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El silencio de los gomeros por José Luis Hernández Hernández

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Ya habrán adivinado que me refiero al chirriante ruido que mete el silencio que muchos partidos políticos y notables particulares, están poniendo en práctica con el caso de corrupción política destapado en el Cabildo Insular de la isla, que implica a todo un consejero y que salpica directamente a su presidente y al alcalde de Alajeró.

Desde que, el pasado 20 de noviembre, el periódico digital CANARIAS AHORA sacase a la luz una noticia con documentos de la investigación por prevariación y tráfico de influencias sobre Javier Trujillo Bernal, papeles que ya circulaban por la isla de ordenador en ordenador como un reguero de pólvora, son casi inexistentes los pronunciamientos públicos sobre el caso.

Parece que, con una loza de silencios mediáticos, se pretende pasar de puntillas sobre tan noticioso caso, que es sólo la punta de un iceberg que a la larga dejará ver muchas más miserias de la cosa política en al ámbito insular y que en estos momentos es el monotema de conversación en La Gomera y entre la diáspora de esta isla.

Pero no todos los silencios son iguales, ¡hasta en esto hay clases!, ya que hay silencios que pasan inadvertidos y otros que son sobresalientes. ¿O no lo es el de Esteban Bethencourt y el de su partido en la isla? Claro que, puestos a justificar este silencio, tendríamos que pensar que hay temor a que la Fiscalía Anticorrupción se instale en la isla y pueda sobrepasar los altos del Garajonay camino al sur, o atreverse a dar un paseo en el barco rápido que llega hasta Valle Gran Rey. En este caso algunos pensaran que mejor es no meneallo, estarse calladitos y esperar a que la Fiscalía enfile otra vez la Hila Hila rumbo a Tenerife.

También son destacados los silencios de notables vinculados al PSC-PSOE. No me refiero al casi silencio de Casimiro Curbelo en sus forzadas declaraciones ante los medios, diciendo que este caso de corrupción es pecata minuta y algo así como una disputa de comunidad de vecinos, pues esta actitud está justificada, porque no se le puede pedir al salpicado que se eche más barro sobre sí mismo. Tampoco aludo a los de Julio Cruz o Erasmo Armas, que hacen lo que pide el guión: estar calladitos, para que sus ilustres poltronas en el Parlamento canario y español no peligren. Pienso en dos silencios que todos esperábamos que fuesen gritos como para quedarse roncos, los de los dos ex-alcaldes del PSC-PSOE en Hermigua y La Villa, apeados de sus alcaldías, que creían en propiedad, por las intrigas y conspiraciones de Curbelo y sus fieles.

¿Acaso sólo era rumorología popular que José Ramón Mora y Angel Luis Castilla se la tenían jurada a Curbelo y que llevaban tiempo afilando las hachas de guerra con las que lavar la afrenta sufrida? ¿Habrá mejor ocasión para meter el hachazo que ahora que el árbol empieza a dar muestras de podredumbre y se tambalea? Sin embargo siguen enmudecidos en un silencio que no logro entender. Es posible que guarden algún as en la manga y que esperen mejores vientos para desplegar sus velas, o para poner sus cartas boca arriba. ¡Allá ellos con sus cálculos!

Con el silencio de otras fuerzas políticas mayores, como el PP o el CCN, no gasto palabras; para ellos la corrupción es a la política lo que el mar a la orilla y entre bomberos no se suelen pisar las mangueras.

Más valientes se han mostrado organizaciones minoritarias como Alternativa Socialista de Vallehermnoso (ASV), que ha tratado de frenar en su ayuntamiento el pelotazo inmobiliario de La Rajita, promovido por el Cabildo y en el que está implicado una empresa salpicada por el caso Trujillo Bernal. También ha dado la cara Alternativa Popular Canaria (APC), otra pequeña organización política, que no quiere con su silencio ser cómplice del saqueo de La Gomera.

Hay otros silencios dolorosos, como el que muestran muchos de los periodistas que deberían cubrir la información en esta isla, para quienes parece que no es noticia que todo un senador, diputado canario y presidente de cabildo, acompañado de un alcalde, haya tenido que entrar en un juzgado a declarar por un caso de corrupción política. ¡Qué pena que esta enorme noticia y ese momento histórico que tanto esperaba la gente de buena fe de la isla, no haya sido registrado con una mísera fotografía!

En cualquier caso, a los gomeros y gomeras, que de corderos tenemos poco, el silencio que nos debe preocupar sería el de la justicia, que de momento es un implacable y esperanzador ruido.

José Luis Hernández Hernández

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