Pero además de la grandeza de este asunto de las ampliaciones con doble salto mortal y tirabuzón, es que nuestro admirado Mauricio ya sabe que la cosa va mal, por mucho que prometa ante el Club de Meloneras: la autorización no la va a dar el Ministerio de Industria con las cosas así cocinadas, e incluso la próxima declaración de impacto ambiental que hará el Gobierno de Madrid puede ser antológica. ¿Por qué entonces tanto ardor? Descartado que el hombre sea un estajanovista, y descartado también que actúe guiado por el cumplimiento del deber y el amor por las cosas bien hechas, parece que, o bien es cuestión de aguijonear a la parroquia, la única que tiene, compuesta por empresarios de confianza creyentes hasta el final, o bien, que está montando un pandemonium para después negociar. ¿Con Adán? ¿Con el Gobierno ZP? Hagan juego.