La halitosis de la oratoria

La halitosis de la oratoria

Jorge Batista Prats

Las Palmas de Gran Canaria —

No podía ser de otra manera. Ocurrió tal y como tenía que ocurrir. Ni de kilómetro cero ni de segunda mano, la partitocracia española ha sido capaz de encontrar un presidente para esta España que camina Dios sabe hacia dónde. Aunque todos sabemos lo que sabe Dios. Una vez más - esta vez más que otras veces, es verdad – la denominada con algarabía y entusiasmo 'Fiesta de la Democracia' no ha sido más que un nuevo ejercicio de trileros con la complacencia y expectación de los timados. La relación mimética entre la clase política y la sociedad civil ha vuelto a demostrar que no es equivocada aquella sentencia que advierte que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. Así que Franco sigue entubado y conectado al respirador del 'regimen del 78'. Todavía nadie ha visto el remake de las lágrimas de Arias Navarro abanicadas por sus desproporcionados pabellones auditivos que tanto envidiaba Dumbo. Tertulianos y 'creadores de opinión' habían señalado que las Elecciones del pasado 20 de diciembre daban forma, como del barro y la costilla de algún primo, a un grandioso escenario donde se abrazarían las libertades con los euros en una danza bella y sensual ad eternum. El lago del estado del bienestar con buitres coreografiados. Se había acabado por fin el bipartidismo, origen de todos los males, y el cambio ya había contratado a Gil Stauffer para la gran mudanza al cielo de la recuperación y la Piedra Filosofal. Es penoso que uno tenga que decir “lo dije”, pero no me queda otro remedio que – ahí están las hemerotecas – confirmar que lo que ahora digo que dije no es sólo exactamente lo dicho sino la evidencia del acierto en el análisis realizado. El bipartidismo ha mutado en un bipluripartidismo que, lejos de dar voz a más voces, lo que ha hecho es radicalizar el enfrentamiento derechas / izquierdas – aquí ya entramos en el eufemismo – a niveles bastantes cercanos a lo que se conoce como guerracivilismo o aquí te pillo, aquí te mato y exhumo a mi bisabuelo. 40 años de dictadura golpista más 40 años de dictadura de partidos suman 80 años en los cuales la democracia ha brillado por su ausencia. Lógico, ya que la monarcocleptocracia oligárquica – a Rato le acaban de meter un nuevo puro hoy, y no presisamente un Cohibas de esos que fuman Fidel Castro y  Dios – la monarcocleptocracia oligárquica, decía, considera exquisita la alienación de las libertades políticas colectivas, la separación de poderes, el proceso constituyente, las modificaciones en la Ley Electoral, los meneos en la reforma laboral y muchas otras cuestiones que de repetirlas ya me aburren. Y no puedo permitirme eso, porque mi padre decía con bastante asiduidad que “sólo se aburren los tontos”. Si se detienen a pensar unos segundos - izquierda, izquierda, derecha, derecha, delate, detrás, un, dos, tres – todo este panem et  circenses, cada vez más carente de hidratos de carbono y pleno de festivas llagas y heridas punzantes, se podría haber solventado de una manera extremadamente sencilla sin tener que realizar el clásico paripé televisivo. Me explico: si existe el mandato imperativo y sus gansas señorías no pueden romper la disciplina de voto aunque se lo imponga como penitencia a sus pecados carnales un párroco pederasta, no es necesario convocarlos continuamente al Congreso donde no reside ninguna soberanía popular – eso es un cuento chino, rollito de primavera o chop suey literario – sino, simplemente, llegar al canje de cromos a niveles de secretaría general de partido y listo. Y luego, eso sí, se les llama para pulsar el botón. Como se hizo con la Constitución y con la Transición reformista devenida a posteriori en transición al despropósito, la confusión y el desastre. Café para todos y chocolate para el loro, guacamayo o cacatúa. Yo te doy ésto, tú me das aquello, ellos tragan, apoyan y se llevan unas migajas. Y la sociedad civil, feliz y contenta. Un momento, que están peinando a Garzón, líder de 'la izquierda' con dos diputados. 

Coprofagia intelectual 

Mientras en el extranjero, todos los que no tienen otra cosa que hacer se ahorran un pastón en dietilamida del ácido lisérgico gozando de fantásticas alucinaciones – hasta la Inteligencia norteamericana llama a Pablo Iglesias 'pasoka' en vez de pasota – en nuestro país no hay esquina sin disquisición, estupidez o ignorancia, salvo que la autoridad diga otra cosa. Hablaba antes de mímesis y podría aventurarme asimismo con ósmosis, a la hora de elegir vocablos para definir una coyuntura basada en la coprofagia intelectual o simplemente mental. Dentro del bipluripartidismo, líbrenos Dios de los idus de marzo, se ha hecho fuerte una colitis que alimenta a los rebaños e incluso genera excedentes perfectamente exportables a otros países en vías de desarrollo. El mismísimo Maduro, macho alfa donde los haya, ha advertido que, cómo venga para acá, gana las Elecciones Generales de calle. ¿Se dejará coleta Maduro o madurará Iglesias cortándosela, brindándosela a los Alba y retirándose al burladero? No lo sé. Admito que no lo sé. Estoy como Urda y Cris. Ni sé nada ni nunca estuve allí. Y el Fiscal es amigo mío.

Escatológico venía porque no engraso los ejes y presumiendo que, dado que la Cámara Baja – nunca lo fue tanto – ha sido escenario no sólo de mamandurrias y mamadas sino también de amamantamientos, me temo que lo que hemos deglutido los españoles estos últimos días no ha sido otra cosa que meconio en cantidades industriales. El meconio no lo quieren ni Irán ni Corea del Norte porque no es radiactivo. Así que se queda en casa para combinarlo con un buen cava con denominación de origen 'Brut Secesionista' que, por cierto, ha bajado escandalosamente sus ventas desde que Mas y Puigdemont comenzaron a decir paridas. La mare que els va parir.

En fin, si el olor de la podredumbre a través de la corrupción generalizada, bien embalada en cajas B y con dinámica de tarjetas negras, era el aroma 'Marca España', ahora se ha visto reforzado con plenos del Congreso de los disputados votos del señor Cayo - Lara, no - donde lo importante no son los españoles sino el teatro repartido por las casas de la indolencia, la resignación y, como mucho, el estupor. Es ese teatro, el que cultiva lo soez, lo chabacano, lo grosero, lo burdo, lo cateto y vulgar, ese corral de comedotragedia, el que desemboca y aboca en y a eso que llaman fama. Como la crema de manos que usaba mi madre cuando yo no levantaba tres palmos de la tierra hispana. En el Congreso se ha instalado un hediondo smog que no es otra cosa que la halitosis de la oratoria. La imagen es lo que vende. Si no sales en televisión no existes. El plasma no huele. Non olet. La Universidad está de capa caída desde el Motín de Esquilache, de modo que la politología no es ciencia sino incidencia. Es mucho mejor quedarse en la Formación Profesional: fontanero para dominar el asunto de las alcantarillas o pintor de brocha gorda y dale que te pego con la cal viva. Que ahora dice Iglesias que Felipe Cisneros Slim González tiene las manos chuchurrías de tanto hacer desaparecer cadáveres. Que es responsable político, irrefutable. Que metió las manos en el saco – el de la cal, no el de los fondos reservados – no me consta. El Padrino no mata. Matan sus pistoleros. Un poco de respeto al Creador, como pide Susana, paradigma de la ordinariéz y excelente antídoto contra la lujuria. A la altura del bromuro está, sondeo que me trasladó ayer un gitano amigo de José María el Tempranillo, quién jamás se levantaba antes de las 11.00 de la mañana, pese a su apellido.

De la telebasura al mierdadebate 

Regreso a la mímesis y a la ósmosis. A la interactuación política – sociedad, aunque cada vez más lejos una de otra. Regreso al emisor, al receptor, al emisario y al feedback. Pero no olvido que he de mandar rosas a Sandra, que se va de la ciudad. A trabajar como camarera a Franckfurt con un contrato basura redactado en alemán y pringado de chucrut, codillo y bradswurt. Es Ingeniero Aeronáutico.

Hace muchos años que no veo la televisión. He dejado el revólver y no tengo ganas de enfrentarme a Willy, Don Guillermo, 'The Kid'. Lo tienen Wanted. Comenzó con los 40 Principales y ahora, presuntamente, está entre los 40 más corruptos de estas Hespérides, bellas pero también Baratarias para destripaterrones. No obstante, no descarto el 'sin perdón' e irme con un negro a hacer justicia cuando llegue la próxima patera. Pero ese no es el tema ahora.

Que andaba pensando lo que ya había pensado en otras ocasiones y ahora leo las palabras de Gustavo Bueno: “Por televisión basura se designa a cierto tipo de programas que se caracterizan por su mala calidad de forma y contenido, en los que prima la chabacanería, la vulgaridad, el morbo y, a veces, incluso la obscenidad y el carácter pornográfico”. Clarísimo. Pero, aún así, los españoles ven espacios con esas características una media de 6 horas diarias. Y sigue Bueno: “Los programas basura van llenando espacio en las cadenas locales y nacionales, privadas o públicas. Juicios paralelos, presunción de culpabilidad; mentiras, bajos instintos, coyundas, malos tratos; se escupe sobre la memoria de los muertos; lenguaje soez, griterío, calumnias. Morbo y amarillismo. En ese circo mediático, magos, brujas, marcianos, tomboleros y famosetes (una nueva forma de vivir del cuento), ex GH, macarras de la moral, unas y otros se prostituyen sin rubor ante las cámaras, por un minuto de gloria mediática. Colaboradores que se jactan de ”ser periodistas“ (¡Si Larra levantara la cabeza!) pontifican, ponen a parir, utilizan el rumor como noticia y elevan el esperpento a la categoría de información de interés social”. Lo citado ha viajado hasta la clase política 'más elevada' y en ese viene y va nos hemos encontrado con que las instituciones del Estado – fundamentalmente el Congreso, que no Poder Legislativo – son también realitys shows. Unos con vaqueros – ¡Ay aquellos descamisados de Guerra! – otros con corbatas de Hermés y otros comentando la jugada en el papel o ante una cámara. Eso sí, sin que nadie ose abandonar el círculo – teoría de conjuntos – es decir, saltarse lo políticamente correcto, poner en cuestión de verdad el statu quo y apuntar ideas que ni tiene la socialdemocracia ni Alianza Popular / Partido Popular. Podemos tiene ideas, cierto, pero yo también sería capaz de regalar una paga a los españoles y de paso hundir el país, elevando los impuestos “a la oligarquía” y 'controlando' ayuntamientos, diputaciones y autonomías. ¿Podrán las oscuras golondrinas amarrar los perros con longaniza?¿Se suicidarán los corruptos? Lo dudo. No por llevar la contraria a 'la progresía' tachada de 'oteguileninista', sino porque la duda es condición sine qua non de cara a la sabiduría. 

Apolo y Dionisos 

Estimo, motu proprio y sin encomendarme ni a Dios ni al Diablo, que asistimos a un proceso dionisíaco socio político (posiblemente un poco basto) que, por otra parte, siempre ha estado ligado a la desaparición de culturas y civilizaciones. Cualquier estudioso de la Mitología conoce perfectamente la confrontación, la lucha constante existente entre los principios apolíneo y dionisíaco, entre la serenidad y el raciocinio y la orgía y el desenfreno. No me voy a extender en el asunto, pero quién quiera ir más lejos puede abrir 'El nacimiento de la Tragedia' de Nietzsche, 'Las Ménades' de Julio Cortazar o cualquier otro volumen que se enfrente a los dioses del Olimpo con conocimiento de causa. Eso sí, dejo escrito que las Ménades – las mujeres “que desvarían” -  eran elementas a las que la seducción de Dioniso (Baco para los romanos), el dios del vino, el misterio y la intoxicación, al que adoraba Polifemo, las llevaba a un bestial frenesí. A una performance, a una catarsis, cercana a la hibridación de una película de Tobe Hopper con porno/snuff. La violencia, el derramamiento de sangre, el sexo y la auto-intoxicación y mutilación, les encantaban. En España tenemos ménades 'en vías de desarrollo': la amiga de Colau que miccionó en plena rue, aquella cuyo nombre no recuerdo que asaltó una ermita, lady gagá Carmena, Aguirre o la cólera de Dios, alguna monja secesionista, Marta Ferrusola, esposa del 'Honorable Pujol' … En fin, termino con Unamuno, ese hombre medio majorero al que le dolía España: “Se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte”. Y nosotros partimos de una reforma política fraudulenta e hipócrita  que ha derivado en una dictadura corrupta de partidos. Realmente, hay que salir huyendo. Hacia alguna supernova o un agujero negro. Por fin, libres, orbitando en el Universo. Serenos por la ausencia de gravedad.

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