Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

Crack

0

Todo entra en crisis cuando una parte pretende cobrar lo que se le había prometido que iba a percibir por un bien, un servicio, o meramente un compromiso adquirido. Si el siguiente de la cola no tiene suficiente para enfrentarse a las obligaciones se dará la vuelta para encontrar al resto de partes que tenían que hacer cumplir lo esperado y así hasta llegar al último. Si todo va bien, este último paga al penúltimo y así sucesivamente hasta llegar al primero. El problema surge cuando en el último lugar no hay nada o insuficientes medios para que se puedan cumplir todas las obligaciones. Y entonces se escucha “crack”. Esto es lo que sucedió en 2008, cuando el apalancamiento financiero era alto basado en espuma sin consistencia donde las partes que se endeudaban no tenían nada con lo que responder.  Además, se asistió a un verdadero problema de información asimétrica que ocasionó que muchas personas e instituciones no se dieran cuenta de los riesgos asumidos de activos respaldados por productos surgidos de la innovación financiera. Se invertía prácticamente a ciegas a cambio de un maná ilimitado en un contexto, además, de crédito fácil, no pudiendo contabilizar los créditos de dudosa calidad, de alto riesgo. Paralelamente se distorsionaron los incentivos haciendo que el riesgo no desapareciera, sino que se ocultaba sin que se pudiera cuantificar.

En estos momentos no estamos en las mismas condiciones. El endeudamiento privado no es tan alto, aunque hay regiones en donde el endeudamiento público va a traer cola, sobre todo en los momentos de ajuste, que todo parece indicar que aparecerán en 2024. Lo que sí tenemos en abundancia es desconfianza. Cualquier ruido que escuchemos, por suave y lejano que parezca, nos sobresalta y, si estamos hablando de economía, salimos corriendo hacia nuestros ahorros y contemplamos si continúan allí, sin cambios negativos aparentes. Esa es la razón por la que las autoridades monetarias plantean la necesidad de ponerse manos a la obra y, con actitud combinada de amabilidad y represión, le recuerda a los mercados que están ahí, para lo bueno y para lo malo. Por eso, en política monetaria estamos asistiendo a un contrasentido. Por un lado, se endurecen los tipos de interés para enfriar las transacciones económicas, potenciando el ahorro y sacando, por lo tanto, dinero del sistema y, por otro, se inyecta liquidez a las entidades financieras siempre que lo necesiten para evitar su insolvencia. Esto es lo que emana de las diferentes autoridades monetarias al reiterar que están listas para responder para preservar la estabilidad de precios junto a la estabilidad financiera en la zona euro. Es cierto que ya se sabía que las tensiones financieras iban a aparecer porque la motivación es esa, aportando una incertidumbre adicional en torno a la evaluación de referencia de la inflación y de crecimiento.

A partir de aquí, todas las partes hemos de confiar que el sector bancario es sólido, que está bien capitalizado y tiene ratios de liquidez fuertes. Ahora bien ¿todo? Desde Europa se puede responder por lo que se conoce, pero fuera de estas fronteras no hay tanta seguridad. Es probable también que esté pasado lo que normalmente ocurre cuando vemos un accidente de tráfico, de forma que si no estamos implicados o, si lo estuvimos pero salimos ilesos, conducimos de forma prudente durante los siguientes minutos y luego se nos olvida, apretando nuevamente el acelerador. Con las crisis pasa lo mismo. Lo que ocurre es que esta es tan pegajosa que, hasta que curemos la herida del todo, nos va a seguir dando problemas.

Todo entra en crisis cuando una parte pretende cobrar lo que se le había prometido que iba a percibir por un bien, un servicio, o meramente un compromiso adquirido. Si el siguiente de la cola no tiene suficiente para enfrentarse a las obligaciones se dará la vuelta para encontrar al resto de partes que tenían que hacer cumplir lo esperado y así hasta llegar al último. Si todo va bien, este último paga al penúltimo y así sucesivamente hasta llegar al primero. El problema surge cuando en el último lugar no hay nada o insuficientes medios para que se puedan cumplir todas las obligaciones. Y entonces se escucha “crack”. Esto es lo que sucedió en 2008, cuando el apalancamiento financiero era alto basado en espuma sin consistencia donde las partes que se endeudaban no tenían nada con lo que responder.  Además, se asistió a un verdadero problema de información asimétrica que ocasionó que muchas personas e instituciones no se dieran cuenta de los riesgos asumidos de activos respaldados por productos surgidos de la innovación financiera. Se invertía prácticamente a ciegas a cambio de un maná ilimitado en un contexto, además, de crédito fácil, no pudiendo contabilizar los créditos de dudosa calidad, de alto riesgo. Paralelamente se distorsionaron los incentivos haciendo que el riesgo no desapareciera, sino que se ocultaba sin que se pudiera cuantificar.

En estos momentos no estamos en las mismas condiciones. El endeudamiento privado no es tan alto, aunque hay regiones en donde el endeudamiento público va a traer cola, sobre todo en los momentos de ajuste, que todo parece indicar que aparecerán en 2024. Lo que sí tenemos en abundancia es desconfianza. Cualquier ruido que escuchemos, por suave y lejano que parezca, nos sobresalta y, si estamos hablando de economía, salimos corriendo hacia nuestros ahorros y contemplamos si continúan allí, sin cambios negativos aparentes. Esa es la razón por la que las autoridades monetarias plantean la necesidad de ponerse manos a la obra y, con actitud combinada de amabilidad y represión, le recuerda a los mercados que están ahí, para lo bueno y para lo malo. Por eso, en política monetaria estamos asistiendo a un contrasentido. Por un lado, se endurecen los tipos de interés para enfriar las transacciones económicas, potenciando el ahorro y sacando, por lo tanto, dinero del sistema y, por otro, se inyecta liquidez a las entidades financieras siempre que lo necesiten para evitar su insolvencia. Esto es lo que emana de las diferentes autoridades monetarias al reiterar que están listas para responder para preservar la estabilidad de precios junto a la estabilidad financiera en la zona euro. Es cierto que ya se sabía que las tensiones financieras iban a aparecer porque la motivación es esa, aportando una incertidumbre adicional en torno a la evaluación de referencia de la inflación y de crecimiento.