PALMEROS EN EL ASTROFÍSICO

“La residencia del Roque de Los Muchachos ha sido un paraíso para mí”

Leo Pérez Machín en la recepción del Roque de Los Muchachos.

Esther R. Medina

Villa de Garafía —

Es un hombre de modales exquisitos y siempre dispuesto a ayudar. Leo Pérez Machín, natural de Puntagorda, es recepcionista de la residencia del complejo de astrofísica del Roque de Los Muchachos desde 1992 y en los próximos meses se jubilará. “La recepción ha sido para mí un paraíso, tanto por el lugar en el que se encuentra como por la clientela con la que he tratado, que ha sido una maravilla, gente que viene a trabajar, a hacer ciencia, y solo quiere una cama, comida y buen tiempo para poder hacer las observaciones”, ha señalado en una entrevista con La Palma Ahora.

Leo es el segundo personaje de la serie Palmeros en el Astrofísico que se inició en este digital con la astrónoma garafiana Nieves Castro.

Este puntagordero fue emigrante en su juventud y residió en Inglaterra, Estados Unidos y Suecia. En el país escandinavo del Norte de Europa está “parte de mi corazón porque allí tengo a mis hijos y me gusta aquella forma de vida”, dice. Domina los idiomas inglés y sueco, y de otras lenguas sabe “un pelín”.

Se siente un privilegiado por haber podido desempeñar su trabajo en un complejo que es referencia a nivel mundial en la observación del firmamento. “El cielo es tan bonito por la noche que la oscuridad no te da temor, te invita a salir fuera, y los científicos que han pasado por allí me han enseñado a apreciarlo”, asegura. “Los investigadores son gente muy sencilla, todos tienen en común eso, independientemente de qué parte del mundo procedan, y son muy sinceros, he aprendido mucho con ellos”, afirma. También tiene palabras de elogio para “todos los administradores” que ha tenido el Observatorio del Roque de Los Muchachos (ORM). “Han sido personas excelentes que lo único que han exigido es profesionalidad en el desempeño de nuestra función”, subraya.

Leo se siente tremendamente satisfecho porque su empleo en la recepción del ORM, en la que trabaja cuatro días y descansa otros cuatro, le permitió “cuidar a mi madre como yo quería, sacarla a pasear en silla de ruedas y llevarla a casa de sus amigas; con papá no pude hacer eso y me quedó una espinita”, confiesa.

Pero Leo, además de recepcionista, colabora en otras tareas del complejo de observación estelar. “Si hay que ayudar a servir una mesa, también lo hago, y, en invierno, cuando el tiempo está malo y cierran la carretera, hay que estar pendiente por si ocurre algún percance”.

La jubilación ya se acerca. Posiblemente llegará el próximo mes de abril. “Está como una fruta madura, al caer ya”, apunta con humor. “Creo que voy a disfrutar tanto de mi jubilación como de mi trabajo, aunque luego tendré más tiempo para caminar, para irme para el norte y ponerme a mirar piedras el tiempo que me apetezca”. “Y quiero seguir manteniendo limpios los alrededores de mi casa de Puntagorda”.

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