Las ciberviolencias machistas van en aumento: “Cuando juntas anonimato, impunidad y violencia normalizada, hay una tormenta perfecta”

Deepfakes, sextorsión, grooming, body shaming… Hay muchos tipos de ciber violencias machistas que además van en aumento. La última memoria de la Fiscalía de Canarias señala que “los delitos de violencia sobre la mujer cometidos a través de nuevas tecnologías tienen incidencia creciente”. De hecho, “los delitos de acoso, amenazas, coacciones o incluso quebrantamientos de condena o medida cautelar a través de redes sociales, que permiten amparar el anonimato del autor, han dificultado la investigación de estos delitos que, en numerosas ocasiones, exigen una investigación tecnológica, por lo general compleja, que dilata en exceso la tramitación de los procedimientos”, destaca el Ministerio Público. 

Para la trabajadora social y coordinadora del proyecto Por no hablar, Idaira Alemán, “cuando juntas impunidad, anonimato y violencia normalizada hay una tormenta perfecta”. “La percepción de anonimato hace que muchas personas digan o hagan en internet cosas que nunca harían en la vida offline. Esa falsa seguridad facilita que las ciberviolencias machistas aumenten y que quienes las ejercen se sientan intocables”, añade. Además, advierte de que “la inteligencia artificial ha abierto escenarios impensables” como deepfakes pornográficos, clonación de voz, generación de imágenes… “Y eso exige respuestas nuevas, rápidas y coordinadas”, apunta. 

Se ha endurecido muchísimo el discurso en los espacios donde socializan los jóvenes. Y aquí entra la manosfera

Alemán alerta de que está ocurriendo algo que no podemos ignorar: “Se ha endurecido muchísimo el discurso en los espacios donde socializan los jóvenes. Y aquí entra la manosfera, una red de comunidades digitales que alimentan discursos misóginos y profundamente deshumanizadores hacia las mujeres. Y su influencia es enorme”. “Lo vemos cada semana en Por-No Hablar: chicos de 13, 14 o 15 años que llegan repitiendo frases, argumentos y lógicas de la manosfera. Se encuentran con discursos que legitiman la violencia, que presentan a las mujeres como enemigas o manipuladoras, y que justifican la dominación masculina como algo ”natural“.

También a través de las redes sociales las mujeres sufren diferentes formas de violencia estética. Tal y como explica la psicóloga especializada en igualdad Cristina Gil, este tipo de violencia se ejerce no solo a través de comentarios directos sobre el cuerpo de las mujeres por parte de conocidos y de anónimos, sino también a través de la creación de filtros de belleza y la exposición constante a imágenes basadas en el cánon de belleza.

Un informe del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD realizado por Elisa García-Mingo y Silvia Díaz Fernández ya calificó la manosfera de “elemento crucial en la socialización” de la juventud en materia de género. Según dijo, son espacios digitales “en los que encontramos muchas de las conceptualizaciones que se están articulando desde espacios políticos antifeministas”. Entre ellos, que “la violencia no tiene género” o que se trata de “un invento ideológico”. 

El estudio Violencia contra mujeres, niñas, niños y adolescentes en el ámbito digital elaborado por la asociación de juristas Themis para el Ministerio de Igualdad puso de manifiesto que “el uso de dispositivos electrónicos y tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) ha crecido exponencialmente, especialmente a raíz de la pandemia por COVID-19, que fue el catalizador definitivo para la adopción de las tecnologías digitales”. Además, “las cifras estadísticas de las distintas investigaciones expuestas evidencian que la violencia digital afecta mayoritariamente a mujeres y a niñas. Es una extensión de la violencia ejercida fuera de línea, basada en la estructura patriarcal y en los roles de género que, lejos de desaparecer, se reproducen en el mundo virtual”. 

Asimismo, expone que “la falta de formación especializada desde la perspectiva de género en el ámbito de la ciberdelincuencia y la insuficiencia de recursos, tanto materiales como personales, representan obstáculos significativos en la lucha contra la violencia digital que afecta a mujeres y a las personas menores de edad”. 

Las personas menores de edad son especialmente vulnerables a los riesgos de la interacción en línea

Menores expuestos a contenido violento 

El informe incide en que “las personas menores de edad son especialmente vulnerables a los riesgos de la interacción en línea”. “La exposición a contenido inapropiado, la facilidad de acceso a las redes sociales y la falta de supervisión adecuada contribuyen a la normalización de conductas inapropiadas y a la victimización”, apunta. Además, recoge que la falta de madurez y de juicio crítico en la infancia y en la adolescencia, junto con la insuficiente educación digital, “les hace más susceptibles a ser explotadas y explotados por depredadores en línea, enfrentando riesgos como el grooming, el ciberacoso y la explotación sexual digital”. 

No es el único estudio que pone el foco en los menores y adolescentes. La investigación Ante la tercera brecha digital de género y ciberviolencias en la infancia: coeducación, oportunidades y resistencias liderada por Estíbaliz Linares concluyó que desde muy temprana edad la infancia está expuesta a contenidos violentos y pornografía en la red. 

Para Idaira Alemán, “la pornografía es la ciberviolencia machista más silenciosa porque combina tres factores muy graves: llega a edades cada vez más tempranas, erotiza la violencia sexual y moldea el deseo tanto en jóvenes como en personas adultas”. “Hoy, muchos niños y niñas ven porno antes de los 12 años. Exponer a menores en pleno desarrollo a escenas de violencia sexual, presentadas como excitación y entretenimiento, es una forma de violencia en sí misma. No tienen madurez ni herramientas para comprenderlo y, sin embargo, ese impacto se queda en su mirada, en su cuerpo y en la forma en la que van a entender las relaciones”, apunta. 

“La pornografía actual no muestra afecto ni diálogo: muestra guiones donde la dominación, el dolor y la humillación se convierten en deseo. Y cuando eso es lo primero que un menor ve sobre sexualidad, se convierte en aprendizaje. Construye su imaginario y su deseo en torno a la erotización de la violencia”, sostiene. 

“Desde Por-No Hablar lo vemos claramente: cada vez más profesionales, centros educativos y, muy especialmente, más familias están pidiendo formación y herramientas. Este año hemos trabajado intensamente con el ámbito sanitario —pediatría, matronas, centros de salud— y eso es un indicador muy claro de que algo está cambiando. Profesionales están viendo las consecuencias en la consulta y quieren actuar”, agrega. 

“Estamos dejando a peques solos frente a la industria más agresiva del mercado”

La trabajadora social sí advierte de lo que implica que los menores accedan a edades más tempranas a las pantallas. “Estamos dejando a peques y adolescentes completamente solos frente a la industria más agresiva del mercado, la industria sexual. Y lo más preocupante es que esa industria no espera a que ellas y ellos busquen: va a buscarles. A través de algoritmos, contenido sugerido, ventanas emergentes o incluso la famosa rule 34, esa idea de que si algo existe, hay porno sobre ello, cualquier búsqueda inocente puede terminar exponiéndoles a sexualización o violencia sin pretenderlo”, apunta.

Alemán agrega que cuando acceden tan temprano y sin acompañamiento, la pantalla empieza a explicarles el mundo antes que la familia o la escuela. Y lo que ven no está pensado para protegerles, sino para captar su atención a cualquier precio. La violencia y la deshumanización se cuelan sin filtro en una edad en la que no tienen herramientas para interpretar lo que ven.

La experta incide en que lo que vemos a nivel internacional confirma esto. Afirma que aunque la industria insiste en que la pornografía “es para personas adultas”, el ejemplo de Francia “demuestra otra realidad: cuando el país plantea exigir sistemas más robustos de verificación de edad para proteger a menores, la industria responde con un apagón de porno como forma de protesta. Eso dice mucho. Dice que no les interesa proteger a la infancia; al contrario, les interesa seguir llegando a menores porque ahí está su mercado. Si realmente la industria quisiera que el acceso fuera solo adulto, cumpliría la ley sin oponer resistencia”, resalta. 

“Y el problema no es solo que accedan antes a los dispositivos, sino que acceden sin acompañamiento, en un entorno que no ha sido diseñado para el bienestar de la infancia. Por eso insistimos tanto en educación sexual: porque, si no acompañamos, será la industria pornográfica quien ocupe ese lugar. Y lo hará sin empatía, sin cuidado y sin responsabilidad”, incide. 

La violencia estética en las redes sociales

Los agresores también encuentran en las redes sociales otra vía para ejercer violencia contra las mujeres. “Tenemos a miles de personas opinando sobre cuerpos ajenos y específicamente sobre mujeres”, explica Cristina Gil, educadora social y psicóloga sanitaria especializada en violencia de género e igualdad. La aparición de nuevas formas de acoso a través de estas plataformas avanza a toda velocidad. Según la experta, los jóvenes han desarrollado incluso sus propios códigos secretos para ejercer la violencia de una forma más impune, sorteando la censura y con los mismos objetivos de siempre: sexualizar y cosificar a las mujeres burlando, además, los mecanismos de detección que permiten denunciar este tipo de comentarios. 

A esto se suma otro tipo de violencia estética que impacta directamente en la autoestima de las adolescentes: la del ejemplo y la comparación. “Están expuestas a cánones de belleza totalmente irreales e inalcanzables”, subraya la experta. “Ven a influencers que son chicas normales, como ellas, pero que usan un filtro”, ejemplifica. Otro ejemplo es la tendencia del Skin care (cuidado de la piel) entre niñas pequeñas. “Te presentan como un juego ponerte ácido hialurónico o retinol. Esto va unido al capitalismo. Antes vendíamos cremas a las adultas, después a las adolescentes, y ahora a las niñas. Es un nicho de mercado nuevo”, subraya Gil. 

Si tú te ves todos los días en una foto en tu móvil con filtro, cuando te miras al espejo no te reconoces

La psicóloga ha participado en la elaboración de la guía para un uso saludable de las redes sociales titulada Sin filtros. Este documento recoge las conclusiones de un estudio elaborado por la marca de cosmética Dove, del que se desprende que el 69% de las mujeres encuestadas - de entre 10 y 17 años - reconoció no verse suficientemente bien con su aspecto si no cambiaba alguna parte de su cuerpo antes de subir una foto a las redes sociales. Esta decepción se refleja en la vida real con problemas de autoestima, que pueden derivar en trastornos alimenticios, ansiedad, o depresión. 

“Si tú te ves todos los días en una foto en tu móvil con filtro, cuando te miras al espejo no te reconoces. Hay chicas de 13 años que dicen que, en cuanto tengan la edad legal, se operarán. Otras dicen que, si pueden evitarlo, no quedan en persona con los amigos porque a través de Instagram las ven con filtro”, apunta. “Ningún hombre se pone ese filtro que te pone colorete, te afina la nariz y te aumenta los labios. Es una nueva forma de violencia en la medida en que antes nos podíamos comparar con las portadas de la revista, pero era otra persona. Lo que tiene esto de potente es que tú te ves a ti misma con ese ideal de belleza aplicado”, subraya. 

Retos con enfoque jurídico, psicológico y educativo 

Para Idaira Alemán,“no puede ser que vivamos en un entorno digital donde el capitalismo funciona sin reglas, donde todo se convierte en mercancía, incluidos los cuerpos, la intimidad y la sexualidad de las personas y donde las grandes industrias tecnológicas y por graficas operan con total impunidad. Mientras haya empresas que ganen dinero con la viralización de la violencia o con la explotación sexual, la protección real no llegará”. 

Por eso incide en que es necesario actuar desde varios frentes a la vez. Desde lo jurídico, apunta que es clave actualizar las leyes para reconocer estas nuevas formas de violencia. Desde lo educativo, urge acompañar a familias, docentes, profesionales sanitarios, juventud. “No normalizar la violencia sexual como entretenimiento y a identificar discursos de la manosfera”, remarca. “Y desde lo tecnológico, debemos exigir responsabilidad. Las plataformas no pueden seguir actuando como si fueran simples intermediarias mientras sus algoritmos empujan a menores hacia contenido peligroso”, agrega. 

El informe de la asociación de juristas Themis agrega que es crucial la formación especializada y multidisciplinar con enfoque de género de todos los y las profesionales que intervienen en los procesos por casos de violencia digital: fuerzas y cuerpos de seguridad, abogacía, judicatura, equipos psicosociales adscritos a los juzgados, etc. “Ello facilitaría la persecución, imputación y sanción de los delitos tecnológicos, a la vez que permitiría una mejor atención a las víctimas y reparación del daño”. También incide en la importancia de la educación y la concienciación así como protocolos específicos. 

“Se recomienda tipificar un delito de usurpación de identidad digital, ya que, en nuestro ordenamiento jurídico, no existe una respuesta penal adecuada”, agrega el informe. “Igualmente, es preciso contar con expertos en informática forense y técnicas de extracción, análisis y preservación de la evidencia digital tanto en las fuerzas y cuerpos de seguridad como en los propios juzgados, dada la naturaleza y características de la prueba digital”, apunta. 

Para Cristina Gil, es fundamental que los roles de género que ahora se reproducen en las redes sociales se vayan deshaciendo. Desde el punto de vista familiar, plantea establecer una serie de condiciones para que los adolescentes usen las redes sociales, entre ellas, que todas las cuentas sean privadas. “Hay muchos peligros, y ahora con la inteligencia artificial más”, insiste. “Es un nuevo medio donde ejercer violencia machista y contra los menores en general y el problema es que también lo están ejerciendo menores. Para mí es clave la impunidad que ellos sienten. Nosotras trabajamos con la juventud, y creo que hay que seguir trabajando en la igualdad, ese es el único camino”, concluye.