Los afectados por las obras del valle de Las Huertas aún esperan una respuesta

Adentrarse hoy en el Valle de Las Huertas es recorrer un lugar en el que se palpa una extraña tranquilidad. Una estrecha pista asfaltada avanza ladera arriba entre solares, casi baldíos, parcelados con vallas plásticas y donde abundan los carteles pintados a mano que indican insistentes “Propiedad privada”.

Al borde del camino una caseta levantada con algunos bloques y una chapa alberga en su interior improvisados bancos con tablas. Nos recibe un jubilado que ante las preguntas de cómo está la situación nos remite algo más arriba donde, lo que parece un pequeño cuarto de aperos, sirve de lugar de conversación y “vigilancia”. Hoy se asan sardinas compradas en la dársena y se sacan los frutos secos y el queso. “Las obras siguen paradas desde hace más de dos meses, la cosa está tranquila”, asegura uno de los congregados.

Los afectados por la urbanización que allí quiere construir Mapfre entregaron el pasado mes de noviembre, en una reunión en la Gerencia de Urbanismo, los documentos y certificados que acreditan que los terrenos son de su propiedad. La concejal de Urbanismo Luz Reverón aseguró entonces que antes de final de año les daría una respuesta, comprometiéndose públicamente a paralizar las obras en las parcelas cuya titularidad acrediten estos vecinos. Pero allí no hay trabajos que parar, las palas no trabajan desde hace varios meses.

Uno de los que departe en la mañana de este martes no se cansa de repetir que esos documentos ya fueron presentados en la Gerencia de Urbanismo en 2000, “aunque la concejal nos diga ahora que no están, que no aparecen, allí fuimos entonces 15 ó 20 vecinos con nuestros documentos y nos recibieron en el pasillo, como gente de segunda”, se lamenta. El motivo que los llevó al Ayuntamiento en aquel momento fue que las palas habían comenzado los desmontes en el frente de la playa y avanzaron adentrándose en sus propiedades. Ahí comenzó, de nuevo, la batalla por volver a demostrar que sus tierras son suyas.

Cuentan lo que ya es sabido. Varios conocidos empresarios tinerfeños se han puesto en contacto con ellos para hacerles “ofertas de compra”. Llegados a este punto hay risas amargas. “Esto va a ser como una puja, cuando uno diga diez, otro dirá veinte” y llevando el puño cerrado al pecho uno exclama: “por dignidad y por pudor no se lo vendería a esa gente, después de que nos han estado engañando 30 años”.

Los allí reunidos se quejan de que el alcalde Miguel Zerolo nunca los haya querido recibir, y “nos gustaría que viniera por aquí y viera los papeles”. Creen que les deben una disculpa pública por tanto sufrimiento. “Debería dar la cara”, sentencian.

Un largo calvario

En la conversación se hace inevitable rememorar que fue en los años sesenta cuando se inició este conflicto a raíz de que la Junta de Compensación expropió las tierras a estos vecinos para urbanizar el frente de playa de Las Teresitas y el valle de Las Huertas, y que tras recurrir lograron que en 1977 el Ayuntamiento aprobara en Pleno la reversión de estos terrenos a sus propietarios, tras dictarse sentencia firme del Tribunal Supremo.

Aún habiendo recuperado sus tierras el calvario de estos cerca de 100 vecinos no concluyó aquí. El Ayuntamiento aprobó en 1989 el proyecto de compensación de Las Teresitas y, casi una década más tarde, en 1998 la Junta vendió a Inversiones Las Teresitas las mismas 32 parcelas que en 1977 la propia Junta había renunciado expropiar por no poder asumir el pago de la tasación de ese momento, y que hoy están afectadas por la urbanización que Mapfre quiere construir.

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