La conferencia estratégica de este viernes no terminó siendo un acto al uso, de esos que se convocan para la fotografía y las grandilocuentes declaraciones de intenciones. Es cierto que muchos de los presentes pensaban que sería algo así al principio, pero a medida que fue transcurriendo la jornada y se plasmaba la participación, la opinión fue cambiando. Tan poco habitual fue el formato que sorprendió al presidente de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), Sebastián Grisaleña, con el paso cambiado. Y con el discurso escrito la tarde anterior por algún impagable colaborador que se leyó los documentos preliminares, hizo girar el dispensador de la pimienta de la patronal y se mandó un documento plagado de tópicos y alejado en gran medida del encargo de aglutinar opiniones de su mesa de trabajo que tenía el bueno de Grisa.