Está bien, pero que muy bien, que se sepa que el presidente del Gobierno de Canarias ha recibido a estos dos empresarios de la tierra en busca de fórmulas alternativas a la compra de los Hiperdino. Siempre será mejor que figure en la agenda del presidente a que, como en otros tiempos no tan lejanos, se produzcan acuerdos, repartos accionariales y contraofertas sin luz ni taquígrafos que valgan. Como mucho, entendemos, Paulino Rivero podrá en este caso aunar esfuerzos para que otros empresarios se hagan socios de los Domínguez y así se llegue al objetivo de garantizar a los bancos el crédito de 20 millones de euros, porque nada puede hacer una administración pública en un caso como este, con o sin crisis galopante. Y lo que puede ser más importante para el futuro: alcanzar de una vez la madurez empresarial en las Islas, la impresión ante la opinión pública de que lo privado no necesita de lo público para salir a flote -¡qué contradicción en estos tiempos de despelote del Bienestar!-, y que nuestro tejido empresarial -todos, no solo Hermanos Domínguez- es capaz de generar por sí mismo sinergias y actividad, empleo y riqueza para todos -para unos más que para otros, vale- sin que les caiga encima el sambenito de toda la vida de empresarios subvencionados. Por describirlo suavemente que es agosto y calienta el sol, vamos.