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El PP cumple

José A. Alemán / José A. Alemán

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También debo romper lanza por la ministra de Sanidad Ana Mato, que, con igual voluntad de abonar parte de la factura, ha decidido acabar con el relajo que se traen las pecadoras usuarias de la píldora poscoital, la que le quita el sueño al cardenal Rouco Varela, que sufre lo indecible si todo pecado no lleva su penitencia. Mato encargó un informe sobre los efectos de la dichosa pastillita porque no se fía de la Agencia Española del Medicamento, que le dio luz verde, ni de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que no ve en ella riesgo alguno. Hace bien la ministra en no fiarse porque son organismos infiltrados de rojos y judeomasones que han logrado la venta sin receta del fármaco para minar los fundamentos de la civilización occidental (cristiana, of course).

Dicen los eternos descontentos, resentidos, que tanto Wert como Mato quieren complacer a Rouco Varela enfilando la nave patria hacia el siglo XIX que no acabó, por lo visto, en 1975. Una regresión, necesaria para el bien de las esencias, de la que participa el titular de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que aporta a la cuota del pago a los obispos un recorte de la ley de la ley del aborto que comience a poner las cosas en su sitio progresando hacia atrás. Cosa que no debe preocupar porque siempre quedará Londres a los fieles que tengan con qué. Gallardón, además, quiere que matrimonios y divorcios puedan sustanciarse ante notario. Una privatización que debe aplaudirse como primera medida concreta del Gobierno contra el paro; en este caso del gremio de fedatarios, tan castigado por la crisis como cualquiera porque no se mueve un papel que echarse a la firma.

Descolgado de estos pagos está Soria. A los obispos parece no interesarles lo relativo a Industria mientras no subvenciones fábricas de condones. Pero no debe desesperar porque también responsabilidad suya es Turismo y al paso que llevan no tardarán los obispos en exigir la prohibición del bikini en las playas. Aunque deberá tener cuidado no vaya a comerle el terreno el ministro de Interior, que es a quien corresponde poner los guardias que denuncien y castiguen a las impúdicas. Vamos derechos al hoy como ayer. Y menos mal que ya se lleva menos el baile agarrado.

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