alguien de su familia ha seguido sus pasos? 

TMD. No, no. Tenía una hermana a la que sí se le daba el borde, pero ya falleció.

LMR. ¿Sabe usted que este reconocimiento que se le hace por su trayectoria…? 

TMD. Cuando a mí me llamaron, pensé que era una broma, una broma pesada.

LMR. No, no es una broma. Este reconocimiento se enmarca en el 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer. Es un día para reivindicar el trabajo que mujeres como usted han hecho a lo largo de nuestra historia; han dado pasos y han sido valientes, y hay que seguir trabajando en eso. ¿Usted ha visto desigualdades en este sector, en la artesanía? ¿Ha visto alguna discriminación por ser mujer con respecto a los hombres? 

TMD. No, yo en eso no. Pero en los grupos siempre hay diferencias por cosas, aunque es normal.

LMR. Pero no le han afectado. Es verdad que el borde es una profesión que está bastante feminizada. ¿Conoce usted a hombres que borden? 

TMD. No, no, no. (Ríe.)

LMR. ¿Qué opina usted de este reconocimiento? ¿Está contenta? 

TMD. Pues sí, muy bien. Pero al mismo tiempo, nerviosa, porque no estoy acostumbrada a esto.

*Leticia Martín Ramos

Concejalía de Bienestar Social e Igualdad de Oportunidades

Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma

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