Espacio de opinión de Canarias Ahora
Mi amigo Pascual Calabuig
Sabía que estaba bastante delicado tras sufrir un ictus, pero esperaba que se recuperara. No pudo ser. Mi amigo Pascual se me fue, y ya no podré charlar en el Estadio Gran Canaria, en donde nos sentábamos juntos para sufrir con la Unión Deportiva Las Palmas y en donde de forma sorprendente me relataba cosas que casi se me habían olvidado. Hasta hace un año venía de Playa Blanca en un viaje asombroso para su edad, iba en su coche hasta el aeropuerto de Lanzarote, cogía uno de alquiler en el de Gran Canaria, se llegaba al Estadio para ver a su querida Unión Deportiva, y volvía para su apartamento de Playa Blanca por el mismo procedimiento entre coches y avión. Un día le dije cómo se atrevía a hacer ese viaje, y, además, sólo, y me contestó con su ironía habitual: “Bueno, esta vez voy para mi casa en Gáldar, así que te llevo para tu casa”.
Pascual llegó a Gran Canaria el año en que nací, 1944; vino a hacer la mili por la Marina y luego se quedó trabajando como civil en la oficina, pero pronto comenzó sus colaboraciones en Radio Las Palmas. Vivió la fundación de la Unión Deportiva Las Palmas en 1949, retransmitió el inolvidable partido de la Unión Deportiva Las Palmas contra el Real Madrid en 1951, con empate a un gol; fichó por Radio Atlántico, en donde hizo muy popular el modo con el que terminaba sus comentarios ¡Pues no faltaba más! De las muchas anécdotas que tengo con Pascual, recuerdo una que me hizo una perrería motivo de risas. “Pascual, ¿a qué equipo prefieres, a la Unión Deportiva o al Valencia?”. Me contestó: “Es una pregunta tonta, a la Unión Deportiva Las Palmas, y al Valencia no lo quiero ver ni en pintura”. Me dejó sorprendido, y con una sonrisa agregó “Mi equipo después de la Unión Deportiva es el Levante”, y empezó a hablarme de su barrio valenciano de El Cabañal, de la playa de la Malvarrosa, de la afición levantinista: “Mi padre y mis abuelos eran del Levante, es el equipo popular, el Valencia es el de los señoritos”.
Entre Gáldar y Playa Blanca se desarrollaba la vida de Pascual ya jubilado. Pescador empedernido pasaba horas en su barquita, y un buen día en Playa Blanca me contó sus vivencias como marinero. “El otro día con un amigo cogimos cuatro samas roqueras, ocho cabrillas, seis sargos…”, y le decía: “Bueno Pascual, que los pescadores somos todos unos mentirosos, unos exagerados”. Y me llevó a su apartamento para que comprobara que era verdad lo que me contaba de la pesca, y en la nevera estaba la prueba de sus capturas. Volviendo a su juventud, en 1956 se casó con la galdense Carmen Miranda Auyanet, con la que ha tenido cinco hijos: Pascual, Javier, Jesús, Carmela y Sandra, familia con la que ha sido muy feliz en Gáldar, ciudad de la cual es hijo adoptivo. Precisamente en Gáldar, un jueves cuando hay mercadillo y que de vez en cuando me acerco, me tropiezo hace poco a Pascual, y me hace muy amable de cicerone, de guía gastronómico. “Ese queso está buenísimo, esas aceitunas del país te las aconsejo”, y luego un café en una terraza de la calle Larga volviendo a rememorar cosas del pasado, y surgen los nombres de Antonio Lemus, Luis García Jiménez, Nanino Díaz Cutillas, y de tantos otros periodistas, amigos, que ya descansan en paz.
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