Cuando el maltratador te persigue hasta otro continente: ''Él siempre encuentra la forma de saber dónde estoy''

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Natalia G. Vargas

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Para Cristina (nombre ficticio), Lanzarote era la oportunidad de empezar una vida nueva lejos del maltrato. En 2022, salió de Uruguay con su hija, que entonces tenía cuatro años. En esta isla canaria, Cristina se reunió con su madre y dejó atrás los episodios de violencia machista que sufría en su país por parte de su expareja, contra la que la Justicia uruguaya dictó diferentes órdenes de alejamiento. Sin embargo, pocos meses después de asentarse en Lanzarote, su exnovio apareció en su casa. “Empezó a ir a donde yo trabajaba. Yo cuando lo veía me quedaba paralizada y me ponía a vomitar”, cuenta a este periódico.

Cristina llevaba tiempo planeando irse a Lanzarote. “Yo en Uruguay estaba sola. Después de que me separé no tenía nada que hacer ahí, y más con la situación que estaba viviendo, que llegó a ser extremadamente peligrosa para mi vida”, narra. La primera vez que pidió ayuda fue en 2019. Según la documentación a la que ha tenido acceso Canarias Ahora, los informes del Instituto Nacional de Mujeres de Uruguay concluyeron que Cristina estaba en una situación de riesgo medio-alto por “violencia doméstica física, psicológica, ambiental, económica y patrimonial con indicadores de riesgo de vida que le han generado daños emocionales”. 

La Justicia prohibió al hombre cualquier tipo de comunicación o acercamiento con la víctima y una primera resolución también suspendió las visitas a la hija que tenían en común. Después, estas visitas se reanudaron. “Al momento la víctima no logra adherir las estrategias de cuidado planteadas por el equipo jurídico y psicosocial. La ha hostigado para ver a la hija en común. Accede por miedo, a pesar de que las visitas están suspendidas”, reza la documentación. 

“Mientras estuve en ese vínculo, en esa relación, en ese sistema que era un circuito donde siempre acababa mal, no me daba cuenta. Vives las cosas y por más que quería hacer algo es tanta la costumbre que tienes a ser violentada, vulnerada… Te han adoctrinado para controlarte”, subraya. La Justicia de Uruguay también ordenó a su expareja que utilizara un dispositivo electrónico para controlar que no se acercara a Cristina. ''No había contacto cero, él siempre ha encontrado la forma de saber dónde estoy''.

“Sientes tanto miedo a que exista una confrontación por lo que pueda pasar que casi termino con mi vida”, confiesa. Gracias a sus redes de apoyo y a los equipos de profesionales que la acompañaban tomó la decisión de salir de Uruguay. Sin embargo, tuvo que negociar con su expareja. Según el relato de Cristina, él le firmó el permiso para salir del país con la niña a cambio de que ella evitara que el procedimiento legal en el que estaban inmersos pasara al ámbito penal. 

La tranquilidad en Lanzarote duró apenas dos meses. Desde que él se desplazó a la isla ella ha sido atendida por el Centro Integral de Atención a la Mujer (CIAM) de Lanzarote, un órgano que forma parte del Instituto Canario de Igualdad. Allí ha recibido atención psicológica. De acuerdo con la documentación consultada, Cristina ha presentado en la isla diferentes denuncias contra su expareja, advirtiendo que este se desplazaba a su lugar de trabajo y “pasaba horas en la tienda para llevarse solo una botella de agua”. Sin embargo, en España no se ha adoptado ninguna medida judicial de protección. Cristina solo cuenta con los recursos y servicios que le ofrece el CIAM. 

Una denuncia por abusos sexuales

El exnovio de Cristina también ha recurrido a la Justicia española para obtener un régimen de visitas que le permita ver a la hija que tienen en común. Además, su defensa exige una multa de 6.000 euros a la mujer “por el perjuicio generado al padre de la menor, que lleva más de año y medio sin verse con su hija”, tal y como reza la documentación consultada por este periódico. 

La Justicia ha establecido un régimen de visitas en un punto de encuentro familiar, pero la menor no ha asistido. La razón: una denuncia interpuesta por presuntos abusos sexuales a la menor por parte de su progenitor. “Asesorada por peritos, psicólogos y mi abogado, lo mejor es que no vea al padre hasta que quede resuelto ese asunto”, cuenta la madre. Cristina indica que su hija comenzó a narrar los hechos una vez en Lanzarote, al ver a dos personas besándose en la playa. 

Entonces, la madre acudió al CIAM. El organismo recomendó la evaluación psicológica de la menor cuando se repitieran referencias a esa posible situación de abuso. También propuso el peritaje psicológico del progenitor que determinara la conveniencia o no de las mismas, para garantizar la seguridad y la protección de la menor. 

Al tratarse de hechos que presuntamente tuvieron lugar en Uruguay, es la Fiscalía uruguaya la que está investigando el caso. Un documento de la Fiscalía de Uruguay al que ha tenido acceso este periódico sugiere “que la niña no tenga contacto con el sujeto denunciado, teniendo presente la gravedad de los hechos investigados y la finalidad de protección de la infancia, hasta que se concluya que las visitas no son un riesgo para la primera”. “Quiero que mi hija sea feliz y esté sana. El interés de él no es esa niña, sino volver a tener poder ante mí. Me tomó por rehén por medio de la niña”, concluye. 

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