''Nuestra vida depende de una piqueta''

Más allá de los preceptos legales, alejada de las resoluciones judiciales, se encuentra ahora la angustia de los propietarios de los dúplex de Hoya Pozuelo. Desde que la Agencia de Protección del Medio Urbano y Natural del Gobierno de Canarias comenzase a notificarles este lunes -lo hace de forma escalonada y este martes continuó con esa labor- que deben de abandonar sus viviendas antes del 27 de marzo, la incertidumbre ha vuelto a crecer. La pesadilla no cesa.

Esa inminente ejecución de una sentencia firme del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, derribaría los inmuebles por no respetar la distancia de 100 metros de servidumbre de dominio público que, según la Ley de Costas de 1988, son obligatorios en el deslinde marítimo terrestre.

“Nosotros no discutimos la distancia entre nuestra vivienda y el mar. Hay un mojón que indica que los separan 87 metros. Pero nos preguntamos: si la casa se queda donde está, ¿a quién hace daño? Y si se derriba, ¿qué beneficio se obtiene?. Las leyes deben de ser flexibles y tener una amplia interpretación”, cuestiona Julián Téllez, uno de los propietarios afectados.

Él y su mujer, María de los Ángeles Martínez, parecen vivir entre la lucha por conseguir la paz que creen justo y el estado nervioso que provoca una situación tan complicada. Porque su situación resulta de todo menos tranquilizadora. “Empecé a trabajar a los 13 años de edad. Somos de Madrid y lo vendimos todo allí para cumplir nuestro deseo de vivir cerca del mar. En mayo hará tres años que éste es nuestro hogar. Y ahora toda nuestra vida depende de que venga una piqueta el día 27. Llevamos un año acojonados”, narra un preocupado pero también combativo Julián.

Este matrimonio adquirió el dúplex o si antes preguntar en el Registro de la Propiedad y en Ayuntamiento de Telde por las cargas que pudiera tener la casa. Nadie les advirtió de ningún problema. Ahora podrían verse sin un lugar donde vivir pero teniendo que pagar religiosamente los plazos mensuales de una hipoteca a la que le quedan 20 años para vencer. Julián subraya que es “un simple trabajador con un sueldo de 1.800 euros”.

“El único lujo aquí es el mar”

“Que nadie diga ni piense que son viviendas de lujo. El único lujo que tiene es que el mar esté enfrente. Tres dormitorios, un salón, una cocina y dos baños no es mucho lujo después de toda una vida de trabajo”, concluye. Los dúplex en cuestión se construyeron, cada uno, sobre una parcela de 110 metros para un total aproximado de 70 metros útiles.

La sentencia afecta a la demolición total de algunos de los inmuebles, mientras que a otros vecinos -algunos acaban de ser padres o sufren algunas discapacidad- sólo se les restará parte de su jardín o algún muro. A pesar de eso, los vecinos se han mantenido unidos en la lucha. Les presta asistencia letrada la prestigiosa abogada Josefina Navarrete.

Cuestionados sobre quién debe de indemnizarlos si su casa desaparece, la respuesta es diáfana: “Nadie puede pagarnos nuestras noches sin dormir. No queremos dinero. Queremos vivir en nuestra casa”. Si finalmente la tiran, es posible que tengan que pagar ellos el derribo.

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