''Llevamos muchos años indignados, es momento de expresar lo que sentimos''

Miles de personas en toda España han salido a la calle, justo antes de las elecciones del 22-M, para pedir un cambio político, social y económico. Se les ha llamado indignados, a raíz de la obra de Stephane Hessel, Indignaos; el movimiento del 15-M, por la fecha de las manifestaciones convocadas por la plataforma Democracia Real Ya, 15 de mayo de 2011; a los jóvenes se les ha calificado como los sin futuro, pre-parados, generación perdida o ni-nis (ni estudian ni trabajan). Lo único cierto es que trata de una muchedumbre descontenta y heterogénea que se ha organizado espontánemente a través de las redes sociales, que discute en las plazas públicas como en las ágoras de la antigua Grecia y que está haciendo ruido y desafiando a las autoridades que, según claman, recortan sus derechos ciudadanos.

Ayer eran en torno a 3.000 personas quienes se dieron cita en Las Palmas de Gran Canaria en una cacerolada que recorrió la Calle Mayor de Triana hasta el Parque de San Telmo. En Madrid, fueron unas 16.000 concentradas en silencio en la Puerta del Sol. Durante esta semana se han producido concentraciones en más de medio centenar de ciudades españolas. Estas son algunas de las caras que están protagonizando las manifestaciones.

Isabel. 57 años. Profesora titular en el Departamento de Matemáticas de la ULPG.

“Ya llevamos muchos años indignados y este es un momento para expresar lo que sentimos”, explica Isabel. Una pegatina blanca con su nombre le identifica, como al resto de los organizadores de la acampada de San Telmo. A pesar de que no está en la plaza desde el comienzo de la protesta, se ha unido a tiempo para colocarse tras un stand de cartón y repartir folletos informativos que convocan para el sábado una concentración silenciosa. Ha decidido participar porque quiere un “cambio de mentalidad”: “No vale que digan que es solo el voto lo que sirve, porque cambiamos lo mismo por lo mismo. Yo creo que tienen que cambiar los paradigmas en el mundo. Hemos llegado en el momento justo a estar aquí en esta concentración. Yo estoy ilusionada y creo que esto puede cambiar”.

José Manuel. 38 años. Lleva 10 meses en el paro.

El último trabajo de José Manuel, técnico en Medio Ambiente y capataz de jardinería, fue para el Cabildo de Gran Canaria: un contrato temporal de seis meses. Lo que le preocupa es, precisamente, el empleo, o su escasez. “El país está un poquito complicado, cada vez hay menos empleo, cada vez hay más gente en paro y la situación se está poniendo un poquito fea”, dice. Canarias es la segunda comunidad española (por debajo de Andalucía) con mayor tasa de paro, más de un 28%: “Yo creo que ya es hora de que la gente se queje y que se cree empleo, y sobre todo empleo digno. No podemos estar esperando todo el rato un contratito de 600 euros, que ya no somos ni mileuristas”.

Carolina. 20 años. Estudiante de Traducción e Interpretación.

Carolina es joven y está descontenta. Sin embargo, no es su futuro lo que le inquieta. Cree que ya encontrará su sitio: “No pienso mucho en el futuro, económicamente no es algo que me preocupe, hay gente que lo hace y es normal, pero yo creo que puedo salir con cualquier cosa”. Se ha sumado a la protesta porque no le gusta cómo ve el panorama político. “Me parece un tema muy bonito y me parece todavía mejor que se esté extendiendo tanto”, dice, “no existe una democracia real ni en España ni en ningún sitio, y me gusta ver que la gente se ha dado cuenta de eso y que no soy la única rara que lo piensa”. “Ya me siento mejor al estar aquí, menos rara”, concluye.

Encarna. 51 años. Lleva una empresa de formación y producción audiovisual.

Hace 14 años que Encarna volvió de Madrid a Las Palmas de Gran Canaria. En la capital trabajó varios años como autónoma para distintas productoras audiovisuales y al llegar a su ciudad natal “por asuntos familiares” decidió montar su propio negocio. “Cuando me vine aquí casi no había audiovisual. Las campañas un poquito grandes se hacían en la Península y aquí no había ni productoras. Era un momento muy difícil porque tenías que convencer a la gente de la necesidad de publicitarse. Después empezó un período muy bueno, de formación sobre todo. La gente comenzó a darse cuenta de que necesitaba formarse en nuevas tecnologías, formarse en nuevos yacimientos de empleo como podía ser el audiovisual. Y entonces hubo un momento espléndido”. Hasta que llegó la crisis. “Ahora me va fatal”, dice entre risas, a pesar de todo. Los recortes en la administración pública han afectado especialmente a los autónomos y empresas privadas que trabajan para las instituciones. “En Canarias vivimos mucho de la administración”, reconoce. Sin embargo, no son sus circunstancias las que le indignan: “Hace mucho tiempo que se estaba viendo venir, no es un problema que tenga España, es un problema del mundo, por la necesidad que tiene el mundo de seguir vendiendo al gran capital. Esto se está desintegrando, y efectivamente nos lo estamos comiendo”.

Roberto. 19 años. Estudiante de Seguridad y Emergencias en ULPGC y fotógrafo.

A pesar de estar matriculado en la universidad y de dedicar su tiempo libre a un hobby que le absorbe, la fotografía, Roberto ve su futuro “muy negro”. Quiere ser reportero gráfico, pero tiene claro que le va a costar conseguir algo en su país: “Me veo yéndome de España para conseguir algo de trabajo, porque ahora mismo está imposible aquí”. En Canarias, la tasa de paro juvenil es la más alta del ranking nacional y roza el 50%. “Es insostenible”, dice Roberto, “y los adultos, los no jóvenes, tampoco es que estén mucho mejor”. Por eso se ha plantado en San Telmo desde el primer día: “Estoy aquí porque nadie va estar si no estamos nosotros y porque tenemos, entre todos, que conseguir un cambio”.

Ángel. 74 años. Jubilado. Regentaba una librería en Madrid.

“Yo, francamente, estoy entusiasmado”. Ángel aún tiene vivo el recuerdo de las protestas que hace 43 años sacudieron París y el mundo. Tanto, que ha querido dejar constancia de ello. Hace unos minutos escribía en un cartón: “mayo de 1968 - mayo de 2011: un hilo rojo nos une”. “Eran cosas distintas, evidentemente. Aquí han optado por la disciplina, por la asamblea, mientras que aquello era un movimiento más libre, más anárquico, no sé si más revolucionario. No estábamos en una democracia como estamos ahora”, explica. Entonces tenía 31 años, como muchos de los que se manifiestan estos días por todo el territorio nacional, y hoy, como ayer, alaba la fuerza de los jóvenes a golpe de poesía, como buen librero: “La juventud siempre empuja, la juventud siempre vence; el futuro de España, de la juventud depende”.

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