El Tenerife gana eficacia y tres puntos en medio de un diluvio

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —

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Un gol de penalti temprano le dio el aire necesario al Tenerife para aferrarse a una victoria que puede acabar por instalarlo en la zona media de la tabla, más cerca de la promoción que de la zona roja. Necesitaba el equipo de Ramis sumar más que empates en el Heliodoro y lo hizo ante el Albacete por la vía del sacrificio, lastrado por las tarjetas y por un aguacero que convirtió cada entrada al cruce en una operación de riesgo.

Y aunque pierde por acumulación de amonestaciones a Aitor Sanz e Iván Romero para la cita del próximo viernes en Granada, le renta visto de lo de este sábado. Un triunfo de la eficacia defensiva –un atracón de optimismo para lo que viene en febrero– frente a un rival aseado con la pelota pero escasísimo de remates limpios entre los palos que comprometieran a Soriano.

Hizo virtud de la necesidad el Tenerife después de que se le abriera el camino del éxito con un control de Enric Gallego en el que le desequilibró lo suficiente Glauder para que lo cosa acabara en pena máxima. Andando el minuto 13, después de que el mismo Gallego ejecutara el penalti impecable –un tiro a la escuadra izquierda del portero– e imposible de discutir, le amaneció a los locales una tarde espléndida en lo se aparecía un aguacero inclemente y un aluvión de caídas al área y remates al equipo de Rubén Alves.

Puede que el factor diferencial fuera, como tantas veces antes, que el Tenerife buscó los puntos en lo que su rival se acomodaba al escenario. Tuvieron hasta el gol los blanquiazules un arranque brioso. Metiendo al Alba en su campo, subiendo a sus laterales a línea de tres cuartos y activando las conexiones de los extremos con Gallego y Garcés.

La consecuencia fue un cuarto de hora agitado y, así, un arranque de Waldo casi en la línea de gol para poner un balón que se apoyara en Gallego antes de generar el remate de Garcés. Y Gallego –un partido enorme el suyo, primero con el gol y de resto como el mejor central del Tenerife para sacar de cabeza lo que venía llovido a su área– tuvo la pericia debida para arrimarse a Glauder y provocar la entrada y el derribo que terminó en penalti.

Ya en ventaja, el Tenerife fue renunciando a la posesión en lo que el Albacete convenía de qué forma atacaba sus debilidades. Ciertamente pocas por su propia voluntad y muchas por las tarjetas madrugadoras que el Tenerife fue acumulando –Nacho, Aitor Sanz, José Ángel­– y tanto le arrumbaron tras la pausa a un encuentro atornillado a su área y con el punto de épica que le dio el magro 1-0. Y el agua –cuánta agua– que no dejó de caer en el Heliodoro salvo en el descanso.

Hasta la pausa, el Albacete mostró el catálogo de pegadores con el que sin duda cuenta. El desborde de Dubasin en su flanco, las asociaciones por dentro de Maikel Mesa –un remate claro antes del gol que no embocó y un par de adornos, nada más hasta que fue cambiado entre silbidos e insultos– o de Manu Fuster. Maneja Albes bazas ganadoras. Otra cosa es que la fe, cuando no el orden, con la que hoy defendió el Tenerife le concediera –es un decir visto el resultado– un aluvión en la suma de centros al área, faltas y balones llovidos en los que se bastó Soriano o córners.

De todo el repertorio de suertes que manejó el Albacete solo estuvo cerca de hacer daño con un mano a mano de Higinio en el área en el que se cruzó Mellot –angelical y fuera de su posición– cuando ya estaba vencido Sergio (m.76), un cabezazo de Dani Escriche al palo corto que se fue fuera (m.90) y con el disparo de Riki (m.90+3), al que respondió Soriano con una mano de mérito.

Al cabo, puede que a los manchegos le pudiera a ratos la precipitación, como al Tenerife la incapacidad para armarse alguna posesión larga con la que cambiar de marcha –lo consiguió a poquitos Elady y menos aún Teto en su regreso–, un remate de éxito en la mejor combinación que tuvo en el segundo acto –un regate magnífico de Waldo para una ejecución inverosímil de Garcés en la boca del área (m.62)– o una contra definitiva, una vuelta limpia cuando su rival se entregó con todo para buscar un empate negado. La tuvo con una cabalgada a campo abierto de Garcés que fue muriendo en lo que el delantero caía preso de la indecisión.

Salió vivo el Tenerife en un guion de partido que supo hacer suyo. Le rentó a Ramis que le ampliara el crédito a León, no necesitó tirar como solución de urgencia de los recién llegados Salas y Durmisi –mas que jugar con Mellot a pierna cambiada en la continuación fuera revelador sobre dónde reside su confianza– y ganó sin el concurso de los diferenciales como Corredera o Shashoua. Aunque lo verdaderamente diferente en el fútbol sea hacer un gol más que el rival.

(1) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Sergio González, José León, Nacho (Aitor Buñuel, m.46); Waldo (Teto, m.67), Aitor Sanz (Javi Alonso, m.46), José Ángel, Iván Romero (Mo Dauda, m.89); Borja Garcés (Elady, m.67) y Enric Gallego.

(0) ALBACETE BALOMPIÉ: Bernabé; Álvaro (Isaac, m.82), Boyomo, Glauder (Djetei, m.46), Julio Alonso (Juan María m.66); Dubasin, Riki Rodríguez, Maikel Mesa (Fran Álvarez, m.92), Manu Fuster; e Higinio (Dani Escriche, m.66).

GOL: 1-0, m.12: Enric Gallego, de penalti.

ÁRBITRO: Andrés Fuentes Molina (Comité Valenciano). Amonestó a Nacho (m.4), Aitor Sanz (m.19), José Ángel (m.34), Garcés (m.57), Iván Romero (m.60) y Elady (m.68) y a los visitantes Glauder (m.11), Fran Álvarez (m.84) y Juan María (m.84).

INCIDENCIAS: Partido de la vigésimo sexta jornada de LaLiga SmartBank 22-23 disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 15.594 espectadores. El Tenerife vistió su tercera equipación (violeta) en apoyo de las asociaciones que luchan por los afectados de cáncer.