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Aquel maldito tren blindado (II)

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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El director juega, en el tramo final de la película, a un juego de miradas, expresiones y gestos, muy del gusto del ya comentado Sam Peckinpah. Los intercambios de miradas entre Yeager y Canfield, instantes antes del desenlace de la acción, se pueden encontrar en películas como Mayor Dundee, The wild bunch o la ya comentada Iron Cross, responsabilidad del realizador americano.

Si me apuran mucho, en Quel maledetto treno blindato, son más patentes ciertos pozos del western crepuscular de Peckinpah ?no en vano, el Spaghetti Western no disimula dicha influencia en muchas de sus producciones- que las comentadas comparaciones con la película de Aldrich.

Es difícil no encontrar paralelismos entre las horas anteriores al comienzo de la misión -cuando los personajes tratan de descansar en el campamento de la resistencia francesa- y el paso de los protagonistas de The wild buch por el pueblo de Ángel. Unos y otros saben que van a emprender un camino sin retorno y aquellos momentos son los últimos instantes de paz que tendrán en sus vidas.

Al final, el empeño por detener aquel maldito monstruo de acero sobre raíles, fortísimamente armado por las tropas alemanas ?tal y como sucedió en la realidad- se convertirá en una batalla entre David y Goliat, similar a la que declaran los cuatro supervivientes del “Grupo Salvaje” contra las tropas del corrupto y sanguinario general Mapache.

Se puede concluir, sobre todo si se tiene en cuenta la filmografía del director en conjunto, que una película como Quel maledetto treno blindato es uno de los mejores trabajos de Castellari, tanto por la utilización de todos los recursos que pone a su alcance un género como el bélico, como por el trabajo con los actores. La trama mantiene un ritmo muy vivo, trepidante en muchos momentos y no hay tiempos muertos ni saltos temporales que perjudiquen la narración. Castellari tiene su estilo y es cierto que corta algunas escenas de una forma un tanto brusca, aunque no por ello desmerezca su trabajo.

Los actores están muy bien, sobre todo los cuatro personajes principales, y la sensación que le queda al espectador o, por lo menos, esa era la intención del director, es la de haber asistido a un buen espectáculo cinematográfico, lleno de momentos intensos y dignos de recordar.

Por ello, no es difícil entender la influencia que una película como ésta pudo tener sobre un joven Quentin Tarantino, y las ganas del director americano por contar su propia versión de los Inglourious Bastards de Castellari, aunque los suyos sean más Basterds que los del director italiano. Al final, y después de trabajar con Fred Williamson en From dusk till Dawn y con Bo Svenson en Kill Bill 2, Tarantino ha logrado cumplir su sueño, sin necesidad, eso sí, de destruir otro “tren blindado” como hiciera Castellari.

Y es, precisamente, la conversación que mantienen ambos directores, plagada de recuerdos, excesos y mucha referencia cinematográfica, lo más interesante y valioso de la nueva versión en DVD de la película de Castellari.

Tarantino cumple con su papel de “fan profesional” bombardeando a Castellari con sus recuerdos de juventud y lo que supuso para él descubrir la película. Por su parte, el veterano director italiano cuenta detalles y pormenores de un rodaje no exento de problemas, algunos de los cuales tuvieron que ver más con los problemas políticos de la Italia de los setenta que con las vicisitudes propias de un rodaje.

Un verdadero lujo para todos los amantes del séptimo arte, no condicionados por los prejuicios de quienes siguen considerando al cine rodado por directores como Enzo G, Castellari como productos para “cine de barrio” y no como obras dignad de ser proyectadas en una filmoteca.

Y si tienen un momento, les recomiendo que se pasen por la página web del director www.enzogcastellari.com y conozcan, más de cerca, su trabajo.

Notas:

1. Salvo en nuestro país y Brasil ?donde se tradujo de forma literal el título, la película ha llegado a tener seis títulos distintos, además de Inglorious Bastards, en especial en los Estados Unidos, país donde se estrenó en 1981. A modo de curiosidad estos títulos son: Commando bastards (Noruega), The Dirty Bastard (Filipinas), Counterfeit Commandos, Deadly Mission y G.I. Bro (USA)

2. A nivel puramente estético sería interesante comentar que el cartel original italiano tiene una clara influencia del sargento Rock, de la compañía Easy, personaje gráfico creado en 1959 por Robert Kanigher (guión) y Joe Kubert (dibujo) para la editorial DC Comics. Lástima que en las sucesivas ediciones en video y DVD dicho cartel original se cambiara por diseños mucho más convencionales y, en la mayoría de los casos, realmente espantosos.

Eduardo Serradilla Sanchis

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