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OPINIÓN | 'Un país sin rumbo', por Enric González

Pastoreando rencores

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La otra tarde me invitaron a un homenaje por el 50 aniversario del cruel asesinato de Antonio González Ramos, un obrero comunista torturado hasta la muerte por José Matute Fernández, policía secreto de la Brigada Social del dictador Francisco Franco la noche del 29 de octubre de 1975. En 1977 fue amnistiado y acabó trabajando (torturando) hasta su jubilación, incluso durante el gobierno de Felipe González, en la Dirección General de Seguridad, sita en la actual sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol. 

El acto estaba organizado por un colectivo de gente de izquierdas. Avisé a Don Pepito, un antiguo camarada que, al igual que yo, también fue brutalmente torturado por ese policía asesino, y me dice que no pensaba ir porque la convocatoria partía de los simpatizantes de Don José. Yo no milito en ningún partido desde el verano de 1977, cuando 40 estudiantes ingresamos en prisión por un error de cálculo del partido y los camaradas se fueron de vacaciones de verano, dejándonos en la estacada. 

Le contesté: 

-Por suerte o por desgracia, no sé de qué me estás hablando. Yo voy a ir por respeto a la memoria del homenajeado. 

Y va y me suelta: 

-Es que Don José es quien dinamitó al partido desde dentro y lo partió en dos. Y así nos va ahora y tal y tal y tal. 

Le dije que, aunque fuera así, yo creía que debía ir. Él no asistió. 

En el homenaje, los presentadores hablaron del panorama político y social durante los últimos años de la dictadura, la transición y los primeros años de esta pseudodemocracia (y demos gracias). Cuando terminaron los ponentes pedí la palabra y conté algunas anécdotas personales intentando ilustrar, para los que no lo han conocido, lo criminal, abominable y terrorífico que es el fascismo. Los menores de 65 años han conocido a la derechita cobarde del PP o del PSOE, pero no tienen ni idea de lo que les espera si llegaran a gobernar estos energúmenos de la extrema derecha de la motosierra y el lanzallamas. Hay que recordar que Hitler llegó al poder en Alemania el 30 de enero de 1933, cuando el presidente Paul von Hindenburg lo nombró canciller. Esto no se debió a una victoria electoral con mayoría absoluta, sino a una maniobra política con conservadores (derechita cobarde) que esperaban usar su popularidad para restaurar un gobierno autoritario. Tras ser nombrado, Hitler utilizó el incendio del Reichstag para suspender los derechos civiles, consolidando gradualmente su poder hasta establecer una dictadura en un plazo de dos años. Luego invadió media Europa y llevó al mundo a una guerra atroz, que causó más de ochenta millones de muertos y de la que aún hoy seguimos sufriendo las consecuencias: la creación del estado de Israel y el genocidio de Gaza. 

También hablé de La Vida de Brian y de aprender de los errores del pasado. De cuando a mediados de los años 70 del siglo pasado en la OPI de Canarias decidimos separarnos de la OPI de Valencia y nos cambiamos de nombre. Nos pasamos más de un mes debatiendo sobre las tres propuestas para el nuevo nombre de nuestra secta: Partido de Unificación Comunista… 1)… Canario, 2)… de Canarias, o 3)… en Canarias. Las tesis eran que el primero es más africanista, el tercero más universalista y el segundo un fifty-fifty. Como si eso le importara a alguien. Y lo peor es que cuando por fin nos decidimos por la tercera opción, muchos de los partidarios de las otras dos opciones decidieron segregarse y formar sus propios nuevos grupúsculos, como en las gradas del estadio de la película. 

O de lo que pasó con Podemos. En 2014, Pablo Iglesias es elegido, democráticamente, secretario general. Se había logrado la unidad y recuperado la ilusión. En 2015 se obtienen 69 escaños en el Congreso de los Diputados. Más pronto que tarde empiezan a salir de sus armarios los narcisistas patológicos, los iluminados, los sectarios, los ególatras y los mesiánicos de turno. Puñalada tras puñalada, la izquierda se va disgregando otra vez. Uno de los primeros fue Errejón, que se descuelga con Más Madrid (más tarde se descuelga él solo). Poco a poco se desata nuevamente la diáspora atomizadora. Años más tarde, Yolanda Díaz vuelve a intentarlo con Sumar y consigue reunir al Movimiento Sumar, Podemos, Izquierda Unida, Más País, Verdes, Equo, Alianza Verde, Más Madrid, Batzarre, Chunta Aragonesista, Coalició Compromís, Més Compromís, Iniciativa del Poble Valencià, Verde Equo del País Valencià, En Comú Podem, Catalunya en Comú, Iniciativa del Pueblo Andaluz, Izquierda Asturiana, Més per Mallorca, Més per Menorca y Drago Canarias. Además de los partidos que constituyeron oficialmente la coalición, otras fuerzas políticas manifestaron su apoyo externo a Sumar, como por ejemplo Barcelona en Comú, Zaragoza en Común, Ganemos Jerez, Ahora Ibiza, Compostela Aberta, Marea Atlántica, Valladolid Toma la Palabra, Leganemos, Sí Se Puede (Canarias), etcétera, etcétera, etcétera.

A pesar de sus buenas intenciones, el daño ya estaba hecho, pues se pasó de los 5.213.711 votos (69 diputados) de Podemos en 2015, a los 3.004.996 votos (31 diputados) de Sumar en 2023. No sólo habían desmoronado la delicada y absolutamente imprescindible unidad de la izquierda que se había logrado en Vistalegre II, lo peor es que se cargaron la confianza de millones de personas que habíamos recuperado la ilusión y alguna esperanza de futuro. 

Al terminar el acto nos invitaron a un refrigerio y tuve ocasión de hablar con Don José. Le comenté mi conversación con Don Pepito. Me dijo que era justo al contrario y que el que lo había dinamitado todo era el otro. Le pedí que hablara con él para intentar resolver el encono y me dice que no porque Don Pepito ya “no tiene masa social detrás”. 

  • Que yo sepa, yo tampoco tengo masa social detrás y estás hablando conmigo.
  • Es diferente -me respondió-. Él no es demócrata porque es un autoritario. No se puede ser demócrata y autoritario a la vez.
  • Pues yo soy demócrata y cuando es preciso soy autoritario -le dije-. Fui profesor y había asuntos de la clase que podíamos decidir democráticamente, pero otros en los que yo ejercía directamente mi autoridad. 

Me dejó con la palabra en la boca. Se puso a hablar con otra persona. Fin de la conversación. 

En mi opinión, tal y como está el panorama, lo que no podemos hacer es permitirnos el lujo de ser sectarios. Creo que hay demasiados líderes en esta izquierda atomizada, con la connivencia de sus acólitos y secuaces, que consideran que los fascistas, los enemigos de la democracia, son simples adversarios políticos, mientras que tratan a sus antiguos compañeros de la lucha antifranquista con una inquina tan enconada, que da la sensación de que los consideran sus verdaderos enemigos. Andan pastoreando rencores y eso, aparte de ser malo para la salud, es una desgracia para todos los demócratas, porque para rencor, inquina y encono el que arrastran estos neofascistas que se están viniendo arriba y regresan con tremenda sed de venganza por los pocos años que llevan apartados de los poderes legislativo y sobre todo ejecutivo, ya que desde 1939 nunca han perdido el control de otros poderes como el judicial, el policial, el mediático o el militar.  

No perdamos la perspectiva, ya estoy harto de decirlo, es lo único importante. Por lo que pude comprobar personalmente en el homenaje, parece que no se dan cuenta del desencanto que generan en personas que, como yo, estamos hartos de que antepongan sus discrepancias personales al interés general, que debería ser fraguar una alternativa común que sea capaz de hacer frente al avance de la ultraderecha neonazi, que viene para quedarse y viene pisando fuerte para pisotear, además de algunas cabezas, los pocos derechos que hemos conseguido con tanto esfuerzo en los últimos años. Vamos de culo mientras tengamos a líderes como Don Pepito o Don José, que junto a sus acólitos y a sus secuaces, no hacen el menor esfuerzo por recuperar la unidad. Hasta tuve la amarga sensación de que disfrutan y se regodean por andar pastoreando rencores.