El Tenerife vuelve a atascarse entre la indefinición

De vuelta al Heliodoro tras una victoria reparadora en Ferrol, el Tenerife perdió los puntos y el crédito al Bilbao Athletic en un partido dominado, en los tiempos y en la eficacia en las dos áreas, por el filial de los leones. Entregado antes a defenderle en cuarenta metros cerca de Dani y luego del 0-1 en veinte abrigando a su portero, el grupo de Jokin Aranbarri retrató las carencias —de tensión, de juego y de ejecuciones— de su rival. Ganó por la mínima, pero al peso, a un Tenerife atascado en la indefinición incluso con los cambios.

Lo de este sábado mantiene a los blanquiazules líderes, pero reabre dos debates: uno general sobre la fórmula de Cervera —que, sea cual sea, se resiente desde que el equipo olvida el brío, desabrocha las líneas y acumula duelos perdidos y pelotas divididas que no gana— y otro sobre los nombres elegidos para el once y los relevos que vienen después, seguramente condicionado por la resolución de la primera discusión.

En lo grupal, el Tenerife firmó otro partido en el que no opuso máxima tensión cuando le surge un rival desacomplejado que va a buscarlo arriba. En diez minutos de tanteo, los cachorros ya habían avistado las carencias del Tenerife en el medio juego, incapaz de arrancar una salida jugada sin recurrir a la patada a seguir, fiado cuando tuvo paciencia tras robar en el campo visitante a cargar una y otra vez a ver por la banda de César y Dani Fernández —incansable el primero en las llegadas profundas, mejorado el juvenil en las coberturas, de menos a más ofensivamente—, generó poco para Baldé hasta el descanso, más efectismo que efectividad con el balón al pie.

Cervera había optado por De Miguel en el once y la elección le salió fule. Fuera de sitio cuando pudo llegarle una pelota de remate, su presión sobre Monreal y Duñabeitia fue de una amabilidad desesperante, como la incapacidad para ganar una pugna y habilitar una descarga. El cambio por Gallego con dos tercios de partido consumidos lució tardío.

Y así lo de un primer acto frustrante, con el balance magro de un tiro manso de César a la salida de un córner a la carta y un gol de Dani que no fue, revisado una vez por el cuarto árbitro y luego por el mismo colegiado, que en vivo ya había entendido ilegal el choque de De Miguel con el portero en el área chica antes del remate del canterano.

En lo demás, el Tenerife atisbó lo que vendría tras la pausa. Tuvo un tiro libre de Nacho Gil —arrumbado a la izquierda a un metro de la frontal—que se estrelló en una barrera demasiado adelantada y caminó directo a la indefinición ante un equipo que defendió su área con una solvencia impropia de su juventud y del puesto en el que llegaba al Heliodoro.

Lo del segundo acto arrancó prometedor y acabó entre la desesperación compartida entre jugadores y público. A una caída en el área de Landázuri reclamada como penalti y —también revisada sin éxito— le siguió el punto que marcó la inflexión: una llegada de Baldé a campo abierto, con un defensa para él y Dani Fernández, acabó de la peor manera. Tenía un pase limpio al espacio para que el chiquillo definiera y eligió la gloria pro domo sua, un tiro anunciado en lo que encaraba a Santos, bien respondido por el portero.

Para cuando Cervera tenía decidido sentarlo, Baldé se arrancó en las bulerías de un par de requiebros que confirmaron lo repetido por el técnico: tiene planta y unas condiciones enormes, pero le falta el hervor del fútbol jugado en equipo. Se fue entre la división de opiniones, aunque por lo visto luego, volverá a ser titular salvo que a Alassan juegue a pierna cambiada.

La marcha de Baldé, simultánea a la de Dani Fernández y De Miguel, no le dio una marcha definitiva al Tenerife, que solo fue profundo gracias al incombustible César. Gallego se retrató con un pase para arrancar una contra mal ejecutado que le dio medio gol al Bilbao Athletic —el otro medio, Landázuri perdiendo el sitio antes de la pared entre Ibon Sánchez e Ibai Sanz—y cuando encontró el tino ofensivo se apareció, providencial, Santos.

Por el flanco de Baldé, la constatación de que a Jéremy se le hizo enorme el escenario, entre el voluntarismo y la incomprensión de lo que requería el encuentro, ya con el rival con ocho y el portero en su área. Y por el de Dani Fernández, este Noel López intrascendente cuando juega por fuera a pierna natural

Cervera tiró también de Fabrizio, al que cabe elogiarle que hace casi todo con sentido y se va de frente a la que puede, y, como epílogo, de Fran Sabina, ahora con Nacho como el ocho improvisado que no es. Para entonces, el mal de la indefinición —nada de juego por dentro y nadie que cazara un remate limpio de lo que llegaba al área— había gangrenado al Tenerife, obligado a recuperar la personalidad, el orden y la pegada para resolver lo que se le viene en noviembre.

CD Tenerife: Dani; César, Landázuri, José León, David; Aitor Sanz (Fabrizio, min. 72), Juanjo (Fran Sabina, min. 82); Dani Fernández (Noel López, min. 57), Nacho Gil, Baldé (Jéremy, min. 57); y De Miguel (Enric Gallego, min. 57).

Bilbao Athletic: Santos; Alday, Monreal (Izagirre, min. 89), Duñabeitia, Barandalla (Irurita, min. 61); Eder García (Gibelalde, min. 73), Lete; Buján, Ibón Sánchez, Huestamendia (Gift, min. 61); Vizcay (Ibai Sanz, min. 61).

Gol: 0-1, min. 62: Ibai Sanz.

Árbitro: Ignacio de Santisteban Adame (Comité andaluz). Amonestó a Aitor Sanz (min. 60) y a los visitantes Ibón Sánchez (min. 25), Duñabeitia (min. 59) y Santos (min. 86).

Incidencias: Partido de la undécima jornada del Grupo I de la Primera Federación 25-26. Estadio Heliodoro Rodríguez López, ante 12.799 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del exjugador blanquiazul José Manuel Ochotorena. Aitor Sanz recibió una camiseta conmemorativa por cumplir 390 partidos con el CD Tenerife.