Pero aunque no pudiera ser, le quedó a algunos la querencia. Así, los hay esforzados en que lo sea de manera bastante infantil. Porque no cabe minimizar que el PP perdiera el Ayuntamiento de Las Palmas y esté a punto de perder el Cabildo grancanario. Ni insinuar que ponemos en duda la legitimidad y legalidad del pacto CC-PP, cuando, vuelvo a repetir, nos gusta la solución. Por razones distintas, eso sí, a las de sus devotos incondicionales. Cada cual es muy dueño de ser partidario de lo que le parezca. Y libre de opinar lo que le cuadre y de defender su postura, bonito fuera. Pero sorprende que a veces no se quiera ver la realidad. Es incontestable, por ejemplo, que CC-PP reúnen suficiente número de diputados para gobernar juntos con todas las de la ley; resulta absurdo, sin embargo, negar la relevancia política de que el PSC obtuviera 26 diputados. Es delirante, por otro lado, que se tilde de fracaso a un partido que pasó del zapatazo de ser tercero a primero porque transmuta en éxito la pérdida de miles de votos por CC y PP. Una curiosa alquimia ésta que utiliza, entre sus fórmulas magistrales, relacionar los nombres las islas en que no ganó el PSC seguidos de un etcétera englobador de aquellas en que sí ganó. Y encima sin seguir el orden pepitiano por kilometraje cuadrado. Cuando vuelva a París iré a Saint-Jacques-La Boucherie: si aquí han logrado semejante transustanciación, allá deben haber conseguido, con los siglos que llevan probando, la más fácil de convertir plomo en oro.Hay quienes creen al PP vencedor en Gran Canaria. Se agarran a los ayuntamientos en que gobierna: cuatro por mayoría absoluta y tres mediante pactos; con el de Gáldar pendiente de recurso. Ninguno significativo; salvo Arucas por peso poblacional y Mogán como buen lugar de negocios. Pero es lo de menos, a lo que se ve. NC obtuvo mejores resultados y no está en el Parlamento. Son oclusiones mentales frecuentes que impiden el análisis político. Deducir otra cosa de los datos, que están ahí, es exactamente eso: otra cosa.