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Antonio Betancort: el portero vocacional (1965)

El Real Madrid 68/69 posa con el trofeo del Campeonato Nacional de Liga. Forman: Betancort, Calpe, De Felipe, Sanchis, el entrenador Miguel Muñoz, Pirri, Zoco (de pie); Miguel Pérez, José Luis, Grosso, Velázquez y Gento. Del once de gala sólo falta Amancio.

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Santa Cruz de Tenerife —

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Biografía

BiografíaAntonio Rodrigo Betancort Barrera (1937) nació en Las Palmas de Gran Canaria, se crio en Haría (Lanzarote) y se formó en la cantera de la UD Las Palmas. Debutó en Primera División con 19 años, aunque apenas pudo jugar en sus cuatro primeros cursos como amarillo. Traspasado al Real Madrid en el verano de 1961, tras un año en blanco y una cesión al Deportivo de La Coruña se afianzó como titular en el conjunto merengue, con el que conquistó seis campeonatos de liga, dos copas del Generalísimo y una Copa de Europa (1966). Se retiró en la UD Las Palmas y luego ejerció de secretario técnico amarillo, con sobresalientes resultados.

El portero vocacional

El portero vocacionalAntonio Rodrigo Betancort Barrera se forjó como guardameta por la ley del portero. Nació en Las Palmas de Gran Canaria el 13 de marzo de 1937, pero se crió en Haría (Lanzarote), la tierra de sus padres. Y allí ya destacaba por su altura. La ley del portero, acuñada desde el nacimiento del fútbol, dice que “el que sobra, se va a la puerta”, tal y como recuerda el propio Betancort. Aunque él, asegura, también fue guardameta vocacional. “Era el dueño del balón y ése juega de lo que quiere”, bromea. Y así fue como tomó el primer contacto con los tres palos. “Bueno, aún no había palos, las porterías las marcábamos con piedras y jugábamos con una pelota de trapo, pero disfrutábamos”, explica Betancort, quien permaneció hasta los 12 años en Haría.

Allí no había entonces fútbol federado, pero si encuentros de ganar o ganar. “Los partidos eran barrio contra barrio”, recuerda. De regreso a Las Palmas estuvo en el Unión Grupo, hasta que se organiza una selección de jugadores del Puerto de La Luz, La Isleta y Las Palmas para formar el equipo juvenil de la UD. Con Betancort no hubo muchas dudas. Apenas contaba con 13 años de edad, pero su envergadura y la sobriedad que mostraba bajo los palos fue suficiente para acelerar su formación. En todo caso, hubo que hacer un apaño con su ficha federativa para que pudiera debutar en Primera División con 19 años en Sarriá y ante el Español (2-2).

En el conjunto grancanario había un hombre indiscutible bajo los palos, el valenciano Pepín. “Qué bueno era. Hasta que no se fue al Betis no empecé a jugar. Era muy completo”, reconoce Betancort. Tras el descenso a Segunda División y la marcha de Pepín, Betancort destaca en la campaña 60/61, que acaba con el ascenso del Tenerife a la élite. Y para colmo, él se lesiona en el Heliodoro poco antes de que Yeyo Santos decida en clásico (1-0) con un golazo. Eso sí, sus actuaciones no pasan desapercibidas. Y en verano, el 3 de agosto de 1961, le llama Jesús García Panasco “para decirme que teníamos que viajar juntos a Madrid. Yo hice mi maleta sin tener ni idea de lo que iba a pasar, nos fuimos a la capital… y casi sin darme cuenta estaba en Chamartín y era jugador del Real Madrid”.

Firmó por el equipo blanco “aún sin creerme lo que estaba pasando”. Recién casado, se encontró “con otro mundo, porque Madrid asustaba a cualquiera. Yo estuve muchos días asustado porque era un cambio grande. En Las Palmas cogía la guagua para ir a entrenar, en Madrid tenía que coger un tren, el tranvía y la guagua…”. Y si en la UD encontró la competencia de Pepín, en el Real Madrid la batalla por el puesto de titular aún era más dura. Al tiempo que los blancos se hicieron con el meta grancanario, firmaron a José Araquistain, que se ganó la confianza del cuerpo técnico blanco… que también contaba con dos guardametas más, Vicente Traín y el argentino Domínguez, además de los jóvenes Bagur y Fermín. O lo que es lo mismo: media docena de porteros para un puesto.

Tras una temporada en blanco, Betancort va cedido al Deportivo de La Coruña con Antonio Ruiz, dentro del fichaje de Amancio Amaro por el Madrid. En Riazor tarda cinco jornadas en ser titular y muestra un nivel que obliga al Madrid a recuperarle. Y aunque en el curso 63/64 apenas juega, sí tiene la oportunidad de debutar como merengue en un partido oficial. Fue en la penúltima jornada de Liga en la visita al Levante (0-1) para celebrar el título de campeón. Y también disputa la primera eliminatoria de Copa del Generalísimo frente al Indauchu, resuelta con un global de 10-2. Satisfecho por los éxitos globales, Betancort desea ganar protagonismo individual y multiplica su trabajo en verano. Y el premio llega al inicio de la campaña 64/65, cuando, tras irse Vicente (culpado de la derrota en la final de la Copa de Europa ante el Inter, que también provocó la marcha de Di Stéfano), una lesión de Araquistáin ante el Zaragoza le lleva a la titularidad.

A partir de ahí, Betancort ya no sale del once. Y su jersey negro se convertirá durante años en parte del paisaje del Bernabéu. El guardameta grancanario disfruta de su primer campeonato como titular y, además, gana el Trofeo Zamora al portero menos batido. En la Copa de Europa, sin embargo, sufre la ira de Eusebio y del Benfica, que golea (5-1) a los blancos en Lisboa. Además, el seleccionador nacional, José Villalonga, lo empieza a incluir en las convocatorias del combinado español, donde se topa con José Ángel Iríbar. Hasta 25 veces fue convocado Betancort como suplente del mítico Chopo. “Es que Iríbar era único”, reconoce su competidor más directo, quien recuerda cómo se fraguó su debut en el combinado nacional ante Irlanda, en partido decisivo de clasificación para el Mundial de Inglaterra.

 “Jugábamos una eliminatoria contra Irlanda para ir el Mundial 66 y tras caer (1-0) en la ida jugada en Dublín, todos pensábamos que Iríbar volvería ser titular. Pero Villalonga me dijo en el almuerzo que yo sería el titular. Llegué incluso a preguntarle si estaba seguro porque dejar a Iríbar de suplente era sorprendente. Menos mal que me dijo que iba a jugar a la hora del almuerzo, pues si me lo dice justo antes de jugar me da una colitis”, cuenta entre risas Betancort. “Yo había jugado partidos de preparación ante clubes, pero esos no contaban como internacionales. Aquello era otra historia, porque nos jugábamos el pase al Mundial”, explica.

“Luego, saltar al campo y escuchar el himno fue una experiencia única. Sentía la emoción como parte de mi cuerpo”, agrega. España gana en el Sánchez Pizjuán por 4-1 con tres tantos de Pereda e iguala la eliminatoria, pues entonces no se aplicaba la diferencia de goles. “Ha sido un partido muy bonito, de los más bonitos que he visto. Del gol creo no haber tenido culpa y agradezco el aliento del público”, declara Betancort a los periodistas en los vestuarios. Dos semanas después, España se impone (1-0) en el desempate disputado en París y logra su clasificación para Inglaterra 66 con una gran actuación de Betancort. Y el meta canario también se gana su plaza para el Mundial. “Si ir a Madrid fue un cambio para mí, ir a Inglaterra, que no sabía casi ni dónde estaba, pues imagínate…”, bromea.

España compite en un grupo muy complicado contra Argentina, Alemania y Suiza y queda fuera de los cuartos de final, pero Betancort obtiene su particular visión positiva de aquella inolvidable experiencia. “Poder estar en una competición donde había jugadores como Pelé, Charlton, Eusebio o Beckenbauer es incomparable. Un joven canario como yo, verse ahí rodeado de todas las figuras mundiales…”. Meses antes, Betancort había ganado la Copa de Europa con una sensación agridulce. Así, tras disputar completos todos los partidos de Liga y ser titular también en la competición continental en las eliminatorias ante Feyenoord (resuelta con un global de 6-2 y cinco goles de Puskas), Klimarnock y Anderlecht, se planta en las semifinales ante el Inter de Milán.

El Madrid gana por 1-0 (Pirri, 14’) en el Bernabéu, pero Betancort se lesiona mediado el primer tiempo al sufrir un tirón muscular y, al estar prohibidos los cambios en la Copa de Europa, aguanta hasta el final sin recibir goles en una actuación que el público del coliseo madridista premia con una sonora ovación y el respeto eterno. Pero no hay consuelo para Betancort. El tirón muscular es grave y no sólo se pierde la vuelta en Milán, sino que tampoco llega a tiempo para la gran final en Bruselas ante el Partizán de Belgrado, que supone el sexto galardón continental de los blancos tras ganar 2-1. “Para mí fue un palo importante en el momento en el que supe que no podía jugar, pero luego llegó la alegría del triunfo y con eso se olvida todo” admite ahora Betancort.

En la campaña siguiente, el Real Madrid vuelve a ganar la Liga y Betancort, que sólo recibe 15 goles en 22 partidos, conquista también el Trofeo Zamora. Y un año después, aunque apenas juega en la Liga 67/68, llega a tiempo de conquistar el título en las citas finales… y de dejar sin opciones a la UD Las Palmas en el choque decisivo de la penúltima jornada disputado en el Bernabéu. Los blancos empiezan ganando, pero Paco Castellano sorprende a Betancort con un imparable libre directo. “Le pegaba muy fuerte al balón y aquel día casi rompe la red”, recuerda el guardameta. Y con empate a uno llega la jugada clave del encuentro. “Martín Marrero se sacó un tiro tremendo que iba dentro por toda la escuadra. Era gol sí o sí. Y cuando ya casi lo celebrábamos, Betancort hizo una parada impresionante”, narra Germán Dévora.

El triunfo final del Madrid, con un polémico gol de Pirri, deja a los amarillos sin opciones de ganar la Liga y a Betancort con otra sensación agridulce. “Me dio mucha pena que Las Palmas no pudiera ganar aquella liga, pero yo me debía a mi club y era un profesional que tenía que hacer todo lo posible para que mi equipo ganara. Yo sufría mucho cuando tenía que jugar contra Las Palmas, sobre todo en el Insular. Aquel día hice un gran partido, pero también sufrí”, reconoce. Aquella faena a la UD no hace que Germán regatee elogios: “Betancort era un gran portero, pero sobre todo una gran persona y cada vez que volvía a Las Palmas de vacaciones o a jugar con el Madrid quedaba con nosotros y salíamos a comer. Fue un gran compañero y es una persona muy sencilla”.

Cuatro días después del partido ante la UD, Betancort firma otra actuación para el recuerdo en Old Trafford, en las semifinales de la Copa de Europa ante el Manchester United. Sólo el mítico George Best puede batirle, aunque los ingleses decidirían en la vuelta (3-3) y se clasificarían para la final. En el mejor momento de su carrera, tras volver a ganar la Liga 68/69 sin perderse un partido e iniciar como titular el curso siguiente, el meta canario sufre una grave lesión de rodilla en Mestalla tras un violentísimo choque con Ansola y Pirri. Tras más de un año sin jugar, recibe una llamada de la UD Las Palmas en la que le proponen volver a casa. “El Madrid me dio todas las facilidades del mundo y no puso ninguna pega para que yo volviera”, recuerda Betancort, que pudo despedirse como jugador blanco con un 0-0 en el Insular en la última jornada.

En su retorno a Las Palmas, Betancort vuelve a su nivel más alto y juega todos los partidos de un campeonato en el que los amarillos son quintos y se clasifican para la Copa de la UEFA. Sin embargo, al año siguiente Betancort vuelve a tener problemas físicos y se despide como profesional el 25 de febrero de 1973 en medio de una ovación de San Mamés tras caer nuevamente lesionado ante el Athletic. Y tras no jugar ni un partido en la campaña 73/74 pone fin a su carrera deportiva. “La rodilla no me dejaba rendir a mi nivel y el puesto de portero es de una gran responsabilidad. Yo no podía estar dudando bajo los palos y ya tenía 36 años, por lo que decidí que lo mejor era dejarlo y pasé a ser asesor del club”. Y en ese puesto de ojeador/secretario técnico se encargó de hacer unos fichajes que dejaron un rendimiento sobresaliente a la UD Las Palmas. ¿Los nombres? Carnevali, Wolff, Brindisi, Morete…

 

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