Espacio de opinión de Canarias Ahora
Lothar Siempre Lothar
La Asociación para la Promoción de la Música Culta de Canarias, PROMUSCAN, rindió esta mañana un merecido homenaje, y por todo lo alto, a su más destacado socio de honor, su fundador Lothar Siemens.
No se podía haber hecho mejor.
El entorno era el perfecto. El Museo Canario fue siempre la guarida desde la que este mecenas, este guardián de los creadores, intérpretes y musicólogos, este defensor de la creación musical en Canarias, este adalid de la erudición, este Quijote y Sancho Panza de nuestra cultura (sí, dos en uno), pertrechaba sus inagotables y continuos proyectos. Fue en el Museo Canario donde inyectaba combustible de alto rendimiento a todo aquel al que se le ocurriera pedirle consejo. Fue el Museo Canario la sede de facto de su-nuestra Asociación y la sede de uno de sus muchos sueños hechos realidad: RALS (Repertorio Audiovisual de Lectura y Sonido), la creación musical en Canarias.
La organización fue superlativa. Fue la propia asociación la encargada de organizar y producir un evento coordinado con los ingredientes justos de rigor alemán y desenfado canarión, tal y como era él. Una delicia dirigida por Ernesto Mateo, el actual presidente de Promuscan, pero con la ayuda de todos. Y tantos han sido los que han querido colaborar, que ya avisó el maestro de ceremonias que este solo ha sido el primero de otros homenajes que se le dedicarán, ya que son muchos los compositores que le han compuesto obra y artistas que han querido participar y que, por razones obvias, no pudieron subirse hoy al escenario.
Los intérpretes estuvieron colosales. Los propios socios y compañeros fueron los que dieron lo mejor de sí mismos para evocarlo. ¿Cabría algo mejor? Jesús Fernández (tuba), Dulce María Sánchez (soprano), Nauzet Mederos (piano), Oliver Curbelo (piano), Estefanía Perdomo (soprano), Laura Sánchez (clarinete), Gustavo Peña (tenor) y el Coro Ainur dirigido por Mariola Rodríguez. Todos lograron que los presentes sintiéramos que estaba Lothar sentado entre nosotros, con ese gesto mezcla de inteligencia, pasión, generosidad y socarronería. Consiguieron que todos nos añurgáramos, que sonriéramos, que se nos erizara la piel y que nos sorprendiéramos mientras desgranaban nota a nota, acorde a acorde, matiz a matiz, la búsqueda constante de lo inaudito y lo exquisito que se encuentra siempre en las partituras lotharianas.
El público abarrotaba el salón de actos. Familia, amigos, consocios, personalidades de la cultura. Estaban quienes tenían que estar, aunque podrían haber estado cientos de personas más. Miles de personas más si la cultura tuviera el predicamento razonable en estas Islas por el que Siemens luchó y trabajó tanto. Pero todos ovacionaron de pie, con devoción y respeto, a uno de nuestros más ilustres neorenacentistas. Más que suficiente.
No obstante, y sin contradecir todo lo anteriormente expresado y dicho con el mayor de los respetos hacia todos mis compañeros, la estrella hoy fue la música de Lothar Siemens. ¿Habrá forma más bella, más justa, más apropiada, más razonable de hacerle un homenaje a Lothar Siemens que, simplemente, mostrar su rico universo sonoro personal e intransferible? Tanto el entorno, como la organización, los intérpretes como el público fuimos meros instrumentos para un bien superior: la obra y el pensamiento de nuestro querido, admirado y respetado Lothar Siemens que vivirá eternamente entre sus difíciles intervalos, sus acordes cautivadores y sus bromas acústicas.
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