El eterno retorno de lo idéntico

Es una especie de maldición que persigue al socialismo chicharrero desde el inicio de los tiempos que se sitúa exactamente en las primeras elecciones democráticas para elegir el Ayuntamiento de Santa Cruz. El principio del eterno retorno de lo idéntico se demuestra en el caso de la capital tinerfeña al confirmarse una y otra vez que no ha existido un cabeza de lista del PSOE que haya acabado el mandato.

Por una razón o por otra, y ya las ha habido de casi todo tipo, han acabado dejando al resto del grupo municipal descabezado. Pero lo cierto es que el abandono de Julio Pérez ha batido un record hasta ahora inigualado. Pérez deja el Ayuntamiento apenas un año y medio después de las últimas elecciones locales. Lo que no reviste tanta novedad es que su renuncia se haya relacionado, de forma cierta o incierta, con el siempre recurrente asunto del caso Las Teresitas que ha supuesto la auténtica división de fondo del PSOE chicharrero.

En el sumario de esta trama se hablaba de las vinculaciones de su bufete de abogados con algunos de los personajes que participaron en esta operación o del caso Fórum. Entre ellos el ex presidente de CajaCanarias, Rodolfo Núñez y el ex presidente del Puerto, Luis Suárez Trenor. Desde su despacho se realizaron, según el sumario, diversas gestiones con el fin de que ambos pudieran ingresar fondos en paraísos fiscales. La denuncia surgió hace algunos meses, se planteó en una comisión de control y la respuesta de Pérez no resultó en principio demasiado convicente para pasar luego al desmentido más rotundo.

El hasta ahora teniente de alcalde encabezó la lista después de que así lo decidiera como ha sido siempre habitual el partido sin contar demasiado con los militantes, lo que provocó un cisma en el ya de por sí dividido comité local santacrucero, dirigido entonces por José Manuel Corrales, quien había decidido convocar primarias. El PSOE intervino y a partir de aquí se creó la formación política XTF. Todo ello dio lugar a una especie de limpieza ideológica en profundidad que por lo menos temporalmente había conseguido calmar los ánimos en el PSOE chicharrero. Esa ha sido la impresión durante este último año y medio en el que parecía que por primera vez el grupo municipal actuaba sin divisiones ni enfrentamientos y contaba con un liderazgo asumido y firme.

El bagaje y peso político de Pérez era innegable. Mientras el alcalde, José Manuel Bermúdez, dedica los plenos a mirar fijamente el reloj para controlar los tiempos de intervención de los portavoces, Pérez hacía esfuerzos para no dejar demasiado en evidencia su experiencia política que le ha llevado a puestos de responsabilidad en la Administración del Estado, del Gobierno canario o en la Autoridad Portuaria.

Para demostrar que el eterno retorno de lo idéntico también funciona a escalas más reducidas, ahí tendremos que el siguiente en la lista municipal es Florentino Guzmán Plasencia, concejal en el anterior mandato y uno de los principales representantes del socialismo oficial en contra del sector encabezado entonces por Corrales. Plasencia es ahora asesor del vicepresidente del Gobierno de Canarias, José Miguel Pérez con lo cual no se sabe si decidirá volver al Ayuntamiento en el cual en su anterior experiencia vivió en primera línea las discrepancias y cruces de órdenes opuestas que se emitían desde los distintos sectores del partido.

Una larga tradición interna

Pero es que siempre ha sido así. En las primeras elecciones democráticas el PSOE obtuvo unos resultados más que apreciables. Lograron 6 concejales frente a los diez de la Unión del Centro Democrático (UCD) encabezada por Manuel Hermoso. En aquel entonces el cabeza de lista fue el médico Luis Carrasco, quien también a los pocos años decidió dejar el puesto inaugurando lo que con el tiempo parece haberse convertido en una recurrente tradición de los socialistas en el Ayuntamiento. En aquel entonces las discrepancias surgieron por las presiones que se recibían desde el partido para realizar una política más radical frente al populismo de lo que luego se convertiría en la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI).

Le siguió, entre 1983 y 1987, Manuel Álvarez de La Rosa, abogado que curiosamente es socio de Pérez en el mismo bufete y quien también optó por dar el portazo final antes de acabar el mandato. Le siguió María Dolores Pelayo, cuyo perfil moderado, de clase media y alejada de cualquier radicalismo, coincide siempre con el de todos los candidatos socialistas en Santa Cruz. Pelayo se presentó a las elecciones con una novedosa propuesta que consistía en convertir todo el barranco de Santos en una enorme zona de ocio. Pero la realidad no debió ser tan divertida ya que las discrepancias y frustraciones con la cúpula del partido volvieron a repetirse.

En la legislatura de 1991-1995 el cabeza de lista fue el abogado Francisco Medina Fernández Aceytuno, también impuesto por dirección del partido. “Nadie sabe de dónde lo sacaron ni de donde vino”, diría años más tarde la entonces concejal, Herminia Gil. El abogado demostró ser un portavoz más que cualificado al que le gustaba poner contra las cuerdas al entonces alcalde José Emilio García Gómez, en el que se unía por un lado su pánico a las denuncias con las que una y otra vez le amenazaba el concejal socialista, con sus limitadas capacidades oratorias y la situación de quiebra económica en la que había quedado el Ayuntamiento después de la época dorada de despilfarro de Hermoso, entonces ya presidente del Gobierno canario.

Al final Fernández Aceytuno decidió abandonar el Ayuntamiento para dedicarse a sus labores profesionales que a partir de aquí tomaron rumbos tan insospechados como defender al actual senador de la Comunidad Autónoma, Miguel Zerolo, al principio del caso de Las Teresitas y con quien incluso llegó a ser socio en algún que otro negocio, o a la diputada nacional, Ana Oramas, ambos de Coalición Canaria (CC). Entre 1995 y 1999, el fugaz cabeza de lista fue el médico José Vicente Bethencourt que acabaría luego ocupando otros cargos como el de senador.

Pero el mayor cisma se produjo en el mandato que discurrió entre 1999 y 2003, en el que Emilio Fresco asumió el liderazgo. Fue aquí cuando la compra de la playa marcó un antes y un después en las ya de por si deterioradas relaciones entre el grupo municipal y el partido. Mientras el entonces secretario insular, Santiago Pérez, prohibió que se apoyara esta operación, el comité local y los concejales optaron por seguir adelante. El resultado es que años después Fresco sería imputado y expulsado del PSOE, Pérez lo acabaría abandonando y la consiguiente trama judicial no se acaba de resolver.

En el mandato entre 2003 a 2007, Manuel Santana, un médico de profesión y rockero de afición, acabó dejando el Ayuntamiento en 2005 por puro aburrimiento. Detrás dejaba un grupo que en aquel entonces reflejaba a la perfección la división entre las dos familias socialistas, unidas por las frustración de no haber podido nunca rascar poder en la capital tinerfeña y divididas por la compra del frente de la playa.

Santana fue sustituido como portavoz por Francisco Tovar, quien puso a prueba su capacidad conciliadora y por José Ángel Martín Bethencourt el cual a través del colectivo Ínsula Viable había presentado poco antes de ser concejal la querella ante la Fiscalía Anticorrupción que todavía sigue su curso ante el Supremo. Hoy Martín Bethencourt es concejal de Urbanismo y Servicios Sociales y se convertirá en el hombre fuerte del grupo municipal. Además es el socialista que más tiempo ha durado en el Ayuntamiento junto con Herminia Gil, fuera ya del PSOE con cuya dirección no acabó precisamente bien, sino todo lo contrario.

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