Veintipico años después, ya José Carlos Mauricio no es comunista y, además, cree fervientemente en la bondad de los casinos para el desarrollo económico de Canarias. Lo demuestra el hecho palpable de que el Gobierno del que forma parte acaba de aprobar lo que eufemísticamente se llama decreto 299/2003, de 22 de diciembre, por el que se planifican los juegos y apuestas en Canarias. Merced a esa resolución, se crean cinco nuevos casinos en las Islas sin que nadie haya demostrado de modo fehaciente que sean necesarios, que no perjudiquen a los que están ahora mismo en funcionamiento y que, como reza el llamativo decreto, “el cambio de las circunstancias, especialmente, las de índole poblacional y la importancia socioeconómica de los juegos y apuestas, motivan una nueva planificación de los mismos, especialmente por lo que respecta a los Casinos de Juego, donde la planificación se ha sustentado y sustenta en la consideración de los mismos como elementos de nuestra oferta turística”. Ole que ole y olé. Pero no está solo Mauricio en esta operación, qué va, ni Australia Navarro sabe más de lo que ha firmado. Como no podía ser de otro modo, esta restructuración espectacular en el número de casinos está auspiciada y bendecida por su Excelencia en persona.