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Paseo por el antiguo imperio Siam: Tailandia

Turistas visitando un templo en Bangkok. (Cedida a Canarias Ahora).

Leticia Díaz Pérez

Santa Cruz de Tenerife —

Viajar no solo implica volver a casa con un envidiable reportaje fotográfico en nuestros perfiles sociales. Cuando hablamos de Tailandia, hacemos alusión a una cultura nueva y desconocida para la parte del globo más occidental que es imprescindible descubrir y comprender. Cultura ancestral, comida típica, medios de transporte… El reconocido popularmente como “país de la eterna sonrisa” guarda en el seno de su sociedad un amplio conjunto de costumbres y tradiciones que son dignas de conocer y (¿por qué no?) poner en práctica.

El intenso olor a especias inunda las calles, la sonrisa permanente en el rostro de los transeúntes comienza a ser habitual y en el suelo, aún mojado por la lluvia, vuelve a brillar el sol. Tailandia recibe cada año a millones de turistas procedentes de todo el mundo atraídos por su evidente belleza paisajística y su cultura ancestral.

La majestuosidad de cada templo budista o la conservación de sus frondosos parques naturales hacen del antiguo imperio de Siam el lugar idóneo donde perderse y encontrase; donde aprender y respetar; donde descubrir una cultura única y fascinante, totalmente paralela a la nuestra.

Se trata de un país que es imposible conocer a través de un aparatoso objetivo; a Tailandia es vital comprenderla, descubrir su sigiloso y misterioso pasado, saber cómo vive su gente, cuáles son sus creencias, sus tradiciones… Un proceso de asimilación cultural en el que, en primer lugar, será necesario comprender el amplio abanico de diferencias y diversidades que, finalmente, nos unen al reino asiático.

El ritual del templo

Viajar a Tailandia supone recorrer su infinidad de templos budistas. Tonos amarillos, rojizos, anaranjados… Todos relucen con el primer rayo de luz de la mañana (de la noche ya se encarga el alumbrado público).

Eso sí, visitar un templo budista tailandés es un auténtico ritual. Nada que ver con las iglesias europeas donde, como mucho, se exigen unas ciertas normas en alusión a la indumentaria. En Tailandia se cumple a rajatabla aquello que manda la tradición en cada santuario.

Los tailandeses son bastante estrictos en cuanto al tipo de vestimenta permitida en las visitas. De hecho, existen templos en los que se habilita un alquiler de faldas, pantalones y camisas para todos aquellos “impuros” que se atreven a mostrar sus rodillas y hombros a Buda.

Hay que tener en cuenta que los zapatos no son bienvenidos a la casa del budismo. Por lo que a la entrada de cada templo se puede apreciar un auténtico arsenal de calzado de todos los tamaños, colores e incluso, olores. Una reiterativa práctica en la que, seguramente, unas típicas cholas canarias pondrían solución.

Donaciones a tituplén

Poco ha quedado del tradicional cepillo en misa. En el reconocido como “país de la eterna sonrisa” hay una gran diversidad de formas para inducir a la donación. Pulseras, coronas de flores, pan de oro… Las cajas fuertes impresionan en cada esquina del templo y el tránsito de bahts (moneda tailandesa) comienza a ser habitual en los mismos.

Los materiales que componen las altísimas fachadas también ayudan a alcanzar el grado de fascinación de aquellos que deciden contemplar su grandeza. Piedras, cerámicas o madera coloreada tienen cabida en los templos más populares de Bangkok y del resto de país.

El budismo se lucra en gran medida de las persistentes ofrendas. Tal es la costumbre del donativo que cuando un practicante decide ser por una temporada (o durante toda su vida) monje budista, éste debe vivir única y exclusivamente de las donaciones del pueblo tailandés; comida inclusive.

Se come en la calle

Pasear por las calles de Tailandia incluye degustar “olfativamente” la gastronomía tradicional. Intensos olores recorren las grandes avenidas de la mano de los afamados mercadillos; una sucesión de puestos callejeros que sirven los platos más típicos incorporando las tres “b”: bueno, bonito y muy, muy barato.

La interacción continua con el camarero o el disfrute de la sobremesa, tan reclamado en el Archipiélago, no tiene cabida en la restauración thai. Para los tailandeses la comanda, el servicio y la cuenta se desarrolla en un máximo de 5 minutos… ¡y a comer!

Las principales recetas de Tailandia están formadas por una mezcla de sabores bastante intensos: especias, hierbas o frutas son parte del popular y deseado Pad Thai, entre otras delicias. Ahora bien, la preparación de las papilas gustativas debe ser primordial para el extranjero, ya que descubrir el grado de picante en cada plato podría resultar toda una acalorada sorpresa.

Cuando llega la hora punta, Bangkok se posiciona como una de las ciudades actuales con mayor índice de atascos, entre las que también se encuentran Yakarta (Indonesia) o Estambul (Turquía). Y es que circular entre infinidad de coches, motos o tuk tuks (triciclo motorizado tradicional de Tailandia), agregando la posibilidad de pasar más de 50 minutos en cola, resulta una innegable ardua tarea.

¡Agárrate que vienen curvas!

Sin embargo, ningún conductor parece seguir la creencia de que tocar el claxon, en repetidas ocasiones, podría disminuir la magnitud del atasco. Tal y como solemos ver en nuestras carreteras. Suerte para nuestros oídos y paciencia que dicha convicción recae tan solo en unos pocos automovilistas. Un atasco en Tailandia sorprende por su silencio.

No obstante, en este diario y caótico tránsito la seguridad vial es bastante cuestionable. Motos que hacen cabida a la totalidad de integrantes en una familia (sí, niños incluidos) o conductores dirigidos hacia la siguiente parada de Pokémon Go podrían ser algunas de las tantas escenas que alarmaría trágicamente a nuestros miembros de la Guardia Civil.

El placer del vehemente masaje 'thai'

Ningún individuo de la faz de la tierra debe permitirse la peripecia de abandonar el antiguo imperio de Siam, sin antes conocer el masaje tailandés. Se trata de una práctica nacida de las antiguas familias agrícolas que precisaban del intenso estímulo muscular para continuar con la jornada de trabajo.

Actualmente, en el país se ofertan todo tipo de masaje tailandés destinados a espalda, hombros, pies… Ahora bien, es necesario ser precavidos y saber que la relajación de un auténtico masaje thai brilla por su ausencia.

Adorables y delgadas tailandesas que en décimas de segundo se transforman en fidedignas luchadoras de sumo. Llaves de rendición devastadoras, estiramientos de extremidades imposibles… Un combate cuerpo a cuerpo de 60 minutos que sorprendentemente deja la musculatura como nueva.

El país de la eterna sonrisa

Está claro que viajar a Tailandia supone todo un descubrimiento de nuevas tradiciones y costumbres. Innovadoras experiencias y vivencias al otro lado del globo que nos revelan lo insignificantes e imprescindibles que somos los unos a los otros.

Una sociedad que convive en paralelo a la propia de nuestro país y cuya mundología nos recuerda de qué forma estamos conectados, unidos y enlazados en este planeta. Y es que a Tailandia, el denominado “país de la eterna sonrisa”, es imprescindible vivirla, sentirla, descubrirla.

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