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Los impuestos en política

Rafael Álvarez Gil / Rafael Álvarez Gil

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El PP se opone de antemano, sin sopesar y escuchar, a toda subida de impuestos. Da un no tajante por adelantado sin conocer formas ni detalles.

Esperemos que sean más receptivos al ofrecimiento por José Luis Rodríguez Zapatero de un pacto nacional en materia de Educación e Industria.

Cumplir con nuestras obligaciones tributarias es un deber que los ciudadanos interiorizamos en aras de alcanzar los fines sociales que persiguen nuestros poderes públicos.

Una actuación que permite consolidar la condición de ciudadanía en una doble vertiente. Por un lado, a nivel vertical, el individuo con la Administración como obligación legal. Por otro, en un plano horizontal, entre todos los ciudadanos constituyendo una obligación solidaria.

Los recursos públicos son necesarios para la garantía y el correcto funcionamiento de los servicios fundamentales, a la vez, que destinar mayores esfuerzos a los que no tienen de todo y padecen en estos momentos, con mayor intensidad, los efectos de la crisis económica internacional.

Cada vez que el PP pronuncia su negativa a la modulación de los impuestos está clamando, entre otras cosas, que el desempleado no tenga derecho a prestación, que la sanidad pública haya que derivarla a la gestión privada y que no merece aumentar el número de becas.

Por consiguiente, actitudes que estampan una recóndita concepción individualista que propicia la atomización de la sociedad y un estímulo al mercado sin reglas de la codicia y la avidez.

Ajenos a los problemas de los que peor lo están pasando, que no han causado, ni por asomo, la actual crisis económica internacional, están recuperando el discurso neoliberal de la era Reagan donde el Estado no es la solución sino el problema.

Una inclinación que implica perpetrar la idea de la soledad del ciudadano ante sus dificultades, con las que debe convivir en la más cruda insolidaridad en la exasperada búsqueda, por sí mismo, en exclusiva, de la solución a sus preocupaciones.

La retirada de la licitación pública, el desmantelamiento del Estado de bienestar y la negación de las prestaciones sociales a los desempleados son, entre otras, las medidas que pretende el PP como intento de paliar la situación económica y que ya nos permite anticipar el esbozo de la situación insostenible que conllevaría produciendo la gestación de los peores retratos sociales.

Al mismo tiempo, daría rienda suelta a las intenciones de la patronal en el diálogo social. Es decir, una reforma laboral en aras de permitir la flexibilización del trabajo y el abaratamiento del despido.

Un recetario económico que ha sido experimentado en las últimas décadas, con distintos acentos y en diferentes partes del mundo, que han nutrido el caldo de cultivo de la actual crisis económica internacional. Quieren volver a premiar lo que el republicano John McCain llamó la codicia de Wall Street.

Es la hora de creer en la ciudadanía, de premiar sus ideas, preocuparse por sus inquietudes y apostar por su valía. Personas de buena fe que requieren de un Gobierno, impregnado por el compromiso social, que crea en ellos aportando soluciones y evitando el resquebrajamiento de la sociedad.

En definitiva, los socialistas, desde nuestras más profundas convicciones, creemos en el Estado de bienestar y el sistema tributario progresivo, por convicciones propias y mandato constitucional, como manera de alcanzar una mayor igualdad y justicia social.

*Secretario de Comunicación del PSC-PSOE

Rafael Álvarez Gil*

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