La persona más feliz que este viernes pudimos detectar sobre la faz de la tierra era Manolo Viera, de profesión humorista, y de los buenos. A eso de la una y media de la tarde le entregaron un auto judicial que estaba esperando desde hace muchísimo tiempo, más o menos un año. Ese es el lapso que ha transcurrido desde que su ex esposa lo denunció por presuntos malos tratos y el archivo y sobreseimiento de la causa por falta de pruebas y la evidencia forense de que la señora no presentaba ni uno solo de los síntomas psicológicos de haber sido maltratada del modo que denunció. Pero a Manolo Vieira ya le habían hecho el correspondiente asesinato de imagen, lo habían condenado de antemano, habían descrito cómo tiraba de los pelos a su pareja, cómo la había estrellado contra una pared... En primera página y con reiteración. Y ahora resulta que todo era falso.