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¡CORTEN! (En memoria de Brandon Lee)

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Una vez, estuve a punto de lograr obtener la máxima puntuación en un foso de tiro -modalidad de combate urbano- aunque haciendo trampas; es decir, utilicé tres cargadores más de lo permitido y de ahí la puntuación final. En mi caso, aquella trampa no fue más allá de la simple anécdota, pero la persona que cargó un Colt Magnum 357 con munición de verdad para una escena en la que no hacía falta utilizar dicha munición sobrepasó, con creces, el calificativo de anécdota, sobre todo porque esa vez no fue un blanco de cartón, sino una persona la que sufrió las consecuencias.

La historia de este fatal acontecimiento se desarrolló el día 1 de abril del año 1993, en los estudios de la productora Carolco en Wilmington (Carolina del Norte) durante el rodaje de una escena de la película The Crow (El Cuervo) dirigida por Alex Proyas, y protagonizada por Brandon Lee, Michael Massee, y Ernie Hudson. Durante dicha secuencia, Massee debía disparar a Brandon Lee, quien llevaba en sus manos una bolsa de supermercado trucada para así simular el impacto de una bala. Una vez que todo estaba en su sitio, el director gritó -¡Acción!- y toda la toma salió según lo previsto hasta que el director gritó -¡Corten!- Sin embargo, todo no había salido bien. La bala disparada era de verdad al igual que el impacto sufrido por Lee. Después llegó el asombro de los técnicos y del personal del estudio, los esfuerzos de los servicios de urgencias y de los médicos del hospital tratando de evitar un desenlace que llegó tres horas después, momento en el que Brandon Lee moría, antes de terminar la que fue su última película.

Y es que nadie notó nada extraño, ni siquiera el actor que disparó la bala que mataría al hijo de Bruce Lee. La escena fue tan real como la vida misma. Una vida que hacía veinte años la habían apartado de su padre por unas causas que hoy pertenecen más a la leyenda que a la realidad. Una vida que estuvo marcada desde el principio por un destino extraño y particular demasiado caprichoso para poder entenderlo en su totalidad, y que acabaría segando su vida como la de su padre de manera trágica y precipitada.

Brandon Lee nació el 15 de febrero de 1965 en Los Angeles, hijo de Bruce Lee y Linda Emery. Sus padres le pusieron ese nombre por la admiración que sentían por el actor Marlon Brando. Su infancia en Hong Kong, como hijo de la máxima estrella de cine local, transcurrió en una torre de cristal, dado que su madre tenía un miedo espantoso a que lo pudieran secuestrar, siendo además calificado por la prensa como un niño malcriado y mimado.

Tras la muerte de su padre nada más terminar el rodaje de Operación Dragón, Linda decidió trasladarse a los Estados Unidos con sus dos hijos, debiéndose adaptar a un nuevo país muy diferente al Hong Kong en donde había nacido. Y es que ser el hijo de Bruce Lee le supuso al joven Brandon no sólo conocer la mayoría de los colegios de la zona, sino los humos de los matones autóctonos, muchos de los cuales acabaron vapuleados por el recién llegado. Al final, el contestatario y un tanto rebelde Brandon Lee encontró el equilibrio en las artes marciales, acercándose con ello a la figura de su padre, pero pensando que nunca llegaría tan lejos como su progenitor. Además, en su interior, también abrigaba la esperanza de llegar a ser actor, queriendo con ello seguir también la estela de su padre.

La oportunidad se la dio el actor David Carradine, el mismo que le había arrebatado a su padre el papel protagonista de la serie Kung- Fu. Para su debut, Brandon interpretó el papel del nieto de Kung- Fu, en un nuevo episodio piloto de la popular serie de los 70 con la cual se quería potenciar de nuevo el fenómeno, ya a finales de los 80. El trabajo de Brandon tuvo que satisfacer a los productores del invento, porque durante un tiempo se llegó a hablar de una segunda entrega, protagonizada por él mismo. Posteriormente, se trasladaría a Hong Kong donde rodaría Brandon Lee: continúa la leyenda, desplazándose luego a Europa para rodar Laser Mission, un producto muy de serie B del que el actor no guardó buen recuerdo.

De ahí, y siguiendo los paralelismos con la vida de su padre, los estudios Warner Bros ?responsables junto con Golden Harvest y Fred Weintraub de la última película de Bruce Lee, Operación Dragón- tocaron a su puerta y le propusieron co- protagonizar junto a Dolph Lundgreen la película Showdown in Little Tokyo, un trepidante thriller policiaco con la Yakuza de telón de fondo, y la atractiva Tia Carrere de compañera femenina de reparto. La cinta fue un éxito de recaudación -aunque no se estrenó fuera de los Estados Unidos, luego fue muy bien acogida en los mercados video gráficos del resto del mundo, entre ellos el español- razón por la cual se aseguró que el siguiente proyecto también fuera para un gran estudio.

Al año siguiente, en 1992, rodaría Rapid Fire, otro thriller policiaco producido por Twentieth Century Fox Film Corporation y dirigido por Dwight H. Little ?conocido por su trabajo en películas tales como El Fantasma de la Opera (versión protagonizada por Robert Englund); Halloween 4; Market for Death y, posteriormente por su trabajo de dirección en series televisivas como Bones-. En Rapid Fire, Brandon Lee pudo compartir cartel con Powers Boothe, Nick Macunso, y Kate Hodge, además de contar con presupuesto más acorde con las necesidades de este tipo de producciones.

La película, la cual mezclaba la estética del cine de Hong Kong que por aquellos años ya empezaba a enseñar la cabeza fuera de la colonia, le dio la oportunidad al joven actor no sólo de mostrar sus dotes interpretativas, sino de coreografiar de las escenas de acción, que son muchas y muy bien resueltas. Una vez estrenada, Rapid Fire logró situarse número 1 en las recaudaciones americanas, logrando desplazar el interés de actores marciales consagrados como Jean Claude van Damme, algo que, por desgracia, no ocurrió en nuestro país.

El resultado de todo fue el contrato firmado con la productora Carolco para realizar varios proyectos, el primero de los cuales ?la adaptación cinematográfica del cómic del mismo nombre- estaba rodando el día de su muerte.

Las personas que lo conocieron dicen de él que era un muchacho muy simpático, extrovertido, y educado. Le gustaban las reuniones de amigos y poseía un excelente sentido del humor. Y todos aquellos que pudieron entrenar en un gimnasio con él coincidieron en decir que era un estudiante normal, que no pedía un trato especial y daba lo mejor de sí mismo.

Está claro que con el tiempo logró asumir ser el primogénito de Bruce Lee, aunque siempre alguien recorriera a las tan manidas comparaciones, algo que no empañaba el hecho de tener delante suya un prometedor futuro como actor, y no solamente marcial. El propio Brandon declaraba a una revista española especializada en artes marciales: mucha gente me ha intentado identificar con mi padre. Yo le perdí cuando era muy joven y, como era una persona muy famosa, he tenido que enfrentarme a su memoria mucho más a menudo de lo que hubiera deseado. La gente quiere ver en mí a su sucesor, y no entienden que él se labró su propio camino, al igual que yo he de hacer con el mío. El que lleve su sangre y su apellido no significa que compartamos unos mismos sentimientos e inquietudes. Todos quieren verme pelear con las habilidades que él poseía, y no comprenden que Bruce y Brandon son dos personas bien distintas.

Entre rodaje y rodaje vivía en Los Angeles con su novia, Lisa Hutton, con la que pensaba casarse una vez terminado el rodaje de The Crow, aunque ambos tenían pensado irse a vivir a las afueras, evitando el ambiente de Hollywood.

No obstante todo quedó truncado la madrugada del jueves 1 de abril de hace ya veinte años, en una producción que había estado marcada por la desgracia y por los errores humanos desde el principio -un carpintero se había electrocutado, y dos miembros del equipo tuvieron un aparatoso accidente de circulación.

Como última paradoja diré que el accidente mortal que Brandon Lee sufrió había sido esbozado por su padre en el guión de Juego Mortal, la última e inconclusa producción de Bruce Lee, dos décadas atrás. Da la sensación de que el demonio que perseguía en sus pesadillas a Bruce Lee, desde bien pequeño, quiso arrebatarle también la vida a su hijo Brandon, cerrando con ello el círculo que empezó con el nacimiento del primero.

No sé lo que hay después de este mundo, nadie lo sabe, aunque espero que donde quiera que estén ambos, padre e hijo, tengan un lugar para seguir practicando nuevas técnicas, distintos movimientos, barridos más rápidos, caminando por el sendero abierto del Jeet Kune Do, cincuenta años atrás.

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