Alguien una vez le dijo a Soria en el Parlamento que jamás se le vería en un acto cultural si no es en el palco. Erró el interviniente, porque este lunes pudimos ver al vicepresidente entre el común, a muchos metros de la presidencia. No ha aprendido de los rigores del protocolo, que sitúan a los consejeros del Gobierno en un nivel muy distinto al de las demás autoridades, especialmente cuando en el mismo acto se encuentra presente el presidente de la Comunidad, como fue el caso este lunes. Y como ocurrió en Teror, donde tanto se empeñó que consiguió forzar hasta el ridículo su ubicación entre las autoridades, lo que ha sido objeto de innumerables comentarios. Todos negativos, por supuesto.